Capítulo 4

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Jaelyne

De los hombres más estúpidos que me he encontrado en la vida, este se gana el premio nobel ¡¿Fingir que perdí mí virginidad con él?! ¡Ja! Esa la perdí a los catorce, quince, ya ni me acuerdo, ¿o era más joven todavía? Bueno, no importa, nadie va a decirme cuándo y cómo hice las cosas.

—Me niego —Me cruzo de brazos.

—Señorita, se va a morir, si la dejemos aquí o venga al castillo, de las dos formas puede perder la vida, a menos que acepte esta mentira piadosa.

—¿Piadosa? —Alzo una ceja —No hago tratos con gente que se viste tan raro, lunáticos.

—Tú también vistes extraño.

—¡Lo sé! —Le doy dos palmadas en el hombro —Que bueno que te diste cuenta, ahora devuélveme mi ropa.

—Me refería a la vestimenta con la que llegaste aquí.

—No es rara, solo es barata, pero al menos no visto con sábanas como tú.

—¿Sábanas? —Me mira indignado y luego reacciona —Basta, me has cambiado el tema, no vas a lograr nada con esto.

—Sí, que me devuelvas mi ropa normal —Señalo la túnica blanca que llevo puesta —. Esto es para vestir santos, no es lo mío, cariño.

—Disculpa, pero esa ropa es más decente de la que tú usabas.

—¿Insinuas que visto como prostituta? ¡Ja! Las prostitutas son más decentes que todos ustedes con sus túnicas extrañas, manga de lunáticos.

—Su alteza —Se acerca el tal Endek —, no sirve de nada intentar razonar con esa mujer, no es nada delicada.

—Tienes razón —Asiente el príncipe y vuelve a mirarme —. Tú te vienes con nosotros.

—Oblígame —digo desafiante.

—Eso haré.

Me agarra del brazo de repente y me guía hasta un camello, rápido me sube sobre este, tirándome de panza, luego él se sienta detrás, entonces me inclino para levantarme, y mi espalda choca contra su torso, siento su respiración cuando me rodea con sus brazos, para agarrar las riendas del camello.

—Esto es un ataque a mi espacio personal —expreso sonrojada y a la vez indignada —¡Lunático!

Se ríe.

—¿Tienes espacio personal? —se burla.

Cuando recupere mi cuchilla, lamentará haber dicho eso. Observo que lleva mi mochila colgando en su hombro, mientras el animal avanza en el camino. Cuando giro mi vista hacia adelante, a lo lejos veo un palacio, mis ojos se abren en grande. No puedo creerlo, el lunático decía la verdad.

Belleza del Desierto #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora