Después de tranquilizarme y ver sus caras entendí que era hora de hablar, ellos estaban en peligro por mí, se vieron a punto de morir solo por conocerme, les debo eso al menos. Que sepan porque sus vidas corren peligro.
Estamos todos en mi habitación, esparcidos en el pequeño espacio, en un silencio que no es incómodo, pero que huele a pregunta. Por lo que me armo de valor, aclaro mi garganta y hablo.
—Cuando era niña tuve que enfrentarme a muchas situaciones que no todo adulto sobrelleva. Con solo once años me vi metida en protección de testigos, totalmente sola. En dos años había perdido a toda mi familia. Ninguna casa de acogida me podía ni quería tener, porque llevaba muerte y desgracia a sus hogares. Para mantenerme con vida se perdieron unas seis, que yo sepa, seguro fueron más.
Respiro profundo infundiéndome valor. No me atrevo a levantar la mirada, tengo vergüenza. No sé porque sigo hablando, pero una vez que empecé hablar no pude parar. Ayudó bastante el hecho de que no me interrumpieran. Solo se quedaron callados escuchando atentamente mis palabras.
—Los agentes decidieron que era mejor cambiarme de casa, país, cuidad e identidad... todas las semanas. Hubo un momento en el que tuvieron que hacer una pausa por un mes. Porque ya no respondía a ningún nombre. Estaba bloqueada, había perdido mi identidad y ya no sabía quién era. Enmudecí, me recluí dentro de mí y apenas me notaba. Las imágenes de todas las tragedias eran mi compañía. Los policías, agentes, médicos y demás que me cuidaban provisionalmente eran muy buenos, amables, cariñosos. Pero ya yo estaba cansada. Cansada de rodar, de no tener algo constante. Ya me había rendido. Y a veces mientras dormía, tenía pesadilla o recuerdos muy vívidos. Muy fuertes. Pero eran tan realistas que yo empezaba a morir realmente. Mi mente lo creaba y mi cuerpo lo sentía. Empecé a sufrir una enfermedad llamada "síndrome de muerte súbita inesperada nocturna" (SUNDS), pero al parecer yo tenía que sufrir bastante porque no moría. Pasó tres veces...
—La primera vez estaba en casa de un policía que se ofreció a cuidarme el fin de semana, estaba con sus dos hijos. La más grande le avisó que estaba temblando. Cuando él llegó a mí, mi pulso y respiración eran tan artificiales que tuvieron que llamar a urgencias.
—La segunda me quedé dormida en una estación, me había escapado de quienes me cuidaban porque no quería que los mataran, eran unos señores muy amables y buena gente, deseaba protegerlos de alguna forma, anduve en la ciudad hasta que el cansancio me venció y me quede dormida en un banco del metro... tuvieron que reanimarme. Nadie había notado que la pequeña dormida en el sillón no respiraba.
—La tercera paso mucho tiempo después. Ya tenía quince años. Las cosas habían mejorado. Tenía un año en un hogar estable, estudiaba desde casa y era más sociable. Pero un día vi a un chico que me recordó demasiado a él. Mi hermano. Llore tanto, hasta caer rendida. Esa noche las pesadillas volvieron. Y desperté doce días después. Había entrado en coma por la falta de oxígeno. No había vuelto a pasar hasta hoy... Desde entonces la Doctora Sánchez, Psicóloga especialista en trastornos adolescentes estuvo cuatro días a la semana conmigo. Cinco años antes la habían asignado como mi contacto seguro y encargada de mi patrimonio. Cuando cumplí la mayoría de edad ella me ayudó a escapar de la seguridad, me dio el dinero que habían recaudado las fundaciones, una identidad falsa y un boleto de avión, me dijo que debía cambiar esa identidad apenas llegara al aeropuerto e irme a otro país, lejos, que no la contactara, que viviera y empezara de cero. En dos años había viajado a cuatro países. El dinero mueve el mundo y yo tenía dinero en ese momento, supongo que ella me dio todos sus ahorros porque estoy segura que todo ese dinero no había sido recaudado. Tenía que ir a donde los mejores para que me hagan desaparecer. Y así fue. Nashla Izan García había muerto a los dieciocho años de edad en un accidente de tránsito cuando escapaba de las autoridades, su cuerpo irreconocible fue cremado. Murió la única testigo y superviviente de la masacre vivida ocho años antes, donde su padre fue torturado junto a su esposa embarazada y sus tres hijos. La niña más grande sobrevivió porque estaba escondida.
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Detrás de ti
Mystery / ThrillerAlgo en él me asusta, mis instintos me dicen que corra, pero su mirada me deja clavada en el lugar. ¿Que debo hacer ante el misterio que él es para mi? Él quiere salvarme, me sobre protege y eso no me gusta pero me encanta a la vez. El amar signifi...