Capitulo 21

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La detective Alessandria Montero tenía alrededor de dos horas hablando con Morgan por teléfono. Planificando con sumo cuidado la estrategia usar para atrapar a mis verdugos.

Mi hermano fue a la ciudad a reunirse con unos contactos y a preparar el plan B. Y siendo sincera lo extraño demasiado. Se me hizo un nudo en el estómago al verlo alejarse de mí.

Matt esta hecho furia porque no está de acuerdo con hacer una emboscada. Yo lo entiendo. Las cosas pueden salirse de control. No tenemos conocimiento del personal con el que cuentan, aunque ya sabemos de antemano que recursos tienen de sobra. No puedo olvidar el día que nos atacaron, mi piel se eriza al recuerdo volver a mi mente...

La mirada angustiada de Keylan es lo primero que recuerdo, sus labios moviéndose mientras decía que lo sentía. Mis brazos rodeando el cuerpo tembloroso de Samara mientras le susurraba cuanto la amaba.

Al levantar la mirada me encuentro con un enorme camión tipo tifón con unas defensas enormes viniendo a nosotros. Mi corazón se salta dos latidos. Todos los sonidos a mí alrededor se apagan, apenas puedo escuchar mi propia respiración bailando con mis latidos. Mi mente trata de procesar todo, puedo ver las luces, las figuras, los olores, aquí predomina el exquisito perfume de él, de Morgan.

— ¡Salgan del vehículo! — escucho su voz amortiguada. Estoy paralizada en las posibilidades. — Aysel, ¡deben salir, ya! — parpadeo, mi mente quita el filtro a sus palabras y actúo por impulso.

Paso mi brazo sobre Sam y abro su puerta. Y le grito que salga, o eso creo que hago, solo soy un cumulo de emociones y acciones involuntarias, supongo que el instinto de supervivencia que tan apagado tenía. Cuando compruebo que Sam y Keylan están saliendo del vehículo, abro mi puerta y poniendo mis manos en el pavimento salgo gateando.

De momento soy consciente que me toman por el pelo y me obligan a ponerme de pie. Mi cuero cabelludo arde por la tirantez. Mis ojos tratan de enfocar algo, mientras el imbécil que me tiene agarrada camina conmigo a trompicones hacia uno de los vehículos que tenían parados.

Mis ojos captan a Morgan de rodillas con las manos en la nuca, mientras al menos tres tipos lo apuntan con sus armas. Busco a Sam y la veo temblando de miedo mientras uno de los matones la tiene agarrada del brazo y le apunta con su arma. El nudo en mi garganta es tan grande que me cuesta hasta respirar. La culpa pasa por mi cuerpo como si una manta me cubriera, las imágenes de mi familia, los policías y personas que me acogieron pasan por mi mente, recuerdo a cada persona con la que socialice más de lo debido y mentalmente les pido perdón por ponerlos en peligro y pido al supuesto Dios que acepte en el cielo a los que murieron por mi causa. Porque más nada puedo hacer por ellos.

Mis ojos se encuentran con los de ella y solo trato de memorizar su cara, sus gestos, su sonrisa. Lagrimas calientes bajan por mis mejillas y un gemido de dolor se instala en mi garganta al verla llorar mientras me mira.

Mentalmente le ruego su perdón. Si alguien no merecía esto, ese alguien era ella.

El orangután que me tiene agarrada del pelo, trata de meterme en una camioneta, forcejeo con él, no le hare la vida tan fácil, pateo, y golpeo todo lo que puedo, mi cabeza duele como mil demonios con cada movimiento, pero no me importa, quiero sentir, recordar que sigo con vida y mientras la tenga debo luchar por mantenerla.

No recuerdo nada de las clases de defensa. Que fiasco de mujer.

Trato de girarme para poder sacarle los ojos al malnacido que me lleva a tirones, consigo alcanzar su rostro y meto mis uñas en su carne con toda las ganas que tengo, este me suelta y antes de poder analizarlo me golpea fuerte con el reverso de la mano. Me tambaleo por el golpe, mis sentidos anestesiados.

Detrás de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora