Capitulo 6

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Tenía la sensación de que la velada empezaba a parecerse demasiado a un reencuentro

(Gillian Flynn)



Buen día Aysel,

Ya estamos en casa mi amor, siéntete a gusto y trata de descansar, tu cuerpo necesita reposo.

Las pastillas son para el dolor, tómalas por favor.

Puedes desayunar tranquila lo que te preparé, vuelvo después del trabajo.

Estoy feliz de que al fin estemos juntos, juntos como siempre debimos estar y esta vez para siempre mi reina.

Eternamente tuyo,

M.


¿Morgan?

¿Qué — rayos — está — pasando — aquí?

Ésta no es mi casa, no lo es.

Me pongo de pies sin tocar el desayuno y empiezo a buscar señales de Sam o Morgan, incluso de Dem. Pero en esta que por cierto; es enorme solo hay dos puertas abiertas, la del baño y la de la habitación donde desperté. Hay una segunda planta pero de igual forma todo está cerrado.

Sólo la habitación donde desperté es parecida a la mía. Agarro a Tyra en mis brazos mientras me dirijo a la habitación y voy a cerrar la puerta, pero... ¿A que no adivinan?

¿No? Pues simple...

No tiene cerrojo, no tiene cerradura siquiera.

Se me ocurre algo. Si, suelo ser algo ocurrente, casi al mismo nivel de torpe.

Pongo a Tyra en la cama y me acerco a la cómoda.

Voy abriendo cajones y mi pánico crece cuando encuentro muchas cosas que había perdido, cosas como libros, ropa, accesorios... las manos me tiemblan cuando todo cae sobre mi como un balde de agua fría.

No puede ser.

Dios... estoy secuestrada. Con quién sabe qué clase de loco maníaco y pervertido. La urgencia de escapar me azota, siento el cuerpo vibrar lleno de adrenalina solo de imaginar un viejo gordo y peludo, con aliento a cigarro y ojos de asesino.

Debo salir de aquí.

Tengo, tengo que ponerme segura y... lejos.

Voy al armario tomo una lycra negra y una blusa, busco entre los zapatos y... hay ocasiones que ameritan ciertos... gustos, por así llamarlos. Ya me negué este tenis una vez y sinceramente no pienso negármelos de nuevo. No es mi culpa que Nike creara cosas tan hermosas, en mi color favorito y en mi talla y... ¡ah sí! Que me los encuentre en un closet con cosas mías no es mi culpa, por lo tanto; me los pongo.

Empiezo a buscar mi celular o con que comunicarme. Nada. En esta casa no hay tecnología alguna.

Intento abrir ventanas y puertas pero es como si estuviesen selladas. ¡Rayos! Quiero, necesito, y deseo fervientemente salir de aquí.

Keylan me lo dijo... Me avisó que esto podría ocurrir en el peor de los escenarios.

Y mírenme aquí...

Estoy secuestrada.

¡Maldita sea!

Mi cabeza empieza a doler con horrores, tengo que sostenerme de la pared para no caer. Todo se ve borroso, extraño pero unas imágenes llegan a mis retinas...

Detrás de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora