Capítulo 56

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Kael

Se me parte la cabeza. Apoyo la mano en mi frente y cuando abro los ojos veo el techo de mi cuarto. Giro mi vista, entonces visualizo a Jaelyne sentada en un banco, apoyando casi la mitad del cuerpo en la cama y con los brazos cruzados. Está por completo dormida. Sonrío, acerco mis dedos y acaricio su cabeza. Me inclino para agarrarla y traerla por completo a la cama. No despierta, así que la abrazo. Huele bien.

—¿Me has estado cuidando, Jacky?

Se remueve aún sin despertar y vuelvo a tocar su cabeza. Se refriega un ojo, segundos después los abre despacio, parpadea varias veces antes de alzar la vista hacia mí. Se queda callada mirándome por la sorpresa.

—Buenos días —le digo.

—¿No estás enojado conmigo? —pregunta directo.

Acaricio su mejilla.

—No puedo permanecer enfadado contigo por mucho tiempo.

Frunce el ceño.

—Me evitaste —me recrimina.

—Estaba intentando pensar.

—¿Con alcohol?

Me río.

—No sabía cómo volverte hablar, al final viniste por mí solita.

Rueda los ojos.

—Eres un imbécil —Intenta levantarse pero se lo evito —¿Qué?

—Jaelyne, te amo.

—No me importa.

—Yo sé que sientes lo mismo por mí.

—¿Y? —Alza una ceja.

Hago una pausa interminable mientras nuestras miradas se impregnan la una a la otra. No dejamos de observarnos ni un segundo, luego abro la boca para al fin contestarle.

—Quédate.

—¿Contigo? ¿En tu mundo? No, gracias.

—¿Por qué? —Suspiro.

—Eres muy lindo y tierno, pero este lugar no es lo mío, Kael.

Me inclino para sentarse como ella está y mirarla más directo.

—Pero lo has llevado muy bien, te has habituado y además, puedo conseguirte lo que necesites.

—No me interesa estar en este lugar, aquí no se encuentra la tumba de mi abuela.

—Tienes su collar —le recuerdo.

—Para mí no es lo mismo —Observa hacia mi dirección contraria.

—No sé cuáles son tus creencias, pero su alma no está ahí —Me acerco y la abrazo —. Jaelyne, no te aferres al pasado.

—Déjame en paz —Me empuja y vuelve a mirarme —¿Y por qué querría quedarme contigo? Este lugar es un asco, tratan a las mujeres como basura, más que en mi barrio, y eso es decir mucho.

Miro hacia adelante.

—Pero eso se puede cambiar.

—Ah, ¿sí? —Alza una ceja, viéndome no muy convencida —¿Cómo?

Vuelvo a observarla.

—No ahora, pero cuando sea rey podré modificar muchas cosas, por eso te digo que haré lo que necesites —Apoyo la mano donde está mi corazón —. Te regalaría uno de los siete desiertos si así lo quisieras.

—No necesito tus regalos.

—¿Qué tengo que hacer para que te quedes?

—¡No quiero quedarme! —Alza la voz.

—Pues... —Me lo pienso —entonces me iré contigo.

—¿Estás loco? Eres un príncipe.

—¿Y? —Alzo una ceja.

—Que... eres el único hijo del rey, ¿no? No hay otro heredero, si es que entiendo la mecánica real —expresa confundida.

Me río.

—Bueno, sí, pero seguro se pueden arreglar.

—No entiendo tu obsesión conmigo, estás loco.

—Estoy enamorado.

—Bueno, tu autoestima está por los suelos si dependes de mí para elegir tu vida.

—Mira quién habla —me burlo —. Además yo puedo elegir, son mis decisiones y yo te escojo a ti.

—No me parece.

—Qué terca —Me río —. Pero estuviste buscándome, algo quieres de mí, admítelo.

—Mm no.

—Jacky —Me acerco a su rostro —. Dime.

—¿Qué?

—¿Por qué me buscaste? Pudiste haberme ignorado y seguir con "tu vida" como dices. Sin embargo en vez de estar descubriendo como irte, has invertido tu tiempo en encontrarme.

—No es cierto —Sus mejillas se ruborizan.

Me muerdo el labio inferior y observo su boca, luego vuelvo la mirada a sus ojos.

—Te estuve evitando ¿Cómo podría ser mentira? Además los guardias me han dicho que has preguntado por mí.

Mira hacia un costado enfadada.

—Guardias bocones —dice indignada.

—¿Por qué gastaste tu tiempo en buscarme? —insisto.

—Porque quise —expresa sin titubear.

—¿Y ya no quieres?

Vuelve su vista hacia mí.

—¿Qué quieres decir con eso? —Me observa confundida.

—Sí, ya me encontraste, pero podrías buscarme otra vez.

—¿A dónde quieres llegar? —Entrecierra los ojos.

—Que no sabes qué harás en el futuro, tienes un objetivo sí, pero en este momento no lo estás encontrando —Tomo sus manos —. Mientras tanto quédate conmigo ¿Qué tienes que perder?

—El tiempo.

—Ya lo perdiste buscándome —me burlo.

Bufa.

—Si no te tardarás en ayudarme esto sería más fácil.

—Lo intento, pero es complicado, no sé ni dónde queda tu mundo —Suspiro —. Lo repetiré, pondré a mis mejores hombres en investigarlo y mientras eso ocurre, por favor préstame atención, búscame como has hecho estos días. Pasa tiempo conmigo, Jaelyne, pero se mi concubina verdadera.

—No, gracias.

—¿Quieres que lo llame de otra manera? —Me lo pienso —Se mi mujer, mi compañera, mi pareja, no sé, mi esposa.

—Ya me dijiste eso anoche.

—Con más razón, lo profundizo, cásate conmigo. Cuando vuelvas a tu mundo, seguro ni va a ser válido, pero mientras tanto... aquí sí.

—Bueno, sí, supongo —Se lo piensa y alza la vista hacia el techo.

—Dime que sí —pido.

—No sé —expresa disconforme.

—Jaelyne, estás dudando, por favor, me matas.

Belleza del Desierto #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora