Quédate conmigo [SIN TERMINAR]

Decisión

Hacía un par de horas que Zuko se había ido dejando a ambas jóvenes solas. Dijo que volvería pronto pero incluso para cuando ella se fue no habían respuestas del Maestro. 

Katara en ese momento se encontraba en el mercado del pueblo comprando provisiones y alimentos para pasar lo que quedaba de su estadía en Hira'a. 

En lo que esperaba a que al hombre detrás del mostrador rellenara su canasta con lo pedido la morena se puso a pensar sobre la situación nuevamente. Estaba preocupada por la salud de su amiga, después de todo el parto de la guerrera había sido muy complicado y preocupante para todos. La había dejado débil, más de lo normal que en cualquier otra mujer que ella hubiera atendido antes; su preocupación era tal que no dudó en compartirla con el novio de su amiga y le sugirió a Zuko que se quedaran un par de días en lo que Suki descansaba para recuperarse completamente, el Maestro Fuego no lo dudó, después de todo también se preocupaba por la salud de su amada y la de su recién nacida por lo que accedió sin problemas. 

Ya llevaban cerca de una semana en el pueblo y lo más probable es que en unos días se marcharían sin embargo, había un tema del cual no habían hablado todavía, ¿qué sucedería con Zora? La pequeña hija de la pareja solo tenía unos días de nacida y para fortuna de ellos gozaba de excelente y plena salud sin mencionar que era una belleza, se podía ver la viva imagen de su madre en ella, con uno que otro de rasgo de su padre aunque no tan predominante. Era una maravilla, así como una alegría tanto para Zuko como para Suki, ambos la amaban profundamente y se notaba, durante esos cinco días no se habían despegado de la pequeña más que cuando esta dormía y eso aún así la admiraban cada tanto por largos minutos. 

Katara se sentía plena de ver a sus amigos con tal felicidad, pero estaba esa pregunta la cual le rondaba por su cabeza siempre que los veía con la bebé, y sabía que ella no era la única en pensar en ello, después de todo Zuko y Suki seguían en la misma situación, no podían casarse por lo que definitivamente no podían volver al palacio con un bebé en brazos. 

La Maestro agua salió de sus pensamientos cuando escuchó al hombre que la estaba atendiendo decir el precio total de las cosas que llevaba, Katara extendió su brazo para tomar su canasta, revisó que tenía todo para después pagarle al hombre, agradeció la atención y se retiró del local ya era momento de regresar a aquella casa. 

Iba caminando por el pasillo para llegar a la puerta correspondiente, una vez frente a esta posó su mano sobre la manija para entrar pero algo la detuvo, escuchó ligeros murmullos provenientes del interior de la casa no alcanzaba a distinguir las palabras de estos y no les iba a tomar mucha importancia hasta escuchó lo que era quejido lloroso, de un momento a otro comenzó a escuchar un leve llanto ahogado seguido de pasos apresurados que desaparecían. 

Se había quedado pasmada, ¿qué estaba pasando? ¿Zuko había vuelto? ¿Quién estaba llorando? No pudo terminar de procesar lo ocurrido debido a la interrupción de sus pensamientos cuando sintió como la manija de la puerta se giraba desde adentro y la puerta se abría frente a ella, su única reacción fue dar un paso hacía atrás por reflejo y dirigir su mirada al frente para ver de que se trataba. 

En el instante vio a Zuko salir por la puerta sin embargo este no se dio cuenta de la presencia de su amiga hasta que alzó la mirada topándose con los ojos azul cielo de esta. Se sorprendió al verla de pie frente a la entrada se preguntó si habría escuchado algo de lo que pasó pero antes de que le pudiera preguntar algo ella se le adelantó. 

-Zuko, regresaste- pronunció amenamente la morena- ¿Está todo bien?- Aquella pregunta se contestó sola al ver como el Maestro bajaba la mirada amargamente y su semblante se oscurecía repentinamente transformando su inicial sorpresa en tristeza pura.