Capítulo 44

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Tomo la laptop y me siento en medio de la cama frente a la ventana, que da una vista de las luces que adornan el patio y más allá puedo ver el mar cuando el sol está afuera.

Abro el navegador.

¿Sí o no?

Tecleo: deseo sexual incontrolable.

No, eso no. Borro y vuelvo a buscar: técnicas para autosatisfacerme. Salen varias páginas asegurando que en diez minutos seré una experta. Abro una imagen que explica sobre el aparato sexual femenino y sus trucos, pero en cuanto doy clic me manda a otra página.

Una página porno... voy a cerrarla pero una imagen llama mi atención y como siempre la curiosidad gana, no me atrevo a abrirla pero me acerco en lo posible para ver mejor.

—Puedo ayudarte su quieres...

Doy un respingo al escuchar la voz de Keylan a mi espalda, la computadora casi cae al piso. Miro asustada a Keylan. Me encontró con las manos en la masa, sus ojos oscuros me recorren como si pudiera ver debajo de la toalla.

—Yo, no es lo que parece, estaba investigando otra cosa y yo... bueno, se abrió y solo tuve curiosidad, no suelo, no veo... —tartamudeo mientras me pongo de pie del otro lado de la cama, lo más lejos posible de él, haciendo malabares para que nada se vea.

— ¿Estas desesperada, no? Tu cuerpo vuelve a la vida y no puedes controlar lo que sientes — se acerca a mi despacio, como un cazador a su presa, yo retrocedo nerviosa por su presencia y su actitud, cuando la pared no me deja alejarme más sus dedos recorren mis brazos y antes de poderlo detener me acerca con agresividad a su cuerpo y posee mi boca, pero no me besa con rudeza, no, es un sensual y exótico, beso que me evapora la sangre, me aferro a él tomando su pelo corto entre mis dedos, sus manos me acercan más mientras una se desliza bajo la toalla y masajea mis glúteos.

Lo beso con hambre, con ansias y el me corresponde empujando mi cuerpo a la cama mientras se deshace con maestría de la toalla, dejándome expuesta para él.

—Dime Aysel, ¿qué quieres saber que el porno te pueda enseñar y yo no? — lo miro avergonzada y ofendida a términos iguales, aunque más excitada que las anteriores. Trato de levantarme para alejarme pero su cuerpo se cierne sobre el mío y sus manos empiezan a tocar mi necesitada piel — dime nena, que es lo que necesitas, yo puedo dártelo más que gustoso — sus manos toman mis pechos y busco sus ojos, él se sienta sobre mis piernas aunque sin poner todo su peso sobre mí, impidiendo así que pueda escapar, una de sus manos se pasea desde el borde de mis senos hasta mis vellos púbicos me remuevo inquieta. — hasta que no me digas no te podré ayudar, solo dime que buscabas y la tortura termina —asegura poniendo su palma sobre mi intimidad, tocando sin tocar, dando sin dar y volviéndome loca. Mi respiración se vuelve errática.

—Keylan... por favor yo solo... —me mira esperando a que diga las palabras mágicas, entonces la decepción mezclada con tristeza se apoderan de mis emociones y ahora solo quiero olvidar esa estupidez —quería tocarme, lo intenté pero solo conseguí frustrarme y...

Keylan se levanta de la cama y mi corazón se detiene al pensar que se iría por lo absurda que soy. No me da tiempo a pensar cuando va a la puerta, pone seguro y apaga las luces, dejando la habitación iluminada solo por las tenues lucecitas amarillas.

—Sube tus rodillas — ordena acercándose mientras se quita la ropa, lo miro confundida, él se acerca solo en bóxer y abre mis piernas, flexionando mis rodillas, dejándome expuesta — así tienes un mejor acceso y control — sus ojos se ven oscuros y su piel toma un tono cautivador con la poca luz. Toma mi mano derecha con la suya y la lleva a mi pubis, entonces se arrodilla entre mis piernas y se inclina hasta quedar a la altura de mis ojos, sus labios toman los míos mientras siento como toma dos de mis dedos y los hace rotar sobre mi eje, provocando que mi excitación aumente. —si presionas mucho antes de tiempo no conseguirás la fricción necesaria, hazlo así, suave lento... conociendo que te gusta y que no —su voz está en un tono grave hablando sobre mis labios, con su frente sobre la mía, la presión de sus dedos en los míos aumentan provocándome un gemido, no sé si es por su presencia o su técnica pero estoy sintiendo el orgasmo asentarse en mi vientre bajo con una velocidad extraordinaria.

Detrás de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora