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Dos años después nos mudamos a California junto a mi padrastro. Él había conseguido un ascenso muy bueno y mi mamá aceptó que todos nos fuéramos juntos a comenzar de bueno nuestras vidas en un lugar nuevo. Todos y cada uno de nosotros, él, ella, yo y mis ahora nuevas hermanitas dejaríamos Oregón por algo nuevo. Creo que yo era el más emocionado por irme.

Poco después del año de casados mi madre dio a luz a mis hermanitas. Las mellizas eran mi vida, al verlas solo podía sentir alegría, ellas me hacían olvidar todo lo malo en mi vida. Eran como mi pequeña luz de esperanza entre el denso mar.

Al llegar a California era más de lo mismo, solo que esta vez con personas nuevas. Por primera vez en mi vida tuve la estabilidad que mi madre tanto quería para mí, pero no era lo esperado. A pesar de todos sus intentos yo no me sentía cómodo en ese lugar, ya no era un niño pequeño perdido en un gran lugar sin entender el idioma, pero el sentimiento era muy parecido. No estaba feliz de estar ahí. Por más que lo intentaba era muy difícil adaptarme a un solo lugar, ya estaba acostumbrado a viajar de lugar en lugar y mi mente no se adaptaba a nada. Ya me era normal el pasar de estado en estado o de país en país, incluso en Oregón nos mudamos más de una vez por no estar cómodos.


El susurro de un destino escrito | HunHanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora