Capítulo 34

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Jaelyne

Sigo a Rebecca una vez que se quita la toalla y se pone su vestido, las criadas van a su lado mientras avanzada por los pasillos, se mueven a un lado cuando ella se detiene al verme.

—Jacky, un placer verte sana y salva —Me sonríe.

—Sí, como se puede —Bufo —. Dime, ya que somos amigas, podemos hablar de... —Dudo —de lo que hiciste en los baños del harem.

Me sonríe tranquila y me responde cortante.

—No.

—¡¿Por qué?! —chillo indignada.

—Es muy personal.

—Solo... necesito que me ayudes a entender algunas cosas.

—Hay cosas que es mejor no saber.

Frunzo el ceño.

—Sí pero... me secuestraron por lo que dicen que soy y...

—Si lo supieras y el rumor se esparciera aún más, sería peor, admítelo, Jacky, no eres muy callada. Imagínate para mí que sí lo soy, una persona reservada como yo e igual aun hay gente que lo descubrió.

—Dices que es peligroso y lo comprendo, pero no le tengo miedo a nada, necesito respuestas.

Excepto a las sanguijuelas. A esas desde que caí a la pileta les tengo pavor. Ni siquiera sabía que podía tener una fobia a estas alturas de mi vida.

Rebecca suspira.

—No puedo explicártelo, debes entenderlo tú misma.

—No me des vueltas —Bufo —. Tú has vivido más tiempo aquí, tienes más experiencia.

—Eres una Belleza.

—Gracias, lo sé, ¿pero eso qué tiene que ver?

Se ríe.

—A pesar de que eres hermosa, no te estaba halagando, Belleza del Desierto no es solo un título, tú misma lo dijiste, ¿recuerdas?

—¿Quieres decir que controlo el desierto? —me burlo y se queda callada mirándome sonriente —Espera —digo impactada —¿Estás diciendo que sí lo hago? —Alzo una ceja.

—Podrías asfixiar a toda esta gente si quisieras, después de todo estás en tu territorio, yo no —expresa lo último un poco afligida —. Necesito irme a descansar —Suspira —. Extraño el mar.

—Como una tormenta de arena —me burlo.

Comienza a caminar y la sigo.

—Puedes bromear todo lo que quieras, pero sigue siendo la verdad.

Alzo las manos un momento.

—¡Eso no me explica nada y parece un chiste mal contado!

—Pues... —Se detiene dejando de reírse, su humor se va cuando ve venir al rey, suspira —. Ya me tengo que ir.

Llega a su cuarto y cierra la puerta rápido, poniendo el seguro. El monarca se aproxima a la entrada de los aposentos de Rebecca, entonces intercedo sin importarme nada.

—Su majestad —Hago una reverencia mientras le bloqueo el paso.

—Me alegra volverla a ver, Belleza del Desierto —Me sonríe —. Qué bueno que esté mejor. Me causa un poco de intriga este comportamiento, es la segunda vez que me interrumpe un encuentro con la Belleza del Océano ¿Tiene usted alguna queja?

—Su majestad, no sé de qué habla.

—Hablo de que la vez que me llamó Kael no era verdad, no debería mentir señorita, si tanto quiere defenderla, podríamos negociar —Toma uno de mis cabellos largos —. Nadie se enteraría —Besa las hebras.

Iugh me está coqueteando un viejo. O sea es peor que me coqueteé Wash, pero de todas maneras ¡Asco!

Le quito las manos de mi pelo.

—Yo no soy la que está incumpliendo las reglas, Rebecca y yo somos concubinas de Kael, no debería olvidarlo —le advierto.

Se ríe.

—Me agrada esa agresividad, en la cama debe ser estupenda, una salvaje.

Vomitaré.

—Creo que no me está escuchando.

—¿De verdad crees que alguien va a ponerse de tu lado si dices lo que he hecho con Rebecca o lo que me planteé hacer contigo?

—Sí, Kael.

—¿De verdad? —repite.

Trago saliva.

—Pues... no confío en las personas pero conozco a los hombres, si Kael está enamorado de mí, como tanto dice, me va a creer a mí, la gente enamorada hace eso.

Se carcajea e insiste.

—¿De verdad?

—Sí —digo no muy convencida.

—Yo creo que estás dudando, piensa mejor en lo que te ofrezco, así no tendremos que llegar a la violencia. Por eso Rebecca es mejor en ese aspecto, sabe cuando callarse y cooperar.

—Rebecca es una mujer inteligente, usted no puede manipularla por siempre, ya lo verá.

Frunce el ceño cuando ve que no me doblego y le indigna que le diga que pronto mi amiga tampoco lo hará. Tan furioso que está que intenta pegarme, sin embargo el golpe no llega, aunque no es detenido por mí.

—Fared —Se aparta el rey.

—Tío Francis, la concubina no quiso faltarle el respeto, perdónela.

—Osas inmiscuirte, sobrino.

—Piense en mi padre, por favor —le recuerda algo del que no sé de qué hablan.

—No metas a mi hermano en esto.

—Por favor —insiste.

El monarca se gira y se va. Veo como Fared se da la vuelta a observarme, entonces me sonríe.

—¿Estás bien? —pregunta el rubio.

—Sí ¿Dónde anduviste? —cuestiono recordando que antes de todo el secuestro quería hablar con él —Te estuve buscando —le cuento.

—Oh me siento halagado.

—Fared tú... te juzgué mal.

Se ríe.

—Lo dices por ayudarte, no es nada, me pareció un poco injusta la situación.

—¿Tienes alguna influencia sobre el rey? —indago curiosa.

—Influencia, pruebas, tantas cosas —expresa fríamente.

Más lo miro y escucho, más me recuerda a Wash, debo mantenerme atenta. Este es un lugar de lunáticos, cualquier cosa podría ser, pasar o incluso confundir, no puedo dejar de estar alerta.

Belleza del Desierto #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora