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- ¿Cuánto piensas quedarte? -. Le preguntó al teléfono una vez que la conversación adquirió un tono serio. Hiram suspiró indeciso.

-Aún no tengo certeza. Desde hace tiempo planeaba moverme a un punto más cercano al de mi familia. La última vez que arremetieron contra ellas tuve suerte de llegar a tiempo.

- ¿Crees que estarán más seguras contigo cerca?

-Nadie debe enterarse que he vuelto para quedarme, eso mismo podría desencadenar algo peor

-Debes tener más cuidado, sobre todo con Penelope Blossom-. Luigi le advirtió. Tras haber sido uno de los amantes de la enigmática mujer sólo le quedaba temerle y respetarla, cómo a toda poderosa.

-Ella no dirá nada-. Aseguró. - Tiene peores cosas de qué preocuparse. Le propuse una alianza porque si estoy en el negocio con ella, no podrá hacer ningún movimiento contra mí.

-Ebrio y arrepentido, fue una buena estrategia. ¿Pero qué pasara el día en que ya no quieras trabajar con ella?

-Tendré que desear estar muerto para ese día.

Cuando llegó a su destino, colgó el teléfono y lo guardó en el interior del saco. Sostuvo el ramo de preciosas amapolas rojas y atravesó el camposanto, buscando entre las criptas familiares hasta dónde reposaba su madre entre olores que Hiram describía sin vigor ni intensidad, pero estridentes.

Se postró ante ella y le acomodó las flores a un lado, mirando la imagen de lo que fue la mujer y reuniendo un gran esfuerzo por hablar entre el penumbral silencio.

-Han pasado años-. Comenzó a decir pesaroso, acariciando la lápida. - ...Y solo hasta hoy acumule valor por venir a verte.
Recuerdo la noche en que te fuiste. No me preguntaste cómo arreglaría los gastos del tratamiento ni de dónde había sacado el brazalete que acomodé en tu muñeca, con el tiempo habías aprendido a dejar de hacer preguntas y eso me quitó ligeramente un peso de encima... Por primera vez no le encuentro un sentido a mi vida: Se lo que es tener todo y perderlo;  Tal vez estoy en punto medio, si no es que ya arrasé con todo límite y por eso ya no me asusta nada, quizá lo único que realmente me aterraba era hacer esto: Ponerme de pie ante ti, siendo quién soy ahora y sabiendo que ni así te avergonzarías de mí. Fuiste la única que no lo hizo.

No lloró, aunque ella mereciera esas lágrimas. Hiram Lodge era un hombre que negaba su propia naturaleza, pero cedía a sus impulsos más oscuros.

Sabía que esa oscuridad atraía la luz, pero no se permitía ser consumido por esta.

Cuando condujo devuelta a Virginia, sintió a su madre durante todo el camino. Percibía el aroma, la sensación de una mano sobre su hombro y sobre todo la tranquilidad de que ahora ella descansaba en paz, alejada de sus tormentos.

Deborah Lodge tuvo una muerte interfecta y dolorosa pues había sido epiléptica. Hiram fue su único hijo y su padre, Colton Lodge los abandonó cuando él tenía dieciséis, haciéndolo responsabilizarse a una edad muy temprana de una madre muy enferma y del hambre en su casa.

Muchos dirían que se fue por un camino fácil, pero estaban equivocados. Quizá era un camino rápido, pero de ninguna manera fácil, Lodge era totalmente consciente de que su felicidad nunca se prolongaría lo suficiente y muy seguramente ya llevaba más de la mitad de su vida hecha.

-Hola-. Lo vio entrar con sumo sigilo a la propiedad. Hermione se mantenía sentada en un sillón de la sala mientras leía una revista de Verónica sobre moda.

-Hola-. Respondió cerrando la puerta tras de sí. - Vine por un par de cosas que dejé la última vez aquí... ¿Y Verónica?

-Revisa el garaje-. Señaló. - Y ella ya está dormida.

Nights Without MoonlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora