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Quería correr y esconderme en un lugar donde nadie me encontrara, donde fuera olvidado y no salir. Sentía como mi estómago se comprimía y las náuseas me invadían, sin tener una razón clara de todo seguía caminando hacia mi destino mientas arrastraba pesadamente mi maleta.

–¡Han! – Sus brazos se envolvieron fuertemente sobre mis hombros, incluso antes que los de mi mamá.

Mi estadía en Corea pasó demasiado rápido. Mi vuelo salió en la noche y el avión aterrizó sin problemas en el aeropuerto de California. Sin embargo, más me hubiera gustado quedarme en Corea que haber subido a aquel avión, y esto no solo por mi miedo a las alturas.

Mi casa se veía extraña ante mis ojos y los besos y caricias de Eli me sabían agrios. Se sentía un vacío palpable dentro de mí, yo sabía bien que me faltaba y no lo quería admitir, no aún, no mientras pudiera herir a las personas que amaba.

–¿Qué pasa mi amor? – Los ojos de mi mamá estaban sobre mí, sus suaves manos rozando mis mejillas. Me estaba hablando en chino, sabía que no quería que nadie más nos entendiera, nuestro idioma natal era un refugio en estos momentos – ¿te sientes mal por el vuelo aún?

Negué sutilmente con la cabeza y restregué un poco mi rostro en sus manos.

–Solo estoy cansado, eso es todo.

Maldito mentiroso.

El susurro de un destino escrito | HunHanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora