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Había bebido descontroladamente durante el sábado por la noche.

Las ojeras le daban un aspecto aún mayor y sus ojos, qué eran relucientes cómo una noche de luna se mantenían penetrantes al igual que el brillo de ésta.

Creyó que manteniéndose ocupado cómo profesor de una ciudad pequeña, dejaría los viejos hábitos: Botellas de licor alrededor de su cama, correr alrededor del barrio a la media noche o cenar en la bañera

Sin embargo, parece ser que sus repercusiones eran infinitas y lo seguirían para siempre. Ya fuera en recuerdos que se manifestaban cómo pesadillas y lo hacían gemir y agitarse, o en una sonrisa que lo perseguía desde el primer día que la vio

Entonces, se tomó un poco de tiempo para contemplarla.

Llevaba una blusa de manga larga con escote en forma de "V" que dejaba entrever un par de lunares... sentada frente a él, bebiendo una malteada posiblemente de vainilla, por el color que se discernía a través del vaso

Entonces el timbre sonó y salieron todos, excepto ella

Selina reía introduciendo lentamente el sorbete en sus labios. Absorbió un poco de él haciendo presión con ellos de una manera hasta insinuante que lo ensombrecía.

- ¿Desea un poco? -. Preguntó tras notar la mirada insistente del hombre.
Sabía lo que provocaba en él y aun así se atrevía a fingir demencia.

-No-. Respondió en seco. - iba a decirle que está prohibido el consumo de alimentos aquí dentro

-Tiene razón, lo lamento

Ella retiro la tapa sin apartar los ojos de él y la estrujo entre sus manos con un sonido fiero y hasta erótico. Después acercó los labios para beber un poco directo del vaso. Mientras jugaba con el líquido, pasándolo por la lengua a través del paladar y alrededor de su boca, un poco del contenido de éste se vacío en el escote.

No pudo evitar observar el recorrido del fluido blanco a través de su pecho, perdiéndose entre el interior de la piel y se obligó a quitarle los ojos de encima. Aunque sentía cómo su rostro se calentaba

- ¿Tiene una servilleta? -. Le preguntó cómo si no estuviera consciente de la manera en que la miraba

-Iré por un par-. Respondió apartándose.

Salió de la oficina y cerró la puerta tras de sí. Fijó su mirada en la pared, respirando agitadamente

De pronto, se apagaron todas las luces del lugar.

Miró el reloj, eran las nueve y cinco, ya no quedaba casi nadie en la escuela.

Probablemente sólo él y ella.

Pensar en la posibilidad le provocó un escalofrío, debía buscar las servilletas que le pidió para limpiar la mancha en su escote.

Pero de sólo pensar en ello, tenía la entrepierna dura y una sed insaciable.

La deseaba. Y eso le preocupaba.

Mientras caminaba entre los pasillos rogaba falsamente por llegar y que ya no estuviera ella. Poder sentarse y olvidar lo que había visto. Lo que había sentido.

Incluso pensaba en irse.

Pero la tentación era terrible y sólo se engañaba a sí mismo

Encontró un par de servilletas y caminó de nueva cuenta hasta la oficina, instintivamente se cercioro de que no hubiese nadie más entre los salones a su alrededor

Estaban completamente solos.

Abrió la puerta y entró lentamente. Dio un vistazo hacia afuera de nueva cuenta. Suspiró y notó que el par de servilletas en sus manos comenzaba a mojarse por el sudor que producía.

Empujó levemente la puerta hasta cerrarse, y entonces volteó hacia dónde ella estaba

Se mantenía sobre el escritorio. Sentada en él.

Selina colocó los dedos sobre la parte inferior de su blusa sin apartar la mirada de Hiram, y se la quitó en cuanto escuchó la puerta cerrarse...

Él se detuvo en seco al mirar la escena.

- ¿Qué es lo que hace? -. Se viró nuevamente hasta la puerta

- ¿Nunca había visto a una mujer desnuda?

Bajó del escritorio con un tono de burla, caminando hasta él. Hiram conoció la verdadera sensación del recorrer de la sangre por sus venas, tan espeso y lúgubre que sólo allí sintió fulminar ante la figura apetecible

-No a una de mis estudiantes-. Dijo él muy serio, intentando contenerse. Sin embargo, la tenía ante sus espaldas, sin la mitad de sus ropas y seguía siendo una mujer divina ante un hombre sediento. Lo que sea que pudiera detenerlo en el momento dejaría de cobrar importancia ante una oportunidad de ese calibre

- ¿Había mirado a alguna de ellas cómo me mira a mí? -. Finalmente preguntó. Él frunció el entrecejo, aun evitando mirarla

-Debe estar confundida

Ella se acercó hasta su cuello, susurrándole al oído cálidamente

- ¿Por qué? ¿Acaso usted se siente confundido?

Su voz había terminado de erizarle la piel aun cuándo se mantenía firme. Tenía un aroma a canela... diferente al que normalmente usaba y se sintió extrañamente seducido

Se viró hasta dónde ella, frente a frente, mirándola a los ojos esta vez.

-Selina... No debemos-. La retiró recordando la prudencia

- ¿Por qué no?

-Eres una niña y estaría mal.

- ¿Intenta convencerme a mí o a usted mismo? -. Se llevo una mano a los labios, entre risas

-Creo que a ambos.

-Ya sabe lo que dicen... El placer es mayor en secreto-. Se acercó ante la esquina del labio y posó su boca húmeda sobre él, deslizándose sanguinariamente y los retiró, mirándolo a los ojos otra vez.

- ¿Quién lo dice?

-Lo digo yo-. Besó nuevamente su cuello, con una risita.

-Podría ser tu padre-. Exclamó cediendo ante su seducción. La lengua de ella se paseaba desde su cuello hasta el lóbulo de su oreja

-Pero no lo es-. Murmuraba por lo bajo,acercando su pecho al de él y sintonizando sus latidos que cada vez, eran máspresurosos. Distinguió el fuego en su mirada y abrió la boca lentamente. - Mipadre está muerto-. Susurró en un tono tan cavernoso que lo sobresaltó. Cuandoél la retiró y la tomó fuertemente de los hombros, se despertó... completamente empapado en sudor...

Nights Without MoonlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora