Capitulo 4

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Tengo que enfrentar la vida con una pasión recién descubierta. Debo redescubrir la irresistible voluntad de aprender, vivir y amar

(Andrea Bocelli)


Me arden los pulmones, me quema los músculos y mis pies me están matando. La mochila pesa y quiero agua. Pero no puedo parar de correr, por más que Morgan intentó protegerme no pudo hacerlo, él me encontró y me está persiguiendo.

Siento sus pasos cada vez más cerca y estoy tan cansada que tropiezo con mis propios píes. Al segundo está sobre mí. Pataleo y golpeo, pero no soy tan fuerte para él. Se sienta a horcadas sobre mí y yo no puedo ver su rostro debido el pasamontañas que lleva puesto.

Pone mis manos al frente con algo de dificultad ya que le sigo dando pelea, cuando logra controlarlas las amarra tan fuerte que me hace daño y grito al sentir el material incrustarse en mi piel. Hace lo mismo con mis pies. Se pone de pie y me observa llorar mientras lo maldigo.

—Suplica por tu vida —su voz es tenebrosa, distorsionada; me pone piel de gallina sólo de escucharlo. Pero nunca suplicaré, si voy a morir que sea dignamente. No suplique antes que tenía más razones para hacerlo, menos lo haré ahora por complacer a un energúmeno.

—Primero muerta —escupo y él ladea la cabeza mirándome desde su altura, asiente y toma algo del suelo luego me toma del pelo y me obliga a ponerme de pie. Grito de dolor. Maldita sea, ¿Por qué no solo me mata?

Siento la cinta adhesiva pegarse a mis labios y luego una tela negra cubrir mi cabeza. Mis sentidos se agudizan tratando de captar lo que hace, siento que me eleva y me pone sobre su hombro sin mucha delicadeza. Tiene mucha fuerza porque soy bastante pesada y me lleva como si nada.

Empieza a correr y mis costillas duelen por el trote, minutos después se detiene y siento la brisa fuerte y fría, hay mucho viento y puedo oler el salitre del mar, incluso puedo escuchar las olas romper en las rocas, muy cerca de nosotros.

Quedo cegada cuando me quita el saco y la claridad me golpea en lleno, observo a mí alrededor, estoy de frente a él. Detrás se observa el bosque tenebroso. ¿Qué hora será? Dentro del bosque creí era de noche pero aquí afuera el sol está radiante.

Se levanta el pasamontañas hasta la nariz y lo veo sonreír. Puaj. Asqueroso. Dientes amarillos y podridos, barba y piel arrugada. Hago una mueca. De pronto se pone serio y vuelve a bajar el pasamontañas me suelta y da dos pasos adelante e intento ir atrás pero la atadura en mis pies me lo impide.

— ¿¡Te doy asco!? ¿¡Te asusto!? ¡Pues debería! Porque ahora eres mía y que si no eres mía no eres de nadie, eres una perra sin valor, una asesina y me debes mucho, pagarás. —me dice y no me da tiempo a procesar lo que dice cuando levanta la pierna y me golpea.

Me patea en el abdomen con tanta fuerza que todo el aire sale de golpe, cerrando los ojos ante el dolor mientras salgo volando hacia atrás. Auch... duele. Espero la caída devastadora, pero nunca llega. Me desespero cuando noto que no he chocado con nada, que sigo cayendo, abro los ojos y estoy cayendo muy rápido por un acantilado. Las rocas se ven difusas mientras las paso de largo. Voy a morir. Su risa se escucha cada vez más lejos. Me tiró por un puto acantilado al mar abierto. Y en el remoto caso de que no caiga sobre una roca y sobreviva a la gran caída, me ahogaré. No sé nadar. Y aunque supiera no es mucho lo que puedo hacer atada de pies y manos.

Siento el agua engullirme y entiendo que ya no hay más quehacer, unos segundos después intento en vano subir pero mis manos y pies atados me lo impiden. Intento respirar y solo inhalo agua.

Detrás de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora