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CUATRO

Mientras conducía de regreso a su casa, se mantenía preocupado por aquella joven.

Si bien, la única razón para pensar que era el culpable del asesinato de su padre era un apellido, este daba vueltas en su cabeza.

Pero había más... Se trataba de una sensación extraña. Veía a varias personas en un día y a pesar de eso solamente pensaba en ella.

Estaba en su cabeza.

En aquel momento la asocio con su hija, Veronica. Tal vez extrañaba tanto a su niña qué la veía reflejada en otra adolescente de su edad, que también lidiaba con la ausencia de una figura paterna

Sabía que no podía cometer más errores. Uno más y acabaría en prisión. Por eso viajo hasta Deep Lake. Era el tipo de lugar que te hacía olvidar quién eras, de tan aburrido que era.

O eso pensaba.

No podía conciliar el sueño durante las noches: Armaba una tras otra teoría en torno a la vida de ella. ¿En dónde se encontraba su madre? ¿Tenía alguna idea sobre quién era él?

Pero la pregunta que más lo invadía era si ella sabía la verdad de la muerte de su padre... Y en manos de quién estuvo.

Sentía la gran necesidad de protegerla, tal vez por esa razón: Si bien ya se consideraba el culpable de aquella desgracia... Pero también pensaba que debía alejarse...

Tal vez apoyarla económicamente... Enviarle dinero de forma anónima... Regalarle alguna propiedad en aquel nefasto pueblo.

Pero eso no lo compensaría...

El Hiram de antes pensaría que sí. Que el dinero sería suficiente, pero no.

"Tal vez estaría mejor si nunca hubiera venido a parar aquí" pensó mientras la veía sentada en el pupitre... "No. Ignorar los hechos no significa que el daño no esté latente"

"¿Qué le habrán dicho al respecto?" "¿Vivirá sola?" continuaba indagando.

Entonces ella levantó la mirada hasta él.

Se sintió descubierto, intentó voltear hacia otro lado... Completamente avergonzado

Selina se llevó el lápiz a la boca y comenzó a morderlo, intrigada.

No era la primera vez que lo sorprendía haciéndolo y pensó que era algo extraño

El timbre sonó. Todos se disponían a salir cuándo para su sorpresa, Hiram se dirigió a ella.

- ¿Selina? ¿Puedes esperar un segundo?

Las mejillas se le encendieron mientras guardaba sus cosas a toda prisa. Se quedó delante, nerviosa y con la intensa impresión que le provocaba un hombre tan imponente cómo él.

-Sí, señor Lodge-. Se sobresaltó un poco. Sin embargo, a pesar de la mirada amenazante de su amiga quién la esperaba de pie en la puerta, caminó hasta él.

-No puedo evitar recordar tu expresión desde el incidente-. Comenzó a decirle en un tono muy bajo. - ¿Te encuentras bien?

-Sí... Tan sólo yo suelo asustarme cuándo le apuntan con un arma a alguien

Él esbozó una pequeña sonrisa, levantando ambas cejas

-Eran una pandilla de asaltantes, la denuncia está hecha...pero debiste haber corrido, pudieron lastimarte

- ¿Por qué no lo hicieron?

-No lo sé-. Bajó la mirada unos momentos.

Por supuesto no hizo ninguna denuncia. En lugar de eso, llamó a la aseguradora, llegó a su casa y se sentó en el sillón. Tras meditar más detenidamente en el riesgo que corría, decidió contratar a un viejo amigo cómo su investigador privado. Pero a pesar de eso pasó varias noches sin poder conciliar el sueño. Comenzaron los delirios de persecución.

Nights Without MoonlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora