¡Mierda, Milo!

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Me veía bailar y veía donde había fallado para poder mejor todo eso

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Me veía bailar y veía donde había fallado para poder mejor todo eso. Mientras mi padre estaba en su teléfono miraba las escaleras continuamente para poder ver si bajaba o si espiaba lo que hacía. Suspire con pesadez y volví a mirar la televisión.

—Si tanto quieres que baje, ve y dile—. Expresó mi padre con seriedad. Me recargo de mi asiente y hago un sonido con mi boca. Mi padre voltea ligeramente a verme.

—¿Yo, querer que venga?—. Negué con la cabeza y miré la televisión. Él se levanta y apaga la tv, lo veo sorprendido.

—Ve y dile, antes de que yo termine por irme por estas intrigas tuyas—. Apreté mis labios e hice una mueca para poder levantarme y caminar  hasta las escaleras.

Las subí con pesadez y cuando mi vista podía ver el piso de arriba, percaté que estaba cerrada su puerta, rodé los ojos y me dirigí con pesadez hasta mi cuarto, lo miré y me rasqué la cabeza, caminé hasta mi cajón y saqué una tarjeta, lo cerré y caminé hasta la salida. La última vez salió mal. Miro la tarjeta y alzo mis hombros y camino hasta su puerta, intruduuzco la tarjeta aún costado y moviendo un poco la manecilla hace clic el seguro y abro la puerta.

—Oye Venus, podrías ¡Pero que carajos!—. Veo a Venus saliendo del baño con una toalla en vuelta. Ella al verme se sorprende y alza sus brazos dejando caer la toalla, dejando ver su cuerpo total mente desnudo.

—¡Milo que mierda!—. Grita y se tapa rápidamente. Yo me volteo sonrojado por la situación.

—Yo...no sabía qué estabas desnuda—. Expresé con nerviosismo.

—¡Por eso tienes que tocar, mierda, Milo!—. Se escucha un portazo atrás y yo simplemente me dirijo para bajar las escaleras.

Al terminar me ve mi papá con los brazos cruzados y las cejas levantadas.

—Por eso tienes que tocar Milo, tu madre siempre te lo dijo—. Alzo un poco los brazos para dejarlo caer, lo miro con fastidio. Realmente quería que se abriera la tierra y que me tragara.

—Solo hice lo que me pediste—. Argumente en mí defensa.

—Pero tocas Milo, el hecho que esté aquí no quiera decir que no tiene derecho a su privacidad—. Me tallo el rostro con fuerza, para después entrelazar mis dedos y mandar mis manos a mi nuca.

Sople con fuerza y escuchó cómo se abre la puerta y tanto mi padre y yo volteamos a ver. Veo a Venus bajar con rapidez, tenia su cabello lacio y húmedo, su pijama de short y típico su sudadera azul que estaba empezando a mojarse por su cabello. Quito mis manos de su lugar para bajarlas y quedarme quieto como una estatua. Ella al ver que estaba ahí, sopla con fuerza y sin que pudiera hablar sentí su mano en mi mejilla. Rápidamente volteó a verla y colocó mi mano en ese lugar donde en este momento arde. Sonó demasiado fuerte, y duele, arde, quema.

—Perdón—. Expresó viendo a mi padre, yo solo la miro sorprendido. Escuché como mi padre se sentaban en el sillón.

—No te disculpes, se lo merece—. Me da una última mirada y sube las escaleras. Doy media vuelta y camino hasta la cocina, para sacar una bolsa de verduras congeladas. Se escucha un portazo que provenía del piso de arriba.

Cuando la tierra conoce a Venus y Colapso (Milo Manheim) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora