Capítulo 62

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Jaelyne

Mis ojos se llenan de lágrimas y retrocedo. Cuando mi espalda choca con la puerta, me percato, entonces me giro para intentar huir. Wash me detiene, agarrándome del brazo, acerca la cuchilla manchada hasta mi cuello.

—Como los viejos tiempos, ¿no? Jacky.

—¿Por qué haces esto? —expreso sufriendo, aguantando las lágrimas que ya han salido y las que están por escaparse —¿Por qué culparme?

—Solo vi la oportunidad y la tomé, efectos colaterales, pero no te preocupes, tengo todo controlado.

—Maldito loco —Presiono los dientes.

—Pero Jacky, tú ya me conoces, sabes que soy capaz de esto.

—Sí, pero culparme... ¿Tú maldad llega a tal extremo? Sabes que me van a matar —intento convencerlo.

—Te dije que tengo todo controlado, no llores, muñeca ¿No confías en tu salvador? —se burla.

Frunzo el ceño.

—No confío en nadie.

—Cierto, Kael destruyó tu pobre corazoncito —Se ríe —. No lo necesitas, muñeca, tú eres más que ellos y todos en este pobre palacio, exceptuándome a mí, claro. Tú estás por debajo de mí —Se relame los labios —. Aunque no me refería a ese sentido —se burla.

—Muérete, Wash —Lo empujo y logro salir corriendo.

—¡Guardias! —Se oye en los pasillos —¡Atrápenla, asesinó al Rey!

Mierda.

Decido correr en dirección a la habitación de Rebecca, hay dos guardias ahí, le pego a uno, le robo la espada y golpeo al otro. Luego intento romper varias veces la puerta y al fin me adentro en sus aposentos. Mi amiga sorprendida se levanta del sillón en que se encontraba. El extraño halcón que se posaba en un palo, vuela hasta su hombro.

—¿Qué sucede? —expresa impactada, viendo a los hombres tirados en el suelo —Jaelyne, te pueden enviar al calabozo si te descubren —me explica.

—Eso no importa, vámonos —Agarro su mano para correr y me sigue.

—¿Qué ocurre y por qué arrastras una espada?

—Wash, digo Fared asesinó al Rey y me culpó a mí, hay que huir pero ya, no pienso dejarte con estos locos.

—Pero Jacky ¿Cómo vamos a huir? No tienes un plan.

—¿Me crees?

—Obvio que sí —Me sonríe —. Somos amigas.

—¡Ahí está! —grita un guardia —¡Huye con la otra traidora!

—Mierda —me quejo —. Tenemos que ir al patio, allí está Rojito, nos protegerá.

—No llegaremos así de fácil —sugiere ella y nos detenemos.

—¿Qué planeas?

Señala un pasillo.

—Por allá.

—¡Por allá hay más guardias! —grito indignada.

—Sí, pero es el camino más rápido al patio, se acumularán más guardias si seguimos por el otro.

—Pero no podemos pasarlos.

Sonríe con confianza.

—Yo sí.

La miro confundida y me doy cuenta cuando los hombres se acercan. Rebecca suelta mi mano, entonces levanta ambas suyas. Los guardias comienzas a ahogarse mientras ella cierra sus puños lentamente.

—Apresurémonos —sugiere cuando los deja y asiento para seguirla.

Corremos para al fin llegar al patio, nos quedamos cerca del dragón cuando nos acercamos a él.

—¿Has pensado en montarlo? —pregunta Rebecca.

—No sé cómo —expreso nerviosa.

—Pero hay que intentarlo, no nos podemos quedar aquí.

Bufo.

—Supongamos que lo logro —Rojito acerca su trompa y la toco —¿A dónde iríamos? —Miro el halcón en el hombro de Rebecca y sonrío —Ya sé.

Ella se da cuenta de mi mirada.

—Oh no, con esos salvajes no ¿Estás loca? Además quisieron matarte, ¿recuerdas?

—Askar no, Askar es mi amigo —Levanto mi dedo índice —. Además si le mandamos un mensaje...

—¿Piensas enviar a Trinay?

—Hasta te acuerdas el nombre —Hago una risilla pícara.

—Noto un tono burlón en tu comentario, no me parece para nada apropiado, retráctate.

—Perdón, solo estaba imaginando cosas.

Sonríe.

—Bien, dime entonces —Mira al dragón y yo también —¿Volamos?

Trago saliva.

—Pues si no queda otra.

Belleza del Desierto #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora