capítulo 35

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Pasaron varias semanas desde la cita, Noah venía a visitarme todos los días ya que mi tía se quedaba a dormir conmigo a cuidarme. Ella siempre que llegaba miraba mal a Noah, el solo se despedía cortesmente y se iba. Hoy me daban de alta, estaba ansiosa por salir de aquí.

- ¿Lista? - Preguntó mi tía abriendo la puerta de la habitación.

- Lista- le sonreí mientras me terminaba de poner mi tennis derecho.

Me levanté de la cama y caminé junto con mi tía fuera de la habitación. Los chicos y mis amigas se encontraban afuera, me sonrieron y trataron de acercarse a mí.

- Ni se atrevan -me tía me agarró del codo y me jaló.

- ¿Qué? -la miré sin comprender, todos se quedaron congelados en su lugar.

- No quiero que le vuelvan a ver, ni siquiera hablarle ¿de acuerdo?

- Pero...-antes de que pudieran contestar me llevó al elevador , y lo único que captó mi vista antes de que las puertas se cerraran fueron sus miradas desconcertadas.

- ¿Qué fue lo que paso ahi?

- No quiero que te juntes con ellos.

- Tú no vas a ordenar mi vida, por que eso es ¡MI vida! -elevé la voz y me dolió ligeramente la cicatríz.

- Claro que puedo, tengo tu custodia y decido que es lo mejor para tí.

- ¡Pues pronto no la tendrás!

- Pero mientras tanto harás todo lo que te digo y fin de la discusión.

Me cruzé de brazos y miré hacia el frente-¿porqué este repentino cambio? ¿Qué le sucede?- Puse los ojos en blanco, las puertas se abrieron y caminamos hacia afuera de el hospital directo al estacionamiento. Subimos al auto y arrancó. Todo el camino fue un silencio incómodo, de esos que jamás había tenido con ella.

Llegamos a nuestro dulce hogar, aunque ahora tal vez no sea tan dulce ni agradable. Bajamos del auto y tan rápido como mi tía abrió la puerta, la atravesé y subí las escaleras.

- ¡_________'! ¡Ven aqui!

- ¡No! -le grité de vuelta.

- No me contestes así señorita -me reprendió mientras me seguía por las escaleras.

- Pues no manejes mis amistades -llegué a mi habitación, cerré la puerta y le puse seguro.

- Abre la puerta -escuché como se movía la perilla.

- Déjame tranquila.

- ¿Así pasaremos el día en el que sales de ese lugar? -dijo desde el otro lado de la puerta.

- Si, ¿tambien tendrás problemas con eso? -le contesté, me recargué en la puerta y resbalé por ésta hasta llegar a sentarme en el suelo.

- Bien, así será. Tengo que ir a trabajar.

- Como siempre.

- Cuando regrese espero y ya hayas meditado las cosas -escuché sus pasos alejarse de la puerta.

Me quedé sentada unos minutos ahí, ¿Dónde quedó mi tía la cariñosa? ¿La que confiaba en mí? ¿La que no importaba qué, siempre trataba de sacarme de mi habitación? ¿A la que no le importaba si llegaba tarde al trabajo? ¿Dónde quedó? Me levanté y me recosté en mi cama, cerré los ojos y traté de tranquilizarme.

- Hey.

- ¡Aah! -solté un grito, abriendo los ojos sentándome de un salto en la cama, mirando hacia mi balcón.

- Tranquila.

- Me asustaste.

- Así haz de tener la consciencia - levantó ambas cejas y cerró la puerta.

- ¿Qué haces aquí?

- Hola hermoso Noah, un gusto que estes aquí, me encantas -agudizó su voz.

- Yo no hablo así.

- Pero estaba cerca.

- ¿Qué haces aquí?

- Bueno, me dijeron que tu tía no dejo que nadie se te acercara a tí. Ni siquiera Mar o el otro tipo-puso los ojos en blanco.

- Se llama Mariana

- Como sea-se encogió de hombros y caminó hacia mí.

- No sé que es lo que está pasando con ella.

- A mí tambien me dijo que me alejara de ti -se sentó a mi lado.

- ¿Qué? pe--pero no lo harás.. ¿cierto?

- Uhm..

- ¿Noah?

- Oye ¿no tienes hambre? -preguntó.

- No me cambies de tema.

- No lo hago, enserio tengo hambre -se sobó el estómago.

- Bien, vamos a la cocina- me levanté y caminé hacia la puerta, le quité el seguro y la abrí, voltee a verlo- ¿Vamos?

- Claro -se levantó con una sonrisa burlona en sus labios, caminó hacia mí y me robó un rápido beso.

- ¡Hey! -no pude evitar reír.

- Necesitaba uno -se mordió el labio inferior.

Noah no había dejado que le hiciera de comer, quiso pedir pizza. Nos encontrábamos en la sala, uno frente a otro. Tocaron el timbre.

- ¿Vas? -le pregunté.

- No, es tu casa, ve tú.

- ¡Qué te pasa! Tienes que ser caballeroso -agarré una almohada y lo golpeé.

- ¡Hey! - río- Y tu más fuerte..

- Oh, no debiste decir eso Schnapp -lo golpee repetidas veces con la almohada, mientras el solo se cubría la cara con los brazos.

- ¡Para! -gritaba acompañado de risas- Para -agarró la almohada y la aventó- ¿Ahora ya no eres tan valiente, cierto?

- Uy, ¿y qué me harás? -provoqué acercándome a sus labios.

- hmm, no hay beso hasta que vayas por la pizza

- Por quéé -alargué la "e" e hice un puchero.

- Por que si, vamos, levanta ese sexy trasero -tocaron el timbre de nuevo.

- Bien -me levanté, Noah me dió el dinero y fuí hacia la puerta.

- Buenas noches, pizza mediana de pepperoni -sonrió el repartidor.

- Buenas noches, su dinero -lo tendí.

- Si compartes la pizza conmigo, no te cobro.

- ¿En serio?

- En serio.

- Lastima, tengo novio -agarré la pizza, le aventé el dinero y cerré la puerta en su cara, escuchando un gritó de su parte.

¿En serio le dije que tenía novio? Bueno no es oficial pero Noah lo ha dicho varias veces a otra gente, ¿porqué yo no?. Caminé hacia la sala y encontré a Noah viendo detenidamente las fotos que adornaban aquella habitación, pero en especial una.

- ¿Qué haces? -dejé la pizza en la mesa de centro.

- ¿Quién es ella?

- ¿Quién? -llegué a su lado.

- Ella -señaló una foto donde estábamos mi madre y yo, las dos sonreímos.

- Ella es mi madre.

- ¿Segura?

- Si, no puedo confundir a mi madre - le dije obvia.

- Es que..-me miró con los ojos bien abiertos.

- ¿Pasa algo?

- Esa mujer fué la que te donó sangre el día en el que casi mueres -¿Qué es lo que acaba de decir?

Mi chico malo (Noah Schnapp y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora