Capítulo 38

1.3K 215 54
                                    

Jaelyne

Camino por los pasillos, en dirección a donde será la reunión, pero soy detenida por el brazo, jalan de este, entonces mi espalda choca contra una pared, siento su respiración cuando acerca su rostro al mío, así que frunzo el ceño.

—Kael, más vale que te apartes —le digo molesta.

—Estuve pensando y necesito que me digas algo.

—¿Disculpa? —Alzo una ceja.

—¿Estabas celosa?

Me sobresalto y mis mejillas se sienten calientes.

—¡¡No digas mentiras!! —chillo indignada.

Se ríe.

—Era una pregunta.

Reacciono rápido.

—¡¡No, no, nunca, jamás en mi vida!!

—Jaelyne —Toma mi barbilla de manera delicada —. Normalmente una concubina no tiene derecho a estar celosa, sin embargo luego de analizarlo mucho, si fuera así tú...

—No, no me gustas —le aclaro directo.

—Me rompes el corazón ¿Entonces por qué te fuiste del cuarto de Rebecca?

—Porque estaba interrumpiendo —me invento rápido. La verdad me dolió, pero que ni crea que se lo voy a admitir —. Vete con Rebecca y deja de molestarme ¿Lo olvidas? —Frunzo el ceño —Solo estamos fingiendo.

—Jacky, yo hace rato no estoy fingiendo nada —Me toma de los hombros y besa mi cuello de repente —. Te deseo tanto.

—Calma tus hormonas —Lo alejo lo más que puedo, mientras veo su intenso azul observarme —. No me mires con cara de perrito mojado y suéltame.

—¿No sientes nada por mí? —pregunta triste.

—No voy a responder eso —digo con el corazón acelerado.

—No voy a dejar que te vayas de aquí hasta que me aclares lo que estás pensando —Me abraza.

—¡Gritaré!

—Sabes perfectamente que nadie va a venir.

—No abuses de tu poder —Frunzo el ceño.

—Bueno, puedes romperme el corazón y te soltaré ahora mismo, pero no lo estás haciendo, porque estás dudando, ¿o me equivoco?

Mierda, hace calor.

—De... de acuerdo, tienes razón —Mueve su rostro a mirarme directo y trago saliva —. Sí, siento atracción por ti ¡No te muevas! —le grito cuando se acerca y muerde su labio inferior —No quiero nada contigo, primero porque me quiero largar de este lugar, segundo no confío en nadie y eso te incluye, tercero aunque menos importante, estoy enfadada contigo —Lo empujo para apartarlo y esta vez lo logro, pero me detiene cuando me giro, abrazándome por detrás —¡Suéltame! —me quejo.

—Su alteza ¿Hay algún problema? —pregunta un guardia mientras forcejeo —¿Necesita ayuda?

—Ninguno —le responde Kael —. Con mi concubina jugamos así ¡Auch! —chilla cuando le doy un codazo —Es muy divertido, me gusta que me golpee —expresa con la mandíbula tensa y luego se acerca a mi oído para susurrarme —. No ves que te van a mandar al calabozo si no finges empatía, quédate quieta, intento ayudarte.

Pues sí, pero estoy enfadada.

—¿Seguro? —vuelve a preguntar el guardia —Puedo neutralizarla si quiere.

Kael frunce el ceño.

—¿Estás diciendo que soy incompetente para controlar a mi concubina?

—¡No, para nada, su alteza! —se alarma el guarda.

—Entonces retírate —le ordena y el hombre se va —¡Uf! Eso estuvo cerca ¡¿Puedes dejar de golpearme?! —se queja.

—¡No! —Me giro y lo miro directo a los ojos —¡¡Qué te besas con Rebecca, maldito desgraciado!! —Le pego en la cara y varias veces en el pecho de tanta furia que se me acumuló —¡¡Te odio!!

—¡¡No la besé!! —se defiende.

—¡¡Pero lo pensaste!!

—Puede ser —Gira su vista dudando.

—¡Maldito, te voy a matar!

De repente me empuja, chocando mi espalda contra la pared, tomando mi cuello y uniendo sus labios con los míos. Me agarro fuerte de la tela de su ropa, hasta que aflojo la intensidad, cuando me dejo besar, porque siento que me derrito, por culpa de mis incontrolables sentimientos.

Belleza del Desierto #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora