Capítulo 58

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Jaelyne

Siento mis mejillas calientes de tan solo recordar lo que pasó hace nada más unas horas. Me cruzo con Rebecca en el pasillo y se me acerca, así que bajo mis manos, dejando de tocar mi rostro acalorado.

—Se ve que tuviste una linda mañana —expresa sonriente y siento que me acaba de tirar una indirecta.

—¿Disculpa?

—Siento ser yo quien te lo diga, aunque quizás sea mejor así, la verdad es que todo el mundo lo sabe, los guardias escucharon detrás de la puerta de los aposentos, lo lamento.

—¡¿Qué?! —grito sonrojada y me vuelvo a agarrar de las mejillas, poniéndome alerta —¡¿Qué no hay privacidad o qué mierda?!

Dudaría de mi barrio, que son tan pobres que las paredes son muy finas, pero de un palacio no. Maldición, bajé la guardia demasiado pronto.

—Aunque pensándolo bien... —me digo para mí misma —espero que Wash se haya enterado —Para que así al fin se dé cuenta que no soy su novia.

—¿Wash? —expresa Rebecca confundida.

—Es mi ex, no sé si te lo nombre, y hablando de ex, ¿no te molesta que lo haya hecho con Kael?

Ella me sonríe tranquila ¡¿Por qué es tan linda?! Maldita sea, creo que por ella sí me haría lesbiana.

—Lo mío con Kael ya es agua pasada —me explica mi amiga —. Me alegra que al fin haya una mujer en su vida que lo haga feliz y me encanta que seas tú.

—¡Basta! —La agarro de las manos —¡Tú mereces más felicidad que cualquiera!

Se ríe.

—Qué linda, gracias. Aunque mi felicidad depende más de sentir el océano —expresa su anhelo.

—Lo harás, cuando descubra cómo irnos —La suelto y levanto el puño.

Se sorprende.

—Pero, ¿y Kael?

—Ya hablé de eso con él, por ahora viviremos el momento.

—Intenso —Sonríe.

—Ya que hablamos de huir, ¿puedo preguntarte sobre tu collar?

Su hermosa sonrisa se borra de inmediato y baja la vista triste.

—No lo tengo —Vuelve a mirarme —¿Cómo sabes de su existencia?

—¿Me creerías si te dijera que me lo contó mi ex que está convertido en Fared?

Alza una ceja.

—¿Dices que Fared es ese tal Wash? Eso explicaría muchas cosas.

—¿Qué cosas? —La miro confundida.

—Sus largos viajes sin explicación, por ejemplo.

—¡Ah cuando se convertía en Wash!

—¿Qué quieres decir con "cuando se convertía"? —Me mira confusa.

—Es que cambia su rostro —expreso no muy convencida de lo que digo —. No me crees, ¿verdad?

Se ríe.

—Claro que sí, controlo el agua, ¿por qué no iba a pensar que alguien puede cambiar de identidad?

—¡Cierto! —Reacciono —¿Siempre lo has hecho? —pregunto curiosa.

—Desde pequeña —Sonríe y observa sus dedos —. Me sale natural, como si fuera parte de mí —Vuelve a mirarme —. Aunque la verdad, ahora no puedo hacer mucho, estoy atrapada y siendo sincera, tengo miedo de olvidar el sentimiento.

Puedo ver la tristeza en sus ojos.

—Rebecca... —Hago una pausa pesada, en realidad para preguntar algo que creo que es obvio, pero debo quitarme la duda —¿Quién tiene tu collar?

—El Rey —responde con aflicción.

Lo sabía.

—Es una de las razones por las que no puedes hacer nada contra él, ¿cierto? Una vez me dijiste que tenía pruebas en tu contra.

—Así es, ese collar puede hacer muchas cosas.

«Ese objeto puede ser tu salvación o tu perdición». Vuelvo a recordar las palabras de Wash.

Tengo que mantenerlo bien oculto, sea como sea. No puedo permitir que nadie se acerque a este, o estaré perdida. Tengo que usarlo en el momento indicado, sin que nadie sepa de su existencia.

Ojalá supiera cómo.

—Señoritas —Veo llegar al rey.

Asco, su presencia ya me genera asco.

—Su majestad —Hacemos una reverencia.

—Debo felicitarte, Belleza del Desierto, por hacer que mi vástago se sienta completo —Creo que es una indirecta sobre lo que hice esta mañana y a la vez tiene una burla dirigida hacia su hijo —. Infórmale a Kael con esas mismas palabras —me da una orden y trago saliva.

Lo sabía.

—Sí, su majestad —Hago una reverencia.

Él comienza a caminar, pasa por al lado de Rebecca y le dice algo al oído, por lo tanto ella hace un gesto de desagrado. Entonces presiono el puño furiosa, no tolero a ese viejo verde.

Cuando me doy cuenta hay viento dentro del palacio y el rey comienza a toser. Al aflojar mi puño por la sorpresa de la sensación, el hombre vómita arena. Los guardias corren a ayudarlo porque se siente mal.

Quedo perpleja.

Belleza del Desierto #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora