Capítulo 35

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Kael

Doy dos golpes en la puerta de su habitación y cuando oigo su permiso, entro. Visualizo a Rebecca sentada en el sillón, mirando hacia la ventana, me le acerco, entonces me siento a su lado.

—No he tenido oportunidad de agradecerte —Le sonrío.

Sus ojos azules deleitantes como el océano, se mueven a mirar en dirección hacia mí.

—No hay necesidad, Jaelyne es mi amiga, debía hacer algo para ayudarla.

—Me alegra que se lleven bien, aunque no me gusta que la influencies sobre nuestra relación.

Hace una risilla.

—¿Qué relación, Kael? Esa está muerta.

—Por eso lo digo —Frunzo el ceño —. Antes de que pasara lo del secuestro, ella me habló de ti.

—Ya veo, ¿pero por qué te molesta? Si estás seguro de tus sentimientos, ¿o no?

—Yo sé lo que siento, pero tú estás en una cuerda floja, recuérdalo.

—Ya me acordé porque huí con ese detestable guardia —Se acerca a mi rostro y apoyo una mano en mi yukata —. Me crees inferior.

—Yo no dije eso.

—Me amenazas, ¿de verdad has caído tan bajo? Quizás no debiste salvarme y dejarme morir cuando pudiste, esta tortura es una agonía más que la muerte.

—Rebecca, yo... —Bajo la vista arrepentido.

Aleja su mano de mi ropa.

—Yo te amo, Kael, y te entiendo, pero no me obligues a comprender tu cultura, porque no lo haré.

La observo.

—Rebecca...

—Un consejo, Jacky tampoco va a hacerlo, más vale que prestes atención a tus acciones.

—¿Qué acciones?

—En primer lugar no deberías visitarme, ella podría pensar mal.

—¿Disculpa? —Alzo una ceja —Eres mi concubina ¿Cuál es el punto?

—Ese es, que de donde venimos, no existe un harem, si estás con una mujer, no puedes ir con otra.

Ruedo los ojos.

—¿Qué bobadas son esas?

Hace una risilla encantadora otra vez.

—Es lo mismo que cuando te mueres de celos porque el príncipe Askar estuvo bailando con ella.

—¿Los viste? —Alzo una ceja.

—Yo me informo de todo, pero presta atención, Kael, si Jaelyne gusta de ti, obviamente va a pensar que está en su derecho de ponerse celosa, aunque para ustedes no sea válido aquí. En nuestro mundo sí está permitido que nos quejemos, tenemos el mismo nivel, no hay relación de poder. Jacky no va a bajar la cabeza, más conociéndola como es, tan... —Hace una pausa —impulsiva.

—No eres quien para darme un sermón.

—Grábate bien lo que te he explicado, no es un sermón, su alteza.

—Rebecca...

—Te lo diré más brusco —Frunce el ceño —. Acuéstate con cualquier concubina y notarás que no te volverá a ver con los mismos ojos. Sé que hace tiempo no andas con ninguna mujer porque te rompí el corazón, pero si Jacky te devuelve esa luz que tenías antes de eso, recuerda que no puedes irte con otra, o te costará caro, incluso te puede pasar lo mismo que conmigo —Se levanta del sillón y me mira fijo —¿Cuánto tiempo crees que una mujer puede soportar algo así? Será mejor que te retires.

—Rebecca, no me faltes el respeto solo porque te lo permito —Me inclino para pararme y observarla fijo también —¿Qué pasa contigo?

Baja la vista triste.

—Solo estoy cansada, y creo que Jaelyne despertó la fiera que hay en mí, la cual pensé que había destruido, yo también puedo negarme a esta prisión.

Acerco mis dedos y tomo su barbilla, le levanto el rostro, entonces visualizo sus ojos humedecidos.

—No estás en una prisión.

—Sí, sí lo estoy, me sofoca —Una lágrima se le escapa y recorre su mejilla, así que se la limpio.

—Rebecca... —Me acerco a su rostro.

—No deberías hacer eso.

—Yo...

Se abre la puerta y Rebecca me empuja para alejarnos al ver a Jaelyne.

—Creo que interrumpo —expresa Jacky con su rostro de sorpresa, luego observa a su amiga —. Supongo que hablaremos más tarde —Se gira para irse.

—Deberías ir por ella —Me aclara la rubia de ojos azules.

—¿Por qué?

Frunce el ceño.

—¿Prestaste atención a lo que te he explicado? Ve por ella o pensará mal.

—Ya le aclaré sobre nosotros.

—Sí, seguramente le aclaraste sobre tus sentimientos, no sobre las cosas que no debes hacer —Me empuja —. Ve, ve —repite.

—¿Pero estás bien?

—¡¿Qué importa eso?! Ve a ver si ella está bien.

—¿Por qué se encontraría mal?

—Mejor piensa en lo que te he explicado —Me cierra la puerta en la cara.

¿Por qué me tienen que gustar las mujeres de otros mundos? Son más complicadas. No, yo debo serlo, con mis gustos complejos.

Belleza del Desierto #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora