09

47 7 0
                                    

Mi primer mes en Corea pasó volando y mi manera de hablar había mejorado mucho gracias al cara de tabla de SeHun. Todas las tardes él iba a buscarme para hablar o jugar en su patio, siempre tenía una excusa para sacarme de la casa de mi tía y llevarme a la suya, eso cuando no estaba con mis primos o con mi tía.

A SeHun no le gustaba mucho estar en casa ajena por eso siempre que estaba allá corría a su casa. Ya era para mí rutina estar con él parte del día y en las tardes sentarnos en el pórtico de su casa a practicar mi pronunciación de coreano y explicarle a él un poco de inglés por petición de su madre.

Cada vez que terminábamos con alguna palabra nueva SeHun anotaba algo en hojitas de papel que después cambió por un cuaderno de corteza roja con detalles blancos, creo que eran nubes si no recuerdo mal. Recuerdo que cada que le preguntaba por qué lo hacía solo sonreía y me decía.

No te incumbe, Hyung – Siempre estaba calmado a pesar de que yo lo fastidiara.

Oh, vamos – Yo refunfuñaba cuando se negaba a hacerlo y él solo reía, aun me gusta a risa de SeHun – ¿No me puedes dar ni una pista?

Tal vez después –Puras mentiras, jamás me dijo nada. SeHun nunca me decía nada de lo que hacía.



El susurro de un destino escrito | HunHanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora