¿Desnudos?

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—entonces lo viste—

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—entonces lo viste—. Expresó Milo cerrando la puerta. Yo fruncí el ceño ante aquel cuestionamiento. Hice una mueca para que entendiera que no sabía de quién hablaba aunque fuera lo contrario.

No debería estar cuestionándome.

—Pues si, pero fue para ver el lugar—. Él asiente y caminamos hasta su entrada.

Aprieto mis labios con delicadeza mientras esperaba que abriera la puerta. Al entrar y prender la luz ahí estaba Holy con una botella de vino. Ambos nos quedamos sorprendidos por aquella visita tan inesperada.

—Holy ¿Qué haces aquí?—. Al menos pronunció algo. Holy deja la botella en la mesa y se acerca para besar a Milo.

Abrí mis ojos aún sorprendida y en automático empecé a caminar para subir las escaleras. Estaba cansada y si me duermo temprano no tendré que escuchar nada.

—¿Venus, a dónde vas?—. No me doy la vuelta para contestar.

— Arriba, quiero dormir antes de que no pueda hacerlo más tarde—. Respondí secamente.

Era más que obvio que yo ahorita salía sobrando en sus planes, además era bastante incómodo ver a una pareja besarse y recordar que no tengo uno para poder hacer lo mismo. Creo que nunca tendré uno ya que casi siempre me encuentro con personas que son súper celosas.

Al llegar a la habitación me encerré y puse una silla en la puerta para que no la abrieran. Bostezo y me quito mi sudadera y la dejo caer para aventarme a la cama. Maldita pesadez. Hice una mueca al percibir el aroma de mis axilas y me levante, era obvio que necesitaba un baño. Prendí la luz y miré aquella tina, mordí mi labio y suspiré.

Empecé a buscar los aceites y sales de baño adecuado. Encontré velas aromáticas, pétalos de flores y las sales. Empecé a llenar la tina y a echar lo necesario para mi baño. Suspiré y me sobé mi cuello mientras me sentaba en la orilla. Estaba agotada, por el piso y ensamblar se me hizo demasiado pesado.

Cuando se lleno lo suficiente la cerré y empecé a desvestirme, me hice un chongo alto y con mucho cuidado me metí. Estaba riquísima, espero no quedarme dormida.

—Ufff definitivamente tengo que poner una tina en mi casa, esto es demasiado delicioso.

Cerré los ojos y me deje llevar por el aroma, y la sensación del agua caliente, pero no fue por mucho porque tocaron la puerta. Abrí mis ojos al escuchar aquel sonido

—Venus —. Rodé los ojos y me sumergí para no escucharlo.

Solo pido un minuto de privacidad, de intimidad. Ni siquiera me pude tocar ni nada y no es que quisiera, pero a este punto lo quisiera hacer. Sentí unas manos en mis hombros para sacarme.

—¡Venus! ¿estás bien?— solté un grito tapándome mis senos, lo jale del cuello haciendo que cayera e la bañera. Agua  escurría de la bañera, me tapé con mis manos y traté de alcanzar mi bata o una maldita toalla, pero no podía estaba muy resbaloso.

—¿Estás loco?—. Expresé molesta y me tape, el me mira y le doy una cachetada haciendo que se volteara. Me levante como pude y estaba apunto de caer, pero el coloca su mano en mi glúteo evitándolo. No exprese nada solo me salí con mucha dificultad tomando mi toalla de baño—. No entendiste con la cachetada que te di ¿acaso quieres otra?

—¡No contestaste y me asuste y cuando entre estabas sumergida pensé que te ahogabas!—. Fruncí el ceño y me di media vuelta  para salirme de la bañera. Le alce el dedo índice con enojo.

Se agradece que se haya preocupado, pero me tocó un glúteo.

—Púdrete Manheim.

Salí del baño con la toalla al rededor de mi cuerpo y me puse mis pantuflas, para poder bajar a la cocina, pero justo cuando salía del cuarto se va la luz. Rodé los ojos y caminé hasta la luz del baño ocasionado por las velas. Lo miré con seriedad y me acerqué a él para extenderle la mano, él me la entrega y como pude lo ayude a que saliera.

—Solo esperare a que regrese la luz porque le tengo miedo a la obscuridad, no porque esté feliz con este asunto—. Le picaba el pecho mientras mencionaba eso—. Trae una de las velas y acompáñame abajo.

Milo, me mira con seriedad, su cabello escurría por el agua y su andaderas estaba empapada al igual que pete de su pantalón. Se saca su sudadera, que va consigo su camisa. Me he puesto roja al ver sus...pectorales llenos de agua, se veían muy bien. Estaba más húmedo. Aclaró mi garganta y miro a otro lado y veo cómo se baja el pantalón, volteándome de inmediato. Miro mi reflejo y me había puesto mas roja, regreso mi mirada a enfrente sin dejar de sujetar mi toalla.

—¿Qué, qué haces?—. Mi voz se escuchaba un poco nerviosa. Miro por el espejo y se iba a bajar su bóxer. Me volteo rápidamente y pone una mano en mi espalda baja, volteo un poco sobresaltada. Jamás había estado con un hombre desnudo.

—No puedo andar con la ropa mojada o me enfermare—. Escurre su ropa en la Tina. Pasa aún lado de mi, dejando un rastro de aroma más penetrante que antes de que estuviera escurriendo de agua.

Tome una vela de la bañera y caminé con rapidez. Él voltea a verme y frunce el ceño yo lo veo de igual forma y ambos bajamos las escaleras. Cuando él termina de bajar me extiende la mano para que pasara y yo lo veo de arriba a bajo. Yo en automático le di la vela y le tome la mano con la que estaba desocupada, baje y caminé hasta su cocina.

—¿De verdad le tienes...?

—Si y mucho.

Exprese interrumpiendo su frase. Caminamos hasta la cocina solté su mano y abrí el refrigerador para poder sacar una botella de agua.

— ¿No quieres vino?—. Lo miro rápidamente—. Holy lo olvidó. Fruncí el ceño y crucé mis brazos, lo miré de arriba a bajo. Vino, hombre y mujer, solos en media tormenta, mala idea.

—¿Dónde está?—.

—Le dije que no era buen momento y que regresara a casa—. Suena un trueno y grito, soltando la botella y abrazándolo.

—No tienes un pan—. No volteaba a verlo, mi corazón estaba acelerado por aquel sonido perturbador.

—Si está arriba, en la alacena, pero necesito que me sueltes para poder alcanzarlo.

Asiento ligeramente y me hago aún lado, él deja la vela en la barra y camina hasta la puerta de la alacena, en eso entro una corriente de aire por la ventana apagando la luz y cayó un trueno. Grite soltando la toalla y corrí hasta Milo, pero me tropecé con la misma perra toalla, . Al tratar de no caerme me sujete de su toalla haciendo que se callara, tropezando ambos. Mi cabeza quedó en su pecho, y mi busto cerca de sus abdominales. Alcance a  abrazarlo para no caerme.

—¡Venus! ¡Mierda mi toalla!—. Expresó molesto. Me levante rápidamente para poder buscar mi toalla y me la puse rápidamente.

—Perdón, perdón—. Cae otro relámpago alumbrando un poco el interior, veo cómo se pone su toalla, pero he alcanzado a ver sus glúteos. Me pongo la mía de igual forma para evitar que me viera por completo. Estaba nerviosa, sentí como toma mi mano, doy media vuelta y me abrazo rápidamente, no hubo queja alguna, estaba asustada, realmente asustada.

No podía creer que me encontraba de esta forma con él. Jamás había estado desnuda, frente a un hombre, solo él. Por lo que era muy vergonzoso ya que tampoco tengo experiencia con esa situación solo la propia masturbacion

En eso volvió la luz y suspiré alejándome poco a poco de él. Lo miré asustada y avergonzada, incluso el enojo se me había pasado. Qué pena.

Cuando la tierra conoce a Venus y Colapso (Milo Manheim) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora