20: Sudor

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-Parece que acabas de ver a un fantasma.

Fueron sus palabras mientras descendía de la escalera. Catalyn Lehnsherr tenía una capacidad de ver a través de las personas, las palabras y las mentiras.

Cambiaba el color de su cabello casi todo el tiempo... de sus uñas... e incluso el de los ojos que se adaptaban la ropa que usaba.

-Bueno, llevas meses prácticamente muerta-. Protestó.

-Tenía asuntos pendientes-. Le dio un par de vueltas a la copa en sus manos, sin apartar la mirada de su hija quién, se veía potencialmente destruida.

-Iré a la cama-. Señaló, pasando a un lado de Catalyn quién la tomó del brazo y chistó

- ¿Estás cansada?

-Fue el cumpleaños de Clarissa. Creí que había bebido bastante pero ahora veo que no fue lo suficiente

Se soltó lentamente, aún atónita ante la presencia de su madre quién simplemente asintió

-No necesito recordarte mis reglas ¿Verdad?

Lo último que escucho fue la puerta cerrarse.

Sólo el amor te lleva al egoísmo.

Te vuelves egoísta con todos, sin siquiera darte cuenta. O tal vez si lo haces, pero no te importa. No tienes capacidad de consciencia porqué te has vuelto egoísta contigo mismo también y has olvidado tus prioridades por alguien más

Has dejado de lado el tiempo, tu estabilidad mental y te has culpado por la ausencia de quién se ha olvidado completamente de ti.

Te has levantado por la mañana y notado que no se ha molestado en llamarte, en enviarte un mensaje... ni siquiera en llevarse su esencia, qué permanece latente en tus pensamientos, en tus labios y en tu piel.

Has ido a ducharte, dejando caer el agua a través del cuerpo para que se disfrace entre lágrimas, a fin de tomarte un tiempo a solas (sí, incluso más). En desnudez con tu alma que también llora y no ha encontrado la manera de curarse porqué la medicina misma no puede llegar tan lejos.

Te vas a dormir y hay una canción que te hace pensar en su ausencia... hasta que te quedas dormido.

Y es allí dónde te preguntas quién de los dos es más egoísta: Aquél que no llama, o tú por seguir esperando que lo haga; aunque eso implique hundirte en la miseria.

Por eso es qué el amor te lleva al egoísmo

Lo pensó durante meses, lo olvidó por un tiempo y lo recordó otra vez.

Al final siempre lo recuerdas.

- ¿Es muy temprano para preguntarte si sabes algo?

Catalyn se recostó en su antigua cama con dosel de encaje blanco y pequeñas orquídeas dibujadas alrededor. El último viento de la noche entraba por la ventana abierta, anunciando al crepúsculo.

-Algo tarde, de hecho-. Susurró, apoyando el teléfono en su hombro.

- ¿Viste a tu hija?

-Ya está dormida... apenas y miro.

-Bueno, tal vez deberías ir a dormir también-. Logan Hildegard dejó escapar una pequeña risa. Ella suspiró mirando a través de la ventana.

-En este lugar no es fácil dormir

"Soñé que pedías vernos porqué me extrañabas y querías un beso"

Fue recién que se marchó. Llevaba uno de sus clásicos trajes... de pie junto al Ford Mustang. Era como si ella no recordase nada de lo que había pasado y sólo se arrojó a sus brazos.

Pero al despertar estaba sola otra vez, a mitad de una noche fría y larga.

Y así paso, durante varias.

Se quedaba despierta hasta la madrugada. Sabía que, si dormía, él aparecería.

Era la única forma en que lo vería y no quería hacerlo.

Escapó de su realidad por un par de días alegando sentirse enferma, pero no pudo hacerlo por siempre y en algún momento debía regresar. Cuando lo hizo recorrió el estacionamiento del instituto en busca del Ford Mustang
Pero por supuesto, no estaba.
Al dirigirse a su oficina, visualizó a una mujer de cabello rubio y coleta alta, que escribía su nombre en el pizarrón
"Melissa Hastfield"

Definitivamente se había ido y no quedaba más que adaptarse a la idea e intentar reparar un poco de la inestabilidad que durante su amorío se fue provocando a sí misma.
Empezó con la única persona que en realidad nunca había podido mentirle, hasta entonces. Ambas eran cómo hermanas y frecuentaban hablar de todo, pero la situación las había colocado en un distinto plano.

-Clary, lamento mucho lo de tu cumpleaños. Debes estar muy molesta por haberme ido sin decirte, pero, te juro que te diré todo lo que ocurrió

Selina conocía a Clarissa y esperaba la peor reacción de ella, ya sin importarle mucho lo que pasara. Sin embargo, ella la miró durante unos momentos que se sintieron eternos, para después estrecharla fuertemente... cómo si nunca quisiera soltarla.

-Lo sé-. Susurró en su oído. - Lo sé todo ahora.

- ¿Lo sabes? -. Su voz se cortó. A pesar de ser su mejor amiga, jamás le dijo nada por lo que se sintió sorprendida

-Debe ser muy difícil para ti todo esto...

-Pero ¿qué es lo que sabes? -. Se retiró lentamente

- ¿De Tanner? Pues apareció en las noticias...

- ¿Tanner? -. Selina se sobresaltó, ante la mirada intrigante de su amiga

-Si... apenas lo hicieron público hoy por la mañana, pero cuándo lo encontraron muerto y vi que fue la noche de mi cumpleaños, creí que te habían llamado y por eso te fuiste... ¿Estás bien?

Un escalofrió la recorrió por completo. No podía creer lo que le decía Clarissa, pero ahora estaba segura de que ella no se refería a lo ocurrido con Hiram Lodge

Tras notar el entrecejo fruncido de la pelirroja, se decidió a hablar

-Si... fue por eso-. Respondió en seco. - Pero no me dijeron mucho

-Al parecer se suicidó en su celda...

Un suicidio era lo que Mercy Fallen leía en todos lados... En las noticias, en los periódicos... y los twits que se encontraban llenos de compasión a diferencia de las de un año antes... que sólo se encargaban de llamarlo drogadicto y homicida.

Y él no era un homicida, estaba segura. Había visto sus ojos miles de veces y sólo era capaz de reconocer el dolor en ellos, porqué eran iguales a los suyos.

Realmente lo amaba, pero los celos de a quién alguna vez llamó su amiga, se habían interpuesto.

Y él no se había suicidado, lo sabía. No pudo haberlo hecho sobre todo después de la última vez que lo vio.

Llevaba entre sus manos el libro que le dio un par de días atrás en la prisión, y que le pidió que no abriera hasta el momento en que no supiera de él.

Daniel sabía lo que pasaría y confió en ella. Aunque Mercy buscó la manera de ayudarlo ya era demasiado tarde

Lo sostuvo frente a sí, leyendo el título en su portada: Al filo del anochecer de Sídney Sheldon... lo abrió en la página 49 y un sobre cayó entre él.

Nights Without MoonlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora