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Dos meses, eso duramos mi madre y yo en Corea, pero yo no quería irme de allí, ese era el lugar perfecto para mí, el único que me hacía sentir bienvenido y estable.

Debía volver a clases en Oregón y no estaba preparado, odiaba todo de aquel lugar, el idioma, las personas, el trabajo de mi mama, todo ahí era un puto asco. Quería volver con mi tía a Corea y jugar con el extraño y maquiavélico hijo de los vecinos.

Para nosotros la barrera del idioma no importaba y la cara gruñona de él me alegraba cuando salía al patio a jugar. Ya no quería sentirme como el sapo de tres ojos que mis compañeros pensaban que era.

Un día me armé de valor y se lo dije a mi mamá, pero ella solo me ignoró, tal vez pensó que era un capricho de niño que pronto pasaría. Mis ojos se aguaban cada que pensaba en aquel lugar, añorando volver y dejar todo atrás para vivir feliz. Yo odiaba Oregón, era el peor lugar para vivir y más siendo yo. Los demás niños no se me acercaban porque pensaban que yo era un rarito, rarito su culo, era chino no extraterrestre, además de que podía entender todas las estupideces que decían a la perfección a pesar de que ellos juraran que solo hablaba chino. Después de crecer supe que solo era algo que ellos no hacían con mala intención, solo eran niños pequeños e ignorantes.

Pasó el tiempo y mis ganas por volver a Corea eran aún más fuerte, por lo que sutilmente se lo sugería a mi mamá, y por sutil me refiero a que fue como un golpe con un bate directo en la frente.

Mi mamá no me entendía, ni siquiera cuando le lloraba por volver a Corea, que ese lugar si me había gustado o que aprendería bien el coreano si así lo quería, ninguna excusa me sirvió para convencerla. Tenía una necesidad horrible por volver y ella no quería entenderme.

¡Ya dije que no, Han! – Había colmado su paciencia, ella estaba cansada de trabajar todo el día y yo solo la había invadido con preguntas de cuando volveríamos o porque no me llevaba, haciéndola enojar ¿Cuántas veces te tengo que decir que no volveremos? Nuestra vida es aquí hijo, no allá. No puedes solo tirar a la basura todo lo que tenemos aquí y que ha sido tan difícil de hacer, es lo que siempre hemos querido, Hannie. Por favor compréndelo.

Mi madre estaba equivocada, lo que teníamos en Oregón era lo que ella siempre había querido, no yo.


El susurro de un destino escrito | HunHanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora