No podía dejar de gritar, todo lo que había estado guardando a lo largo de la noche lo estaba sacando en ese precioso instante y no pensaba parar.
El dolor se había vuelto más insoportable que la vez pasada, sentía que se podría desfallecer en cualquier segundo. Apretaba la mano de su amado con toda su fuerza pero no era suficiente, por más que intentara reprimir ese dolor no podía, no desaparecía.
Sentía que su mandíbula se estaba cansando incluso de solo chillar, el sudor bañaba su rostro y las lágrimas por el dolor se estaban empezando a acumular en la parte inferior de su ojo.
Su amiga la había estado tratando de calmar ayudándola a respirar y calmarse, pero no podía, el dolor la afligía profundamente.
Katara sabía que algo andaba mal y debía de ayudar a Suki rápido, el bebé ya estaba dando señales de que venía pero por otra parte ella solo empeoraba, pensó que lo mejor sería que diera a luz rápido para poder sacarla de peligro tanto a ella como a la criatura.
Le pidió que pujara pero cuando esta la hizo vio como un poco más de sangre se escurría lo cual la alarmó aún más, tenía que cambiar de táctica rápido por lo que le pidió a Zuko que la apoyara mientras esta volvía calmarla con agua control.
El maestro obedeció y cambio lugares con ella mientras que Katara procedía a ayudar a Suki. Mientras que su novio no sabía que hacer además de pedirle que respirara o pujara.
»¡AAAHHH!«
Soltó otro alarido aún más fuerte.
Los ojos de Zuko saltaron demostrando temor y preocupación a más no poder, Katara compartía el sentimiento, necesitaba ver que pasaba pero tampoco podía dejar de hacer agua control.
La morena sintió que la habitación se estaba iluminando un poco más, dirigió su mirada hacia su ventana y vio como el cielo comenzaba a aclararse de a poco dejando las estrellas y noche detrás. Supo que el sol ya casi salía, era tarde; fue entonces que visualizó como ligeros rayos de sol se iban asomando por el cielo, supo que era ahora o nunca para Suki.
Le gritó que pujara, que debía hacerlo ahora. Su amiga gritaba de dolor como si de una tortura se tratase; Suki apretujaba las sábanas y sentía su cuerpo tenso, quería que acabara decidió que debía seguir.
Entre los quejidos y alaridos que llenaban la habitación por parte de la guerrera se alcanzó a oír la voz del maestro fuego.
»¡Puedo verlo«
Exclamó mientras mantenía la mirada baja impactado por la escena. Katara le pidió a Suki que siguiera pujando y no se detuviera, ella la obedeció, las palabras que había pronunciado su novio le dieron esperanzas y de cierta manera fuerzas para seguir por lo que no se detuvo.
Los segundos pasaban y Katara sentía como poco a poco el sol salía iluminando la mañana, faltaba poco.
De un segundo a otro Zuko la llamó pidiendo su ayuda, podía ver al bebé con más claridad y necesitaría de ella pronto. Finalmente dejó el agua de regreso en la cubeta y se dirigió a donde Zuko para retomar su labor anterior, por su parte el maestro regresó con su novia para poder sostenerla en esos últimos segundos.
Los incesantes »Puja, puja« por parte de Katara junto a los alaridos de Suki eran los ruidos que inundaban la habitación, sin embargo, de un momento a otro un tercer sonido se les unió.
Era el llanto de un bebé.
Y junto con el, el sol se asomó finalmente anunciando una nueva mañana.
Una sonrisa se pintó automáticamente en el rostro de los tres, de distintas maneras y con otros sentimientos acompañados, pero no podían evitar coincidir en la tranquilidad y felicidad que ese momento transmitía.
Suki se sentía agotada, seguía cayendo sudor por su frente y sentía su cuerpo rendido, en cualquier momento podía cerrar los ojos y no volver después de una buenas horas. Zuko estaba atónito, una parte de él aún no comprendía como era que finalmente su hijo había nacido, después de tanto finalmente estaba ahí y lo podría conocer. Katara se sentía calmada, Suki estaba bien y el bebé igual, lo estaba sosteniendo frente ella y sentía tan feliz de que todo estuviera bien.
Entre los llantos del bebé lo sujetó con gentileza y con un trapo húmedo con el agua ahora tibia comenzó a limpiarlo para quitar la mayor cantidad de sangre posible, luego tomó una manta pequeña que había y lo envolvió en ella.
»Es una niña«
Soltó terminando de limpiarla.
En el rostro de Zuko y Suki se podía ver un ligero brillo, sabían que sin importar que iban a amar a su bebé y en ese momento hasta saber su sexo los hacía inmensamente felices.
Una vez envuelta Katara se la entregó a Suki para que esta pudiera pudiera sostenerla. La guerrera la tomó entre sus manos como si de cristal se tratara y simplemente la admiró.
Al fin la tenía, la tenía en sus brazos, aquella pequeña cosa que cargó dentro de ella durante casi nueve meses; aquella pequeña que la había molestado durante tantas noches; aquella pequeña que la había hecho pasar terribles sufrimientos hasta hacia unos minutos; aquella pequeña que fue producto de no más que de su amor. Aquella pequeña que era su hija y finalmente la veía. Y una vez finalmente la tuvo frente a ella ya nada de lo anterior importaba.
La acercó ligeramente a su rostro y la junto a su mejilla para después darle un tierno beso en la frente. Fue entonces que sintió el peso de él juntarse al suyo, lo volteó a ver y solo pensó lo invaluable que era esa expresión suya en ese momento; sus ojos brillaban y estaban fijos sobre su pequeña hija. La veía como la cosa más bella y frágil de ese mundo, la veía como si fuera lo único que había existido y por existir, estaba maravillado con ella.
Suki no pudo evitar soltar una pequeña risita al ver su mirada, Zuko la volteó a ver algo confundido por esa reacción pero sin decir nada decidió regresar su mirada a su hija, su novia le habló y le preguntó si quería cargarla, él dudo, temía dañarla pero también quería tenerla entre sus brazos. Sin esperar su respuesta Suki la acercó a sus brazos mostrandole que estaba bien y no pasaba nada.
La colocó con delicadeza entre sus brazos y no pudo evitar sentirse aún más maravillado, sentía el calor que emanaba su pequeño cuerpo, como se movía ligeramente y la respiración de esta; su corazón se movió por puro sentimiento y no pudo evitar derramar una pequeña lágrima por su ojo sano, Suki lo vio enternecido pero no dijo nada; imitando a su novia acercó a su pequeña a su rostro y le dio un beso suave en la frente.
Se arrimó un poco más con ella de tal forma que ambos pudiera estar en contacto con su pequeña hija, ambos alzaron la mirada viéndose por unos instantes y diciéndose tanto con tan poco. Devolvieron su mirada a su pequeña aún admirándola, en eso el silencio que ahora inundaba la habitación fue roto por Zuko quien le preguntó si tenía algún nombre pensado para ella, se quedó pensando.
En eso sintió como los rayos del sol y el calor de este comenzaban a acariciar su rostro levemente anunciando que era de mañana, notó como su pequeña se revolvió ligeramente entre la mente moviendo sus brazitos a la par que estiraba una de sus manos. Veía como el sol acariciaba ligeramente el rostro de su pequeña y entonce lo supo.
»¿Qué te parece Zora?« Pronunció aún viendo el rostro de la bebé.
Zuko acercó su mano con delicadeza a su rostro y con un dedo acarició su mejilla ligeramente, »Me parece perfecto« contestó aún sonriendo.
»Bienvenida Zora.«
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Pov. "Zora" en eslavo significa "Amanecer"
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Quédate conmigo [SIN TERMINAR]
RomanceHan pasado dos años desde los últimos acontecimientos tras el fin de la guerra de los cien años. Zuko lleva al rededor de 3 años en el poder y es resguardado por las mejores guerreras que podrían existir, las Guerreras Kyoshi, y por ende Suki. Pese...