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El encuentro con Hermione Lodge no le pareció precisamente muy sincero. No cayó en lo sobreactuado pues la mujer disfrazaba su nerviosismo con humor, que podía ser una buena táctica, pero resultaba contraproducente: Podía dar señal de que había bastante por ocultar.

También daba respuestas neutras. No entraba demasiado en detalles ni gesticulaba. Aquello solamente apuntaba a que Hiram Lodge se encontraba no muy lejos de ellas.

No emitieron una investigación, eso podría atraer personas indeseables o curiosos y alterarlo. La misma señora Lehnsherr aseguró que ella lo mataría si lo tuviese enfrente... Si le encontraban algo, sería en caliente.

- ¿La última vez que hablaste con ella discutieron? -. Le preguntó al cabo de unos minutos de iniciar el interrogatorio. El hijo del Sheriff Malarkey era un testigo esencial pero débil dentro de la búsqueda... podía notar cómo le temblaban las manos y su respiración acelerada que solo sacaba a relucir un atisbo de culpa.

-Así fue y sé que suena bastante mal, pero me molestaba su irracionalidad-. Respondió intentando tranquilizarse. -Que me rechazara no fue nada en comparación a enterarme que, del hombre de quién yo la protegía, era el mismo por el que no quería estar conmigo.

- ¿Realmente tu pensamiento fue tan ególatra para imaginar que necesitaba tu protección? ¿Por qué no hablaste con la policía? Tu padre es el sheriff.

-Precisamente, ¿Qué le iba a decir? ¡Yo no tenía pruebas y probablemente habría corrido el mismo destino que Daniel Tanner!

Wilson le dirigió una mirada glacial que le hizo reparar a Malarkey en su falla. Apretó los dientes furiosamente mientras el detective con un aire ensombrecido acercaba el cuello hasta él.

- ¿Qué sabes sobre eso?

-Que no fue un suicidio-. Respondió tajante

-Cuando te interrogue por tu visita la fecha previa a su muerte, dijiste que no tenías idea de nada.

-Fue después... Yo imaginé que habría sido él. y estaba tan obsesionado con Selina que enviaba un detective detrás suyo.

- ¿Un detective?

-Es lo que se decía en Riverdale

-Yo no trabajo con rumores. Son precisamente los que estropean un caso

-Pero yo estoy seguro de haberlo visto, tras ella

-Si a él le pagan no va a decir absolutamente nada-. Aseguró sin quitarle los ojos de encima, inalterable. - Estás aquí porque eres cercano a ella y necesito saber cualquier cosa sobre su paradero.

-Tiene el nombre que es lo importante, vayan tras él

-Recuerda que a quién buscamos es a tu amiga. Pero si lo localizamos antes así será.

La reaparición de Wilson Wayne le ocasionó un perjuicio: el caso de Tanner ya era una cosa, pero que ahora lo buscaran por Selina y además fueran a alterar a Hermione (que ya de por sí, se encontraba bastante desequilibrada) lo complicaría todo.

Su negocio con Penelope Blossom no era precisamente algo menos grave. Una red de prostitución que ofrecían roles de trabajo sexual a estudiantes de universidades prestigiosas que no contaban con una solvencia económica, era lo último en lo que debía involucrarse, sin embargo, prescindía de ello y de la menor cantidad de enemigos posibles.

Cuando ella le ofreció el trato tras el incidente con Hildegard, se negó rotundamente y le perjuro que no se involucraría en algo tan delicado, pero la situación había cambiado y ahora necesitaba la ayuda de la mujer, para deshacerse del detective que ya lo había estudiado bastante.

Deseaba volver a infundir el miedo de años atrás, el tipo de temor que lo convertía en alguien intocable y que garantizaba que, ningún detective de segunda se sentiría con la capacidad de destrozarlo. Por un tiempo decidió renunciar a esa imagen por amor a su familia, después por horror a sí mismo... y tiempo después, por devoción a una mujer.

Pensó que su tiempo con ella siempre sería igual: Él envejecería mientras la veía seguir caótica y resplandeciente. No la llevaría ante un altar a jurarle un amor eterno que en algún momento se desvanecería, deseaba morir con una última imagen de ella: Recibiendo los últimos rayos de luna antes del crepúsculo.

Después de que descubrió la verdad, naturalmente no volvió a ser la misma. Cada vez se veía más apagada y más fría, cómo si él estuviese consumiendo su vida.

Una de esas noches, se acomodó a su lado en la cama.

-Sabes-. Comenzó a decir al tiempo que lágrimas silenciosas rondaban por sus mejillas. - Hoy vi a mi madre.

Hiram se reclinó hacia ella, mirándola atentamente. Enroscó uno de los mechones de su cabello entre los dedos y lo soltó sobre la almohada.

- ¿Y qué pasó? -. Quiso saber mientras continuaba contemplándola. Le provocaba remordimiento pensar que, la encontraba aún más bella cuando lloraba: las mejillas se le enrojecían y sus labios temblaban atrayéndole aún más la curvatura de estos... Sus pupilas se dilataban tanto que lucía cómo un personaje sacado de la imaginación.

-Parecía que lloró lo suficiente como para secarse. No podía ni articular. Era cómo un cadáver en su última expresión antes de morir... Jamás la había visto así-. Sollozó. - Después de todo ella me amaba

- ¿Ella te vio?

-No.

-Seguramente fue difícil

-Son las consecuencias de haber consumado una relación que jamás debió ser

-Lo lamento

-Dijiste que no ibas a lamentarlo-. Le clavó la mirada a manera de reclamo. - ¿No lo recuerdas?

-Sólo soy otro hombre haciéndole una promesa a una mujer.

-Promesas patéticas-. Resolló. - Podrían verse todas y cada una de ellas cómo estrellas flotando a través del universo y su existencia misma.

Cerró los ojos por un momento digiriendo las palabras. Lo menos que necesitaba eran sus reclamos y ella no podía sentirse completamente inocente. Después de todo, se encargó de seducirlo.

A punto de quedarse dormido, deseó darle un último vistazo, pero al voltear ya no estaba a su lado.

Nights Without MoonlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora