Caminaba algo animoso por los pasillos del palacio, la pequeña platica que había tenido con su amiga la noche anterior le había sentado bien; se sentía más esperanzado y calmado con la situación, el miedo y preocupación no se iban pero ahora eran más manejables. Simplemente se sentía mejor.
Recorrió el par de pasillos de siempre para llegar al cuarto de su amada quien seguía en cama, Katara la había ido a ver más temprano para sanarla y revisar como estaba pero en esos momentos se debía de encontrar sola, por lo que aprovechaba para poder verla y pasar tiempo juntos. Llegó a la habitación, se plantó de frente a la puerta, y sin tocar o anunciarse entró.
La luz del pasillo iluminó un poco el interior acompañando las velas y lámparas de la habitación. La cama se veía un poco desordenada, la mesilla estaba llena de botes de cristal con cremas, ungüentos y brebajes medicinales, había una jarra de agua acompañada de un par de vasos y junto a esta lo que parecía una bola de hilo y pedazos de tela.
Alzó la mirada y se la encontró, estaba en la cama sentada recargando su espalda contra la pared siendo arropada por las sábanas y almohadas que tenía; notó que cuando entró no le había prestado atención, estaba concentrada en lo que parecía cocer, no sabía que estaría haciendo exactamente pero al final se le acercó.
-No veo que estés descansando mucho- soltó llamándole la atención a la joven mientras se le acercaba. Ella lo volteó a ver algo sorprendida mientras sostenía algo entre sus manos.
-Zuko- habló con voz suave. Su mirada se veía alegre, el maestro notó que se veía bastante mejor a comparación con ayer, definitivamente las sesiones de curación con Katara estaban ayudando.
-Hola hermosa, buenos días- la saludó con dulzura para después darle un suave beso en los labios, ella se lo regresó.
-Buenos días- le saludó igualmente tras separarse. Él sin decir mucho más se sentó a su lado sobre la cama para acompañarla, ella le hizo espacio.
Se vieron a los ojos unos segundos mientras sentían el rostro y la piel del contrario, se habían extrañado así como preocupado y hasta ahora no habían podido tener un momento completamente solos. Así que se estaban disfrutando.
-Te ves mucho mejor- rompió el silencio el maestro mientras jugaba levemente con el cabello de su novia.
-Me siento bastante mejor de hecho- aseguró ella con alegría- Katara me ha ayudado bastante.
-Si que lo ha hecho- le complementó- ¿Y qué es esto?- preguntó el pelinegro mientras señalaba la pequeña cosa que su novia mantenía en su regazo. Antes de que ella le pudiera contestar la tomó entre sus manos para verla de cerca, era una bola alargada de tela con otras pequeñas a sus lados, se veía curioso.
-Es algo para Zora- soltó volteándolo a ver, su novio se había sorprendido un poco- Es un animal de peluche, estaba pensando en dárselo la próxima vez que la veamos- se explicó.
-Será un buen regalo para ella...¿Pero que se supone qué es?- preguntó dudoso aún viendo el objeto que tenía en sus manos, de repente sintió como su novia se lo arrebató y la volteó a ver, esta la estaba viendo con ligera molestia pero de un momento a otro se calmó.
-¿Tu qué crees que es?- le preguntó expectante de la respuesta de su novio, él se confundió un poco por su actitud, ciertamente no sabía que clase de animal estaba haciendo y no quería hacerla sentir mal por su trabajo pero tampoco le iba a mentir.
-Eh... ¿Un oso armadillo?- trató de adivinar, ella suspiró pesado, supo que estaba equivocado.
-Se supone que es un pato tortuga- admitió con pesar viendo su pequeña creación, su novio se limitó a soltar un pequeño »Oh«- Creo que lo haré de nuevo.
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Quédate conmigo [SIN TERMINAR]
RomanceHan pasado dos años desde los últimos acontecimientos tras el fin de la guerra de los cien años. Zuko lleva al rededor de 3 años en el poder y es resguardado por las mejores guerreras que podrían existir, las Guerreras Kyoshi, y por ende Suki. Pese...