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No sabía ni qué hora era, pero mis ojos seguían tan abiertos como las puertas de una iglesia en tiempo de misa. Sentía el calor del cuerpo de SeHun envolviéndome desde atrás al igual que sus brazos y su tranquila respiración sobre mi nuca. Su cuerpo se pegaba al mío dándome un calor abrazador, sus suaves respiros atormentándome en mi insomnio mientras su pierna se enrollaba casi en mi cintura. Algo dentro de mi estaba intranquilo, sí, por eso no podía dormir, obviamente no era porque el esquelético cuerpo de SeHun se pegara a mí como moscas a la miel y me tuviera nervioso como a una colegiala.

Sus manos reposaban sobre mi costado, apresando mis brazos mientras que los ronquidos de su hermano resonaban por toda la habitación al igual que una banda sinfónica en concierto. Me moví entre sus brazos, mi espalda se sentía pegajosa por mi sudor combinado con el suyo, además de que estar con él pegado como garrapata a mi espalda no me ayudaba en lo más mínimo.

SeHun se veía tan tranquilo durmiendo que no pude evitar verlo por un largo tiempo como psicópata, con cada vista que daba remarcando cada detalle o cosa mínima que me hubiera perdida, todo sin mucha ayuda de la luz que entraba de la calle. A pesar del poco tiempo que había pasado desde mi última vez en Corea sus facciones se habían endurecido un montón, sus cachetes habían desaparecido casi al completo y sus lindos dientes chuecos sobresalían muy poco a comparación del año pasado. Su apariencia de niño desnutrido ya no era tan marcada, tal vez estaba madurando ¿Quién sabe si solo era ante mi vista ese cambio?

Alejé los mechones de cabello que cubrían su rostro, su cabello estaba muy largo, tal vez después le diría que se lo cortara un poco o simplemente lo dejaría pasar porque me parecía hasta normal en SeHun tener ese largo y desordenado cabello. Tal vez mañana no le diría lo tierno que se veía masticando dormido, cuando hablaba cosas sin sentido, sus raros ruidos, o como su ceño se fruncía cada que tocaba su nariz o su pecho. Al otro día no le pediría perdón por haberlo besado, ni por la vez en la mejilla, por la otra en frente, por las ansias que me comían por hacerlo, ni sentimiento de adrenalina y alegría que me trajo rozar mis labios con los suyos mientras dormía, ese sentimiento del cual anhelaba demasiado para mi bien. Sabía que al salir el sol esos sentimientos que tanto trataba de controlar morirían con la noche.

Quizás el sueño me afectó demasiado ese día o no actuaba con la cobardía necesaria, pero los delgados labios de SeHun se volvieron mi tentación esa noche, darle un pequeño beso fue algo que no vi venir y solo lo hice, al igual que los que siguieron sigilosamente. Lo que me llenaba de miedo y me dolía era no arrepentirme de haberlo hecho en ningún momento. Siempre tuve miedo de SeHun desde que lo conocía, él ponía mi mundo de cabeza lo quisiera o no.




Edité esto enferma mientras escuchaba música de James Blunt y Jason Mraz, si está un poco caca es culpa de los mocos que no me dejan pensar bien y de mi yo cantante frustrado que se sabía todas y cada una de las canciones y cantaba como loco jodiéndose la garganta y la cabeza aún más.

Sorry a todos.🙏

El susurro de un destino escrito | HunHanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora