Amados

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Se separaron un segundo para respirar y tras ver de reojo la mirada del contrario lo hicieron de nuevo, juntaron sus labios una vez más sintiendo otro tipo de contacto que ambos anhelaban.

Ese beso, que en su inicio había sido suave y tierno iba aumentando. Ambos deseaban más, anhelaban más del contrario sin embargo no encontraban como satisfacer ese deseo.

Suki tomó entre sus manos el rostro de Zuko y este la sujetó por la cintura para poder pegarla más a su cuerpo y poder sentir su calor.
Ella sentía como su cuerpo se derretia ante él, no podía evitarlo lo sentía tan natural y perfecto que se dejaba llevar por el momento.

Se volvieron a separar por la falta de aire aunque no duró mucho, ambos estaban necesitados del contacto del otro, se anhelaban y deseaban a más no poder, y como si estuviesen conectados ambos llegaron a pensar en lo mismo.

Entre torpes besos y caricias intensas las cuales estabas deseosas de sentir cada milímetro de piel del contrario, lograron llegar a la habitación del maestro en aquel barco.

Suki entró primero sin despegar sus labios de Zuko, mientras este cerraba la puerta, finalmente se separaron un segundo.
Se vieron directo a los ojos, ambos pensaban lo mismo, ambos sabían que pasaría y estaban dispuestos a hacerlo.

Con más calma se acercaron a la cama y aún de pie él se retiró esa bata negra que lo cubría y con eso menos la beso de regreso pero esta vez un poco más tierno como al inicio, como preguntándole si podía proceder con ella.
Ella sin decir nada bajó un poco la mirada, sus manos se dirigieron hacia su espalda y quitándose la primera protección de su uniforme le dio a entender que podía.

Se dio la vuelta para que le ayudara a remover sus ropas que eran más complicadas y así fue, finalmente ambos quedaban con solo una prenda entre su piel. Él se sentó sobre la cama y teniéndola de frente le ayudó a retirar esa última ropa dejándola completamente desnuda frente a él.

Ella apenada intentó desviar la mirada pero él tomó su aún maquillado rostro y la besó. Ella acercó sus manos hacia las ropas de él dando a entender que se las quitara. La obedeció. Desató el nudo de su bata y la abrió de par en par dejando ver su cuerpo trabajado por el entrenamiento de maestro fuego y una gran erección que hasta hace poco se lograba ocultar aún bajo su ropa.

Él la tomó entre brazos y a pegó a su cuerpo para sentirla aún más, ella sentía su miembro erecto rozando su cuerpo haciendo que un escalofrío le recorriera, su piel se erizo pero decidió dejarse llevar por el momento.
Entre besos la recostó sobre su cama quedando sobre ella, terminó de quitarse su ropa y se dedico a admirar su cuerpo blanquecino mientras se deleitaba.

La besó una última vez para después comenzar a dejar besos por todo su cuerpo, bajando por el cuello y llegando a su torso , mientras que con sus manos jugaba con sus senos. Ella comenzó a ahogar pequeño gemidos en su boca mientras él jugaba con sus pezones y repartía besos en su abdomen.

Con una de sus manos comenzó a acariciar su cuerpo con delicadeza mientras se seguía deleitando con el mismo. Decidió cambiar y ahora se llevó un de sus pezones a su boca para jugar con el.
Ella soltó un pequeño gemido de sorpresa mientras sentía el placer invadir su cuerpo. Levantó la mirada y vio como este jugaba con su cuerpo, veía como era que le hacía sentir todo eso.

No era su primera vez, pero sentía como si lo fuera, no recordaba sentirse del todo así la primera vez que lo había hecho con su novio. Se sentía mejor y lo estaba disfrutando aún más.

Terminó de jugar con sus pezones y levantó su mirada hacia ella encontrándose una vez más. Se aproximó y la beso con profundidad.
Le acercó un par de dedos de su mano a su boca dándole a entender que los lamiera y así lo hizo. Esa misma mano la descendió hasta su zona íntima para comenzar a estimularla.

Soltó un gemido de placer al sentir su mano ahí abajo, el sentir sus dedos jugando dentro de ella le causaba una sensación increíble, la llenaba de placer.
Ahogaba gemidos en su boca mientras apretaba las sábanas de la cama con fuerza. Él mantuvo su mirada clavada en ella, en su rostro, viendo como se regocijaba del placer que le proporcionaba.

La besó una vez más haciéndola abrir sus ojos y verlo, retiró sus dedos de su interior dándole a entender que iba a cambiar, ella no se opuso y de igual manera si decir nada le dio a entender que podía seguir.

Se acomodó entre sus piernas y sosteniendo su erección con una de sus manos la colocó en la entrada de zona íntima deslizandose con suavidad dentro de ella.
Ambos soltaron un gemido al momento de fusionarse, ella más alta que él pero de igual manera de notaban el mismo placer.

Después de unos segundos comenzó a moverse suavemente dándole estocadas lentas, ella comenzaba a sentirse en el cielo sin haber alcanzado lo máximo aún.

Sus respiraciones comenzaron a agitarse, las estocadas comenzaron a tener un poco más de fuerza pero manteniendo el mismo ritmo. Llegó un punto en el que ella comenzó a morderse los labios para evitar gemir tan fuerte.
El sentir como la penetraba con tal precisión causándole tanto placer era demasiado para ella.

Se besaron de nuevo y siguieron así, él comenzó a repartir besos por su cuello y la parte alta de pecho, dejando una que otra marca en el camino. Ella no pudo más y se aferró a su espalda con fuerza y mordió su hombro para ahogar sus gemidos.

Ahora la penetraba con un poco más de rapidez, pero manteniendo el ritmo que tenían desde un inicio. Las estocadas seguían siendo certeras causando el mismo placer.

Él comenzó a soltar pequeños gemidos ahogados, su respiración se agitaba, ella hacía lo imposible para no gritar de placer, se sentía en el cielo. El sonido de sus respiraciones, el rozar de su piel y el sonido de la húmedad que habían generado inundaban la habitación.

Entrelazaron sus manos apretando fuerte como si nunca quisieran soltarse, se vieron a los ojos una última vez. Él recargó su cabeza junto a la de ella sobre la cama y dándo unas últimas estocadas profundas y lentas se vino dentro de ella alcanzando el orgasmo.
Ella sin poder evitarlo lanzó un gemido más alto y revelador que el resto, dando a entender que igual había llegado al orgasmo casi a la par de él.

Él, se retiró de su interior con cuidado. Exhausto, se recostó al lado de ella y tras volver a cruzar sus miradas se besaron una última vez antes de ser vencidos por el cansancio y caer dormidos uno junto al otro.

Y ahí, aún enlazando sus manos descansando, ambos se sentían amados.

Quédate conmigo [SIN TERMINAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora