Capítulo 32

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Narra Joshua

Noté la vibración de mi móvil y abrí mis ojos lentamente. Al percatarme de ello, lo desbloqueé tan rápido como pude, pero no era la persona que esperaba. Había recibido un mensaje de Dino, preguntándome como me encontraba respecto a la situación. Simplemente no abrí el chat y volví a apoyarme en la mesa. Había estado estudiando y al parecer me había quedado dormido. Desde que (TN) se fue, no tenía mucha idea de como sentirme, tenía sentimientos encontrados. Había sido un balde de agua fría el saber que se había ido a la otra punta del mundo sin despedirse, pero no podía hacer nada al respecto. Aún así, me sentía agradecido con los padres de (TN), ya que me siguieron dejando vivir aquí, pero sin ella no es lo mismo. Lo acogedora que me parecía esta casa ya no lo era, sentía como si le faltara algo, y eso era la chica de la cual me enamoré.

Recuerdo cuando esperé en el aeropuerto sentado con una gran confusión, los días siguientes no paré de enviarle mensajes y de intentar contactarla, pero no recibí nada desde entonces.

—Dentro de un mes será la graduación... Ojalá ella estuviera aquí. —rasqué mi nuca con algo de decepción. El hecho de estar machacándome estas semanas no me hacia bien, así que lo mejor sería despejar mi mente y pensar en otra cosa.

—¿No crees que deberías salir un poco más? Últimamente estás bastante raro y distante. —La voz de Dino se mezclaba con los murmullos del comedor.

Miraba mi plato con bastante desgana, no tenía hambre y mi mirada se perdía a momentos.

—Eso es verdad, estamos preocupados por ti. —Sana intervino en la conversación. Su mirada mostraba algo de preocupación.

Di un golpe en la mesa, del cual se percataron ambos y algunas personas cercanas a nuestros asientos. Me levanté de golpe y los miré.

—Estoy bien, dejad de preocuparos tanto. —fruncí el ceño y salí de allí.

Caminé por los pasillos de la institución, el comedor me estaba dando bastante ansiedad y el hecho de que esos dos no pararan de cuestionarme me ponía más nervioso aún. Avancé unos metros más y me apoyé en la pared. Solté un suspiro y mis ojos se centraron en el claro cielo.

—¿Por qué todo es tan difícil?

Bajé mi mirada y rasqué mi cabello castaño. Metí la mano en mi bolsillo para sacar mi teléfono. Lo encendí para comprobar con pocas esperanzas que me hubiera contestado, pero nada. Lo volví a guardar y decidí irme a clase para prepararme en la siguiente hora. Me apoyé en la mesa y cerré los ojos momentáneamente, hasta que escuché como la puerta se abría. Abrí un ojo y pude ver a Sana observándome desde el marco de la puerta.

—Si vas a venir a interrogarme, preferiría que no lo hicieras. —mis palabras sonaron un poco bordes.

Esta se acercó a mi lentamente y una vez parada a mi lado dio un golpe seco en la mesa, el cual no me esperaba y por eso me sobresalté. Alcé mi mirada y la vi con el ceño levemente fruncido.

—Deja ya de lamentarte, Joshua. ¿No ves que Dino y yo nos preocupamos por ti? Ya me está cansando esta actitud tuya. —escuché como alzó la voz lo cual me sorprendió, ya que nunca la había visto así.

—Tú no me entenderías, así que ya dejad de ser tan curiosos. —giré mi cabeza molesto.

—Puede que no sepa exactamente por lo que estas pasando, pero no es razón para que te distancies de nosotros. Te apreciamos y por eso queremos ayudarte.

Suspiré pesadamente y hablé con algo de dificultad. —La extraño, la echo de menos y siento que solo fui una molestia para ella.

—Sé que puede ser duro verla marchar, pero debes seguir adelante, seguro que ella hubiera querido eso y no que te deprimieras más y más. —su tono parecía algo más calmado. —Tenemos miedo de perderte, eso es todo.

Sus palabras me chocaron bastante, había sido un idiota con ellos. —Lo siento... —dirigí mi mirada hacía ella. Me había hecho abrir los ojos. —Tienes razón, perdóname.

Suspiró con una leve sonrisa. —Perdóname a mi por haberme alterado. Aún así, creo que le deberías más una disculpa a Dino, ¿no crees?

—Verdad, gracias Sana. —le dediqué una sonrisa.

Ella me acarició la mano con calidez. No me había dado cuenta de todo lo que se preocupaban por mí, y les debía mil disculpas por mi actitud.

Las clases habían terminado, así que recogí todo lo rápido que pude y salí de clase. Busqué con la mirada a Dino, y lo vi salir de su respectiva aula. Cruzamos miradas y este simplemente frunció el ceño y siguió su camino. Me dirigí hacia él.

—Dino, espera.

—¿Qué quieres? ¿Me volverás a repetir que no me meta en tus asuntos? —dijo notablemente molesto.

—Yo... Perdóname, he sido un completo idiota. Había estado cegado por su ida, pero me he dado cuenta de lo mucho que me apreciáis Sana y tú, así que—hice una reverencia cerrando mis ojos fuertemente. —Lo siento mucho.

Oí un suspiro y vi cómo se acercó.

—Es verdad que has sido un idiota, pero disculpas aceptadas, después de todo somos amigos.

Levanté la vista y lo vi con una sonrisa en los labios. Me relajé después de escuchar esas palabras y le devolví la misma sonrisa. Esté pasó su brazo por mi hombro y caminó en dirección a la salida alegremente.

—La próxima vez no te perdonaré tan fácilmente ah. —bromeó. —¿Qué te parece si vamos a por unos helados?

Asentí repetidas veces. Nos dirigimos juntos a la salida.

Esta vez las cosas serán diferentes.

¿Nunca lo has pensado?  {Joshua & Tú} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora