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"Dicen que hay personas llenas de veneno, pero bendecidas con belleza y coraje."

Selina Lehnsherr no tenía un carácter muy dulce. A menudo era bastante insolente, posesiva, rencorosa... e impulsiva.

Pero sobre todo era ese tipo de persona que te miraba a los ojos y te mentía.

Si bien, todo esto se volvía poco relevante, atendiendo que también tenía la habilidad de disfrazar un defecto en una virtud.

Y tal vez eso era lo más interesante de ella.

Bailando con el viento de una noche sin luna alborotándole los cabellos y tomando cualquier cosa que viniera de una botella, pasaba su inicio de clases en los límites de Deep Lake.

-Lehnsherr... Apenas son las once-. Peter Malarkey se acercó hasta ella con la mirada dominante qué tanto lo caracterizaba. Sonrió quitándole el Jack Daniels, para darle un gran trago.

Ella suspiró lenta y prolongadamente

-Intento embriagarme lo suficiente antes de morir de aburrimiento

- ¿Aburrimiento? -. Frunció el entrecejo. - ¿Qué tienes en mente?

-Primero quiten a Kanye West-. Se empinó lo que quedaba de la botella. - Todo el mundo lo odia... Es un maldito mentiroso

-Y hablando de mentiras, ¿Qué te parece una ronda de verdad?

Selina soltó una carcajada, negando con la cabeza

-Eres muy predecible para eso-. Levantó una ceja, sonriendo

-Entonces vamos tú y yo, Lehnsherr-. Dijo una voz, detrás de sí.

Mercy Fallen, de piel pálida y pequeña estatura, la miraba maquiavélicamente mientras bebía un poco de vodka con jugo de arándano. Debía mantenerse sobria, siempre lo hacía.

Le gustaba fingir ebriedad, aun estando en perfecto estado. Esto le permitía excusarse o justificar de algunos comportamientos... o bien, ver el panorama completo tras estar con un montón de alcohólicos

Ser calculadora era lo que mejor la distinguía... Y Selina lo sabía, aunque se volvía poco inteligente en su estado y se convertía más en una figura retadora

-De acuerdo-. Aceptó, acomodándose en la silla con ese aire provocador que tanto la caracterizaba

- ¿No necesito recordarte las reglas, cierto? -. Exclamó posicionándose frente a Selina, quién le clavaba los ojos con una mirada eufórica

-La única regla es que no me atrapes mintiendo.

- ¿Has estado con alguien después de tu ex, Daniel Tanner?

-No, ¿Y tú has estado con alguien después de él?

-Unos cuántos. ¿Realmente intentó asesinarte o lo inventaste por despecho?

-Él me apuntó con un arma. ¿Tú le diste el arma?

-No. ¿Por qué discutían aquella noche?

-Estaba histérico porque probablemente le pegaste la clamidia, ¿De verdad tienes?

-De ser así ya la tendrías tú también ¿O no le atraías en ese aspecto?

-A diferencia tuya, no es lo único que tengo por ofrecer ¿Has visitado a Daniel en prisión?

-Se acabó el tiempo-. Mercy se encogió de hombros, desafiante

La injuria que había provocado en Selina se disfrazó en una sonrisa. Aquello acontecido tiempo atrás continuaba enfrentándolas y en cualquier momento colapsaría, provocando lo que Fallen deseaba.

Necesitaba salir urgentemente de allí pues sentía el enojo en la cabeza, en los brazos... En el pecho. Entonces escuchó la voz de Malarkey a sus espaldas

- ¿Ya te vas? -. Preguntó mientras la veía adentrarse en el bosque

-Iré a buscar a Clary-. Respondió tajante. -Ya es tarde.

Clarissa Geist es cómo esa resaca que se siente a la mañana después de una noche de muchas copas: Problemática y dolorosa pero llena de grandes recuerdos, si es qué quedan...

Supersticiosa es la palabra con la que mejor se describiría, pues culparía a cualquier tragedia en su vida incluso por haber cruzado debajo de una escalera.

Claro, a pesar de tener que lidiar con una gran paranoia no le decía que no a muchas cervezas en el medio de la nada.

Llegó a los límites de la ciudad, cuándo se alcanzaba a visualizar un letrero de Greendale.

Era un lago y el bosque lo que separaba a los pueblos. Estando en el medio de ellos, necesitaba localizar a Clarissa, quién probablemente estaba allí escondida con algún universitario

Intentaba llamar a su teléfono, pero no había señal.

Caminaba alrededor del lugar, temerosa de no encontrar sus propias huellas y perderse entre la maleza

El exuberante portento del bosque que de día se visualizaba cómo majestuoso, entró en el remolino de una pesadilla. Los árboles a su alrededor parecían una prisión viviente y el aire le golpeaba el rostro, cada vez más fuerte. Entre sombras tropezó y al incorporarse entre todo el silencio escuchó el ruido de varias motos, suspiró y se puso de pie, corriendo devuelta hacia atrás.

Las manos de Hiram Lodge habían comenzado a sudar. Frente al volante, con una gran jaqueca y la mente en blanco, parpadeó unas cuántas veces para aclarar su vista cuándo varias luces comenzaron a seguirlo.

Aceleró un poco más, le asustaba la cercanía que mantenían. Entonces se sintió rodeado y decidió detenerse

De pronto uno de ellos bajó de la motocicleta frente a él... un pañuelo rojo le cubría la mitad del rostro, aunque era capaz de reconocer aquellos ojos en cualquier lugar.

O quizá creía verlos en cualquier persona.

Pero no. Se encontraba frente a frente con su verdugo, quién metió la mano en el cinturón, sin apartar la mirada de su presa.

Desenfundó la pistola y le apuntó

Podía ver cómo su mano temblaba, lo cual demostraba que el arma estaba cargada.

Sus dedos amenazaban con tirar del gatillo, y él se sentía incapaz de respirar. La bala atravesaría el vidrio y probablemente lo mataría.

No podía moverse. Tanta adrenalina lo había dejado helado

Una parte suya se sentía aterrada, y otra deseaba desafiar al muchacho... y si este sería capaz de dispararle, cómo un Romeo dolido.

Mientras Selina salía del bosque, visualizó las luces de las motos y se sintió aliviada... pero conforme corría hasta dónde se escuchaba, notó un Ford Mustang, acorralado por varios motociclistas con los rostros encubiertos.

-Vámonos-. Gritó uno de ellos al verla

Aquél que llevaba el arma y tenía la mirada fija en Hiram ni siquiera se molestó en voltear

- ¡No! -. Gritó, ahora sostenía con más fuerzas el revólver

Lodge la miraba a través de la ventana. Por un segundo olvidó que le apuntaban con un arma y salió del auto lentamente y con el corazón en vilo.

Estableciendo contacto visual con su atacante, y con una voz firme, lo enfrentó

-No hagas esto aquí-. después dirigió su mirada a ella. - Vete

Pero, sin embargo, desde aquella esquina palideció... estática, cómo un cervatillo ante la mira de un rifle.

Los dedos del chico posados sobre el gatillo que amenazaban con tirar sobre Hiram, ante la mirada de ella, temblaron. Él hombre de traje negro estaba ahí por primera vez suplicante.

Con los ojos inyectados en sangre, disparó provocando que se estampara uno de los vidrios del auto y la chica gritara.

Él se cubrió con ambas manos del impacto mientras su ajusticiador se subía a la motocicleta. Todos los demás se fueron tras él, a una gran velocidad... Desapareciendo entre la neblina.

Una vez a salvo, Lodge corrió hasta dónde estaba ella.

Nights Without MoonlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora