ZAHARA EVANS;
Me humedecí los labios y me miré al espejo, en un suspiro corto y profundo levanté las dos manos y las introduje en mi pelo para arreglarlo de cierta manera, deslicé mis dedos por mi piel, la piel que componía mi cuello y suspiré con dificultad. Adirael lograba causar en mí algo que me era imposible poder descifrar, con solo su presencia, con solo su mirada en mí, todo mi cuerpo se estremecía. Su aliento tan adictivo como la menta quemada, como el caliente ardor que se siente cuando alguien no llega a besarte pero lo deseas con ganas. Con tantas ganas que te es difícil decir que no, en contra de tu voluntad aceptas, pero en lo más profundo de tu ser, solo tú sabes cuanto lo anhelabas.
Aún no entendía porqué, aún no lograba entender que es lo que me tiene tan atada a él a pesar de su mierda de actitud hacia mi persona, solo sabia que tenía que mantenerme orgullosa pasase lo que pasase. Porque lo realmente cierto es que me educaron así, con mis principios y seguridades, no podría dejarme pisotear por alguien que ni siquiera conozco, que apareció de la nada pidiéndome sexo, de la nada como una hoja en otoño, no estaba preparada a la destrucción... No estaba preparada para Adirael.
¿Y si lo ha enviado él?
Mi subconsciente interrumpió mis pensamientos, me repetía que alomejor puede ser él, pueden ser enviados por Tyler.
¿Por qué a día de hoy me sigue atormentado? ¿Por qué no paraba?
Sólo me límite a sonreír al espejo, nada podía hacerme volver al pasado, ya no tenía ningún tipo de vínculo con ellos. Asique respiré liberada y decidí salir del cuarto de baño, cuando estuve fuera miré a mi alrededor para intentar averiguar donde había dejado mi teléfono móvil, no sé como ni cuando lo pierdo, pero ya era una rutina que no podía evitar.
Escuché un ruido procedente de la ventana, me distraje con esta y dejé de intentar buscar nada, el ruido era como de alguien trepando sin esfuerzo, asique me aseguré y me acerqué a saber quien coño era.
Cuando ya estuve cerca, me quedé unos instantes parada hasta que vi una mano apoyarse en el lateral del cristal.
No puede ser.
—¿Adirael?—. Inquirí confundida.
—¿No me echas una mano? Los cuerpos humanos han empezado a oxidarse... Tendré que buscar otro—. Dijo esto último como si fuera una grandísima idea.
¿Qué?
—¿Qué haces aquí?
—He tenido una visita del infierno bastante familiar y me ha recordado a ti.
—¿Por qué?
—Eso intento averiguar.
Adirael ya se encontraba dentro, lo hizo tan rápido que ni siquiera me di cuenta de ello. ¿Cómo cojones era tan rápido?
¿Cómo cojones sabe dónde vivo? ¿Por qué coño era tan extraño?
Eran tantas las preguntas sin respuesta que ya decidí dejar de formular ninguna.
—¿Te sorprende? Los demonios siempre hemos sido rápidos.
—¿Cómo has hecho eso?... ¿Cómo mierda me has leído la mente?
—La has dejado distraída, y pues he aprovechado.
Le miré y este sonrió como siempre, dejé vagar mis ojos sobre su cuerpo y sonreí sin querer hacerlo, me limité a bajar por él, como si estuviera poseída por una fuerza sobrenatural, como si alguien me obligase a hacerlo pero sabiendo que me gustaba. Adirael llevaba unos pantalones vaqueros negros que se ajustaban perfectamente a él, una camisa de manga corta con los botones desatados,permitiéndome admirar su tableta, y junto con ese estilo llevaba unas zapatillas carísimas, ni siquiera reconozco la marca de lo exclusivas que son. En mis adentros sonreía, cosquilleaba mi ser sin sentido y deducí que sería por el calor que había en esta habitación ¿Por qué mierda provocaba esto en mí?
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|ENTRE CAÍDOS|©
DragosteLucifer tuvo tres hijos que fueron enviados desde los cimientos del infierno a la tierra. Cada uno de ellos poseía la virtud del demonio. Adirael, Azatriel y Agares son egocéntricos y soberbios, mezquinos y groseros, con el atractivo de unos cuerpos...