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Asano tomó su teléfono y billetera, bajó las escaleras, se despidió de su madre, y salió de la casa. Fuera lo esperaba uno de sus amigos, Ren Sakakibara.

– Hey –saludó.

– Hey, Asano-kun –lo miró.– Parece que tienes vecinos nuevos –dijo sonriendo.

El pelinaranja levantó una ceja y miró hacia adelante, en la casa de enfrente estaba estacionado un camión de mudanzas. Parecía que, finalmente, aquella casa que había estado en venta por meses había sido comprada.


Un vehículo negro se detuvo en la entrada del garage, y de él bajó un hombre de traje, el chofer de la familia; se acercó a la puerta trasera y la abrió, mientras hacía una pequeña reverencia. Una mujer bajó, era alta y delgada, esbelta, tenía el cabello castaño y ondulado, ojos azules ocultos tras un par de lentes de sol Chanel y piel blanca, vestía con una camisa blanca, un blazer negro de bordes plateados, una falda tubo negra hasta las rodillas y tacones negros, cargaba un bolso de Louis Vuitton y un largo abrigo gris colgando de sus hombros. Se quitó las gafas, las colocó sobre su cabeza y observó la casa, para luego acercarse a los hombres encargados de la mudanza y ordenarles qué hacer.

El chofer cerró la puerta y dio la vuelta al auto, para abrir la del otro lado. Esta vez bajó una joven parecida a aquella mujer, blanca y delgada, ojos azules y largo cabello castaño, vestida con una camisa blanca con un moño azul en su cuello y una falda negra, con un saco beige, zapatos negros con algo de tacón y pantimedias oscuras. Tenía sus audífonos inalámbricos puestos y su teléfono en mano, tomó su bolso y suspiró, observando la casa.


Ren y Asano observaban a aquella joven.

– Hey, Asano...Tu nueva vecina es muy bonita –rió.

– Tch.

Un vehículo negro llegó, estacionándose delante de la casa. El chofer bajó y abrió la puerta trasera. Gakuhō Asano bajó, con un maletín en su mano; sonrió al ver a su hijo y su amigo.

– Asano-kun, Sakakibara-kun, buenas tardes.

– Bienvenido a casa, señor.

– Buenas tardes, Director.

– ¿Vas a salir?

– Sí, nos iremos ya.

– Lo siento, nos distrajimos con sus nuevas vecinas.

– ¿Vecinas? –levantó una ceja y giró.

El hombre había visto el camión de mudanzas, pero no le había prestado mucha atención.


De la casa salió la mujer, hablando por teléfono y mandando a los empleados de mudanza a la vez.

– Sí...No se preocupe, iré a primera hora a la oficina...Sí. Ah, denme un momento –alejó el teléfono.– Cuidado con ese sofá, su tela viene de Dubai y es costoso –regañó. Volvió a acercar el teléfono.– Lo siento, me decía...Entendido.


Gakuhō abrió los ojos con sorpresa al ver a aquella mujer, la reconocía. Su pulso se aceleró, y su garganta se secó de pronto. Asano levantó una ceja, era la primera vez que veía a su padre tan sorprendido, y tan... ¿Nervioso?

– Hey, Asano –lo miró.– ¿Saludamos a tu nueva y bonita vecina? –sugirió.

– Cállate, Ren –frunció el ceño.– Mejor vámonos, los demás nos esperan.

– ¿La quieres sólo para ti? –bromeó.

El pelinaranja chasqueó la lengua y empujó a su amigo para que comenzara a caminar. Ambos chicos se fueron.

Detention 🏩 Gakushū AsanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora