Siempre

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Suki regresaba a su habitación compartida designada en el palacio. Ese día había cambiado y se dedico a cuidar a Kiyi, la media hermana de Zuko así como a pasar el día con ella, después de todo había comenzado con su entrenamiento de Maestro Fuego algo que a la pequeña le fascinaba ya que pensaba en ser como su hermano pero igual le cansaba por mucho. 

Era tarde, la noche había comenzado a caer tan solo hacía unos minutos. No había visto a Zuko más que en la mañana y hasta donde sabía él se había dedicado a hacer sus deberes además de pasar más tiempo con su madre ya que esta no tendría a Kiyi consigo. 

Antes de llegar a su habitación unas de sus hermanas las interceptaron. 

-¡Suki!- exclamó una de ellas en lo que la alcanzaban. Volteó a verla y pudo ver de quiénes se trataban. 

-Aiko, Yeni ¿qué sucede?- les preguntó con calma. 

-El Señor del Fuego Zuko pidió que lo fueras a ver a su habitación- le explicó Aiko. 

-Nos dio el mensaje desde la mañana luego de que te fuiste y pidió que te avisáramos una vez volvieras- complementó Yeni. 

-De acuerdo, gracias, las veré luego entonces- se despidió mientras comenzaba a tomar rumbo hacia la alcoba real, sus hermanas se despidieron igual. 

Mientras caminaba Suki pensaba en las intenciones de Zuko, ella sabía que no era tan tonto como para pedir una cosa así públicamente y luego pedirle que se quede toda la noche con él, así que eso la traía pensativa pero decidió esperar hasta que el le dijera antes de seguir especulando. 

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Al llegar a la alcoba le sorprendió no encontrar a guerreras Kyoshi de guardia "¿No estará en su alcoba?" se preguntó Suki. Aún así antes de entrar tocó la puerta, no recibió respuesta, por lo que decidió adentrarse. 

Para su sorpresa no había nadie en la habitación, solo una pequeña caja roja con un listón rojo más oscuro sobre las sábanas de la cama junto con una nota envuelta como pergamino. Se acercó a esta y decidió leer el mensaje. 

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Caminaba sobre un pequeño sendero de tierra en medio de la noche, le costaba ver un poco pero no tenía que llevar ninguna luz o al menos eso es lo que decía en la nota. De a poco el sendero se fue empinado cada vez más hasta que llegó un punto en el que visualizó un poco de luz. Se acercó más a esta y cuando finalmente vio de que se trataba su respiración se cortó. 

Un pequeño camino de velas a los costados de un sendero de piedras de río con pétalos de rosa en todo el camino y al final de este, una manta roja con un picnic montado, copas con vino, frutas, comida y dulces, todo decorado con más velas y pétalos de esa bella flor sobre todo el lugar. Y tras eso ahí se encontraba él, el máximo gobernante de toda la nación, el Señor del Fuego Zuko, quien en este caso solo era Zuko, su novio. 

Este la veía con una tierna sonrisa y ojos emocionados, su rostro era tenuemente iluminado por la luz de las velas, y entre sus manos sostenía una rosa de color rojo intenso. Vestía una túnica roja con detalles de color dorado y encima de esta una capucha negra, su cabello lo tenía suelto y le cubría una pequeña parte del rostro. 

-¿Qué tal?- dijo con voz suave mientras la veía a los ojos. 

Ella no pudo decir nada, estaba boquiabierta y encantada por el escenario, tanto que no podía pronunciar palabra así que solo se limitaba admirar la belleza del momento.

-Sin palabras, ¿eh?- dijo su novio en ligero tono burlón aún viéndola con una sonrisa en el rostro. 

-Así que este era todo el misterio- finalmente habló la guerrera. 

Quédate conmigo [SIN TERMINAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora