Eran las media de la tarde en la Nación del Fuego. Zuko y Suki ya habían llegado hace varias horas, sin embargo aún no se dirigían palabra alguna desde anoche.
Se habían cruzado y estado uno junto al otro, pero no se hablaban después de todo la situación era delicada y comentarlo entre multitudes o en traslados en los cuales apenas tenían privacidad no era conveniente.
Y el no hablarlo también traían ciertas tensiones, aunque fuese incómodo Suki no podía dejar a Zuko ya que después y antes que todo era su guardia y por lo mismo habían pasado múltiple tiempo del día desde su llegada juntos.
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Suki se encontraba hablando con unas de las guerras Kyoshi, entre esas Ty Lee cuando un guardia las interrumpió diciendo que el Señor del Fuego Zuko la había mandado a llamar. Al escucharlo su corazón dio un vuelco y comenzó a latir al mil conforme sus nervios se comenzaban a apoderar de ella.
Dio gracias al guardia, se excusó con sus hermanas y se dirigió a la cámara del Señor del Fuego. Sentía sus pasos pesados y por más que quería darse la vuelta y no tener que hablar con él no podía. Trató de calmarse y pensar tranquilamente, lo había logrado hasta que vio la gran puerta frente a ella. Antes de entrar respiró profundo una última vez y se adentró en la sala.
Se arrodilló tras entrar como de costumbre y habló.
-¿Me mandó a llamar Señor?- dijo teniendo la mirada baja. Zuko se volteó para quedar frente a ella.
-Si, pero por favor Suki dejemos las formalidades por ahora- dijo mientras la veía- Solo quiero que hablemos- finalizó.
Ella asintió y se levantó quedando de pie frente a Zuko, lo primero que vio fueron sus orbes dorados que tanto le encantaban, tragó saliva.
-Está bien, hablemos- replicó.
Tras eso hubo un pequeño silencio, ambos desviaron un poco sus miradas sin saber que decir o por donde empezar.
-Suki...
-Zuko...
Dijeron al mismo tiempo interrumpiéndose. Se vieron sorprendidos y antes de que Suki dijera algo Zuko le cedió la palabra.
-Está bien, puedes...puedes comenzar tu- dijo viéndola a los ojos. Suki lo dudó un poco pero decidió hablar.
-Zuko, yo...- hizo una pausa, comenzó a desviar la mirada a cualquier lado que no fuera él- Yo solo quería decir que lo lamento, ayer dijimos e hicimo- se interrumpió- hice cosas que tal vez no fueron lo mejor. Sé que probablemente no quieras hablar mucho conmigo sobre eso o quieras olvidar lo que pasó, pero... pero yo no, no quería admitirlo pero tengo sentimientos por ti Zuko, me gustas y me gustas mucho, te quiero más que como un amigo y yo, yo-
Sus palabras fueron interrumpidas por un beso. Abrió los ojos en señal de sorpresa, no podía creer que Zuko la estaba besando ¿Acaso el correspondía sus sentimientos de la misma manera? Le era demasiado bueno para ser verdad. Cerró los ojos en los últimos instantes hasta que sintió como el mayor se separaba de sus labios, entonces volvió a abrir sus ojos y lo vio.
-Tu también me gustas Suki, mucho- dijo sin tapaderas. La guerrera ante eso se sonrojo, sin embargo el Maestro no se quedaba atrás, y tras eso dejó caer unas lágrimas por sus mejillas.
Él se sorprendió un poco, creía que había dicho o hecho algo malo así que se puso un poco nervioso.
-Perdón, creía que estaría bien hacer eso, perdóname si no era algo que esperabas o querías yo-
-No es eso- lo interrumpió mientras se limpiaba sus lágrimas- es solo que estoy muy feliz ahora mismo- dijo alzando la mirada para encontrarse con los ojos del mayor. Este se calmó y la vio con ternura.
-Yo también estoy muy feliz ahora- dijo y tomando su mano repitió- muy feliz Suki, gracias- para al final besarle la mano a la joven quien se sonrojó aún más por esa acción.
Tras encontrar sus miradas una vez más y quedarse viendo así unos segundos sellaron sus labios en otro beso, más calmado y lleno de ese maravilloso sentimiento de amor correspondido.
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Quédate conmigo [SIN TERMINAR]
RomanceHan pasado dos años desde los últimos acontecimientos tras el fin de la guerra de los cien años. Zuko lleva al rededor de 3 años en el poder y es resguardado por las mejores guerreras que podrían existir, las Guerreras Kyoshi, y por ende Suki. Pese...