treinta y nueve

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-¿A eso te referías con primer amor? -preguntó Jeon.

-Algo así... sinceramente ni yo lo comprendo, pero... su belleza era inigualable.

-En el océano era conocido como el príncipe más hermoso de las cuatro razas, nadie podía ganarle en ese sentido... Gracias por contarme la historia y ahora que la se te diré lo mismo que Tae Min, no fue tu culpa. Dijeras la respuesta que dijeras, Afrodita iba por él.

-Es una maldita perra.

-Y debemos buscar una manera de pararla. -entrelazo sus dedos con los del contrario. -No por mi... si no por Tae Min o por aquellos que puedan ser sus siguientes objetivos.

-Jung Guk... es una diosa, una maldita diosa. Seres como nosotros no podemos ir contra ella y los dioses no se meterán en esta pelea, estamos solos.

-Encontraremos una manera.

-Con Tae Min no lo pensé, pero realmente creo que solo quería su felicidad pues había pasado por mucho y estaba encargado de muchas cosas, realmente no me importaba que sucediera conmigo mientras él fuera feliz. Contigo es lo contrario, quiero ser feliz... desde hace siete años no me había dado cuenta de que en realidad sonreír por felicidad era algo que ya no hacía, siempre era por ganar o por destrozar y es algo bueno, no diré que no... pero a tu lado el concepto de felicidad cambia.

Si pudieran estar más pegados en esos momentos, entonces sin duda no desperdiciarían espacio alguno y se volverían uno... no podías ver donde estaba cada uno.

-¿Quieres que me quede contigo?

-Seré egoísta, no dejare que te alejes de mi lado y te protegeré, Ho Seok lo hará, Jin también, el capitán y Yoon Gi puede que lo hagan y Tae Hyung... bueno tratare de convencerlo, pero sin duda te protegeremos. Jung Guk, eres mi tesoro.

Ji Min lo sabía desde el primer momento...

Cuando conoció a Tae Min se quedó prendado de su belleza simplemente exótica, fuera de aquel mundo y totalmente diferente a todo lo que él conocía, le interesó conocer el mundo desde el punto de vista de otro ser y empezó a valorar las pequeñas cosas que sucedían ya sea en tierra o mar, realmente aprendió bastante de todo lo que le rodeaba y se imaginó que aquella sirena regresaría una y otra vez a su lado solo para mostrarle más cosas. Lo vio como un ser libre y no tenía la intención de ponerle una atadura, pues amaba con todo su ser aquella libertad que había aprendido con el paso del tiempo, amaba ver a Tae Min nadar desde la lejanía. Con Jung Guk fue diferente... quería estar con él a pesar de no conocerlo del todo, quería permanecer a su lado y verle sonreír porque consiguió hacer algo nuevo o simplemente porque se emocionaba cuando terminaba algo, era adicto a esos pequeños momentos donde simplemente no hacía nada, y con solo ver como su pecho se levantaba y subía solo por el simple hecho de estar respirando. Se obsesiono con sus ojos y su sonrisa, con su hermosa voz y su canto, con sus intentos de pelea y golpes...

Todo en él gritaba encerrarlo en algún lado y no dejar que ni siquiera la luz del sol manche su hermosa piel, pero elimino esos pensamientos el día en que lo vio nadar, ese momento fue sin duda especial porque descubrió que quería nadar junto a él y no solo verle hacerlo. Le tenía miedo a esos sentimientos tan profundos y abstractos, pero a la vez tan serios y desbordantes, sentía que en su mano tenía un tarro de cerveza y si no tiene cuidado con sus movimientos... todo el líquido se desbordaría, sería demasiado tarde para intentar arreglar algo. Pero al mismo tiempo, quería romper de una vez por todas el tarro, y descubrir que sucedería si todo se derrumba, quería descubrirlo junto a Jeon, su pequeño tritón.

over heat 지국 jikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora