Caminaban por un sendero de tierra que se ampliaba y entrelazaba en distintas casas. Era de noche y la luz era tenue siendo los faroles quiénes se encargaban de iluminar el camino.
Andaban a la misma altura siendo cubiertos por la típica capucha negra que siempre portaban para pasar desapercibidos. No habían cruzado muchas palabras desde su llegada, intentaban mantener un perfil bajo y no llamar mucho la atención. Tras andar un rato más llegaron a su destino.
Se plantaron frente a la puerta de una casa, no era ni muy grande ni muy pequeña, tenía un pequeño jardín con arbustos y un camino tierroso que la conectaba con el sendero principal, de la entrada colgaban unos pequeños farolillos que brindaban de luz al lugar.
Llamaron a la puerta y esperaron a que les abrieran, fue cuestión de segundos, deslizaron la puerta y los recibió una mujer. Era de piel clara y cabello castaño claro, aparentaba ser de la mediana edad estando a mediados de sus treinta años , tenía ojos color ámbar y facciones delgadas. La mujer al ver de quiénes se trataba los recibió con gusto en su casa y los invitó a pasar.
Se encontraba sentada en un cojín sobre el suelo y entre sus brazos ahí estaba, esa pequeña de piel blanca, ojos azules e indicios de cabellos castaños, su pequeña Zora. De un momento a otro sintió su presencia junto a ella, giró su cabeza para poder verlo al momento él colocó su mano sobre su hombro y se dedicó a admirar a la bebé.
-Espero aún tengan espacio para un poco de té- habló una voz femenina. Ambos alzaron la mirada y vieron a la mujer que las había recibido caminar hacia ellos con una bandeja de té en manos-Cariño, no olvides apagar el fuego.
-Ya lo hice querida- le contestó una voz masculina algo gruesa la cual se acercaba. Se trataba de un hombre de poco más de treinta años, piel algo oscura, barba y leves músculos marcados.
-Gracias por esperarnos hasta tan tarde de nuevo, hubieron muchos pendientes en el palacio- se disculpó el Maestro fuego dirigiéndose hacia la pareja de adultos.
-No tiene porqué preocuparse Señor Zuko, saben que no tenemos mucho problema con ello- contestó amablemente la mujer.
-Aún así- habló la guerrera- Gracias por siempre tenernos paciencia- dijo sonriente.
Hacía casi tres meses que Suki había dado a luz a Zora tras una larga noche de dolor y cansancio la cual había valido todo lo horrible puesto que ahora ella y Zuko tenían una bella hija. Sin embargo no todo había sido de color rosa, al no poder si quiera casarse no podían llevar a su bebé al palacio y mucho menos criarla juntos lo cual los orilló a tomar medidas que ninguno de los dos quería pero debían aceptarlas llevándolos a tomar cierta decisión con base a un plan que Zuko había organizado.
-No tienen que agradecernos por ello, es un gusto y placer poder ayudarles así como convivir con ustedes- replicó el hombre para posteriormente sentarse junto a su mujer.
Xia y Hao eran un matrimonio de la mediana edad quiénes se habían conocido en el Palacio Real cuando solían dar sus servicios a aquel lugar, Zuko los conocía de su juventud sin embargo se retiraron tras unos años de casarse para vivir en Hira'a, el pueblo natal de Hao y vivir de su propio trabajo como granjeros gracias a la casa y terrenos que les habían dejado los padres del hombre.
Vivían tranquilamente y no tenían hijos, solo ellos dos y su trabajo, por lo que terminaron siendo la opción de Zuko para el cuidado de Zora. Días antes de partir del pueblo el Maestro los había ido a visitar sorprendiéndolos con su presencia y les contó todo, cada detalle de su situación y de el porqué acudía con ellos. Eran amables, bondadosos y Zuko los recordaba de buena manera por lo que fueron su primera, y más bien única, opción. Por su puesto se arriesgó a que lo rechazaran pero para fortuna suya no fue así, y no por lástima, sino por preocupación y por deseo de ayudar por lo que ellos terminaron siendo los designados en cuidar de Zora.
Aún teniendo la garantía de que su hija estuviera bien no la iban a dejar para siempre, por lo que organizaron hacer visitas una vez al mes para poder ver a su bebé y estar con ella, era claro que se perderían parte de la vida de su hija pero no había remedio, al menos por el momento, y pese a que al inicio había sido aún más duro estaban logrando sobrellevarlo por el bien de ella.
-Recogeré la mesa- anunció Xia en lo que se levantaba de su asiento y colocaba las tazas de té vacías sobre la bandeja junto a la tetera que había llevado.
-Te ayudaré- alegó Suki para después darle su bebé a su Zuko y así este la cuidara.
Entre ambas recogieron lo que había en la mesa como dijeron y después se dirigieron a la cocina para lavar lo utilizado y guardar todo lo demás.
Suki tomó unas pequeñas cajas de madera de las cuales habían sacada ciertos implementos para cocinar y comenzó a guardarlas en unos cajones que estaban al raz del suelo inclinándose para alcanzar mejor, pero al momento de reincorporarse sobre sí sintió un dolor en su abdomen bajoque la hizo detenerse y aplicar presión con sus manos en el lugar de la molestia haciéndola solar un ligero quejido. Xia ante eso se alarmó e inmediatamente fue a ayudarla.
-Suki, ¿te encuentras bien?- preguntó preocupada acercándose a ella. La guerrera se tomó un momento para contestar, respiró profundamente y luego se irguió lentamente recargándose en el mostrador de la cocina.
-Si, estoy bien Xia, no se preocupe- le contestó suavemente en lo que tomaba bocanadas de aire- Solo es un ligero dolor- se excusó. La mayor no estaba convencida, se preocupaba de lo que podría ser por lo que quiso insistir.
-¿Estás segura? Puedo hablarle al Señor Zuko si lo deseas...
-No, está bien en serio- volvió a negar su oferta- Probablemente solo sea una pequeña indigestión o algo que comí no me cayó muy bien, ya se pasará, así que no se preocupe- la terminó de rechazar agregando una leve sonrisa al final para dar a entender que todo estaba bien.
Xia decidió por tomarle la palabra terminando por concordar con un »De acuerdo« y siguió con sus cosas pero sin dejar de prestarle atención. Finalmente se logró enderezar por completo, inspiró profundo y tras exhalar se puso a ayudar como hasta hacía unos momentos.
Era bastante tarde y ya habían acostada a Zora en su pequeña "cama", ellos por su parte recién se habían acostado en la cama del cuarto de invitados el cual les habían asignado desde la primera vez que fueron. Era su primer de tres días que estarían nuevamente en Hira'a y aprovecharían estar ahí al máximo, usualmente Zuko buscaba como ayudar a Hao en las cosechas o en alguna otra cosa en la que pudiera ayudar y Suki apoyaba a Xia en sus labores de siempre, por lo que buscaban descansar para brindar su ayuda como se debía.
Y antes de dormir, se sosegaron uno junto al otro, se declararon su amor como todas las noches y finalmente durmieron.
Mañana sería un nuevo día y de cierta forma una nueva alegría.
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Sé que es cortito pero ya quería actualizar, el final de la explicación de la decisiónEspero les guste uwu
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Quédate conmigo [SIN TERMINAR]
RomanceHan pasado dos años desde los últimos acontecimientos tras el fin de la guerra de los cien años. Zuko lleva al rededor de 3 años en el poder y es resguardado por las mejores guerreras que podrían existir, las Guerreras Kyoshi, y por ende Suki. Pese...