Capítulo 8

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Teníamos varios días viviendo con Keylan, las cosas estaban relativamente bien. Fuimos al súper, ayer fuimos a cenar y hoy cumplimos con la salida al cine que le debíamos a Sam. Créeme cuando te digo que es mejor deberle a un Narco que a esa mujer.

Cuando termina la película nos subimos al hermoso Jeep todoterrenos negro de Keylan, me he enamorado de su vehículo, es fantástico. Aunque la he pasado muy bien hoy, estoy muy inquieta, tengo ese malestar en el estómago de que algo malo va a pasar. Se lo comento a Sam cuando pregunta por mi silencio y me dice que esa sensación solo es hambre. Aun así no voy todo el camino pidiéndole a Dios que nada malo nos pase. Vamos ambas atrás por molestar a Keylan haciéndolo sentir como taxista. Dice que lo usamos.

Nos detenemos en un McDonald's a comer algo. Por petición mía vamos por Auto Mac, no quiero estar más tiempo fuera de la casa, me siento incomoda. Insegura.

Vamos por un lujoso y tranquilo vecindario, tenemos al menos veinte minutos conduciendo, salimos de la cuidad y estamos subiendo por una calle desierta a excepción de nosotros y Maroon 5 en la radio, es el camino de siempre a la casa de Keylan, encuentro que este residencial es demasiado alejado y solitario. Aunque la casa es realmente hermosa, voy tarareando cuando escucho el ruido de unas motocicletas.

Miro atrás y visualizo cuatro motos, Keylan mira el retrovisor y acelera. Sé que algo anda mal cuando uno de ellos nos rebasa y tira algo frente al carro. Keylan frena... pero ya es tarde.

Pierde el control del carro, un sonido fuerte provoca que gritemos, con una técnica consigue parar el carro antes de estrellarnos con un muro. El auto se detiene...

— ¿Porque paraste? ¿Qué está pasando? — Veo a Sam mirar a todos lados y temblar a mi lado.

—Nos pincharon las llantas, no podemos intentar escapar así, ant... —sus rostro se ensombrece y sigo su mirada.

¡Maldición!

¡Tr! ¡tr! ¡Tr! ¡tr! ¡Tr! ¡tr! ¡Tr! ¡tr!

— ¡Eso es una puta ametralladora joder! ¡¡Malditos dementes!!— grita Samara impotente, tapando sus oídos.

Uno de ellos está parado a unos quince metros del Jeep disparando con una AK 47.

Oh Dios mío...

Se desata la locura.

—Bajen la cabeza. No levanten la cabeza por nada ¿Me escucharon?— Samara y yo asentimos y rápidamente hacemos lo que dice, Samara ya estaba en la línea telefónica.

— ¿Qué quieren? ¿Por qué nos atacan? — pregunto a Keylan, este saca dos armas de la guantera y otra del bolsillo, las motos están dando vueltas alrededor nuestro, me ponen muy nerviosa.

Un golpe en el cristal trasero hace que el corazón casi salga de mi pecho, Samara y yo gritamos y nos encojemos más. ¡Maldita sea! Tengo mucho miedo. Las cosas no debían ser asi, no con ella aquí... miro a Samara y está llorando, tan asustada como yo.

— No lo sé Aysel, por ahora estamos seguros los cristales son a prueba de balas, pero temo que eso ya lo saben. Tranquilas, solo quieren asustarnos, por ahora no nos ven y nada de lo que hagan puede romper el cristal.... eso espero — lo último lo murmulla, pero yo lo escuché, justo le voy a preguntar a qué se refiere cuando suena la radio de Keylan, este inmediatamente contesta.

— Valle azul, frente a los Portorreal, cuatro tipos en R4 y R6, armas de atraco, imposible identificar. — Nos mira por el retrovisor — Llevo dos chicas de protección conmigo. —sus ojos encuentran los míos y puedo ver la impotencia en los suyos.

Detrás de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora