Capítulo 18

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Kael

¿Dónde está Jaelyne?

Se me va a hacer costumbre buscarla en las mañanas porque mágicamente se va del cuarto sin que la vea ningún guardia.

Uno de estos se acerca corriendo, entonces me detengo en aquel pasillo, mirándolo confundido.

—¡Príncipe! —grita agitado —¡Su concubina principal está...!

—¿Jaelyne? —Alzo una ceja —¿Está qué? —digo preocupado —Dime qué sucede.

—Me... mejor véalo por usted mismo.

Quedo tildado por un segundo, luego a paso veloz acompaño al guardia y al llegar al patio, otra vez me paralizo por la sorpresa.

—No la puedo sacar de ahí —expresa nervioso el hombre.

—¿Me puedes decir cómo es que terminó dentro de la jaula? —pregunto desconcertado.

—¡No tengo idea, cuando revisé ya estaba ahí!

Lo ignoro y camino hasta la enorme puerta, Jaelyne duerme donde está el dragón, pero los guardias no pueden sacarla de allí, porque este les gruñe.

—¿Qué hacemos? —cuestiona nervioso el hombre que me vino a buscar.

—Nada —digo serio —. No le hará nada, así que haremos lo mismo.

—Pero...

—Si se metió ahí es por algo, así que vamos a esperar —sugiero entonces el guardia asiente.

Me quedo observándolos, veo como ella duerme al costado de su lomo, apoyando la mitad de su cuerpo allí y sus piernas en la arena, está como en una almohada, mientras el dragón la rodea, todo el tiempo alerta hacia nosotros, aun así parece toda una pintura, puro arte, una hermosa imagen.

El viento mueve los cabellos de Jaelyne, recuerdo sus palabras, ella me habló de esas brisas, solo debo averiguar de qué tratan.

—¡Su alteza! —me llaman y me desconcentro de lo anonadado que estaba mirando a Jaelyne junto al dragón.

—¿Sí? —Me giro a mirar al guardia.

—¡Dragones!

—Se más específico —Frunzo el ceño.

—Ha llegado un aviso con un mensajero del reino de los cielos, el príncipe Askar vendrá a visitarnos. Quise contarle primero a usted porque ya sabe como es su padre y pues... nos están rodeando.

Claro, es un paranoico, podría matar hasta al pobre guardia solo por avisarle, así que prefiere que se lo diga yo a mi padre.

Vale, si no queda de otra.

Jaelyne

Siento el viento, extraña brisa, nunca me había sentido tan cómoda en toda mi vida. Revoloteo mis pestañas despacio, en aquel parpadeo veo algo rojo, escamas para ser más exacta, pero son suaves. Qué raro, debo estar soñando. Entrecierro los ojos y me inclino, los abro en grande viendo los barrotes.

—¿Pero qué... —Giro mi vista y veo esos enormes ojos amarillos observándome —ay abuela querida —exclamo por la sorpresa.

¿Cuando llegué aquí?

Debo ser sonámbula.

Me levanto despacio sin dejar de observar al gran animal.

—Tú y yo somos amigos, no me comas, ¿de acuerdo? —digo nerviosa.

Sigo sin acostumbrarme a ver a esta enorme criatura.

Acerca su trompa y la toco, siento el viento, entonces el temor desaparece, es como si fuera mágico.

Belleza del Desierto #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora