Capitulo 35

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Me siento en el sillón de Jane y verifico cuantos pedidos tenemos pendientes, dos para hoy, seis para mañana, tres para el viernes, uno para el sábado, doce para el lunes, cinco para el martes...

Espera. ¿Qué rayos? ¿Doce? Pero es que piensan venir a trabajar el domingo, porque es imposible que... Dios mío. Abro rápidamente los pedidos y son todas investigaciones científicas. La cabeza me palpita, me va a dar algo en cualquier momento. A quien se le ocurre aceptar todo ese trabajo para un mismo día y con tan poco tiempo.

Miro mi reloj, les voy a cortar quince minutos de almuerzo pero no es mi culpa que alguien aceptara esa locura, me pongo de pie y vuelvo a sentarme al sentir el suelo acercarse, esta situación no me gusta. Odio la vulnerabilidad en mí.

El sonido de la puerta llama mi atención, quizá sea un cliente, me acerco a ver y me sorprendo al ver ese par de ojos mirarme desde su altura. Abro la puerta y él pasa sin que le invite.

—¿Necesitas algo?

—Vine para llevarte a almorzar. —dice mirando los murales en las paredes, como si no los conociera todos.

—Ya almorcé gracias, puedes irte.

—No te estoy preguntando Aysel, nos preocupa tu salud, si quieres bajar de peso hazlo bien y no te mates de hambre ni te provoques una enfermedad, no está a discusión. —esta vez sí me mira y me pongo de pies sosteniendo su mirada.

—Bien. —le respondo calmada, con ese humor que se trae no se puede hacer nada, camino a la parte de atrás y en cuando abro la puerta las voces de los chicos sube varios decibeles, entro cerrando detrás de mí. —Bien chicos, es hora de recoger, sé que el tiempo prometido no se ha cumplido pero tenemos un problema.

La puerta detrás de mí se abre pero lo ignoro, Las bolsas empiezan a pasar recogiendo la basura y organizando todo, en cuestión de minutos no parece que se estaba comiendo allí, cuando todos toman asiento y me miran expectantes prosigo.

—Dylan, pon en la pantalla grande nuestra agenda por favor —en cuanto esta aparece empiezo a preguntar sobre cómo van esos trabajos, la mayoría ya están adelantados hasta el viernes. —Bien, ahora miren el lunes. —las reacciones son variadas, pero prevalece la de asombro. —No sé quién acepto esto, no me interesa saberlo, anoche fue un caos y no pienso permitir que eso se repita, por lo que tendremos que trabajar horas extras porque yo no pienso llamar a un cliente para cancelarle, así que si tienen amigos que puedan ayudarles son más que bienvenidos, estaremos aquí desde las seis de la mañana y nos iremos a las diez de la noche, las horas extras son para trabajar exclusivamente con los trabajos del lunes, el domingo trabajaremos hasta terminar, se les proveerá desayuno, comida y cena, no falten a sus clases y si terminamos temprano el domingo Keylan les hará una parrillada en la piscina. Lamento tener que tomar tales medidas pero espero que con ello aprendan a verificar la agenda, a consultar y sobre todo a valorar su tiempo libre y el de los demás. Si tienen alguna sugerencia, queja o lo que sea que necesiten no duden en hablar. Es todo de mi parte, manos a la obra.

Si Masha me viera no creería lo bien que manejé la situación, o eso creo. Jane se acerca y noto que Keylan sigue detrás de mí mirándome fijamente.

—Aysel lo siento, no me di cuenta... —niego silenciándola.

—Eso no sirve de nada ahora Jane, necesito que busques varios lugares donde podamos comprar la comida, que tengan un menú variado, haz un sondeo entre los chicos a ver que no comen y reduce el menú con eso, también quiero que para el próximo fin de semana, contando desde el viernes no aceptes ningún trabajo a menos que yo te diga y que quede entre nosotros, si hay cupo para entregar antes de esa fecha ofrécelo a los clientes. Eso es todo Jane, gracias.

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