CAPÍTULO 34
—¡ASTRID, CUIDADO!— la voz de Hayden resonó en el vacío de su mente, fuerte y persistente.
Astrid escuchaba esas palabras como un eco infinito que parecía atravesar cada rincón de su conciencia, un llamado de advertencia que la envolvía en la penumbra. Todo era oscuridad, un silencio denso y absoluto. No podía ver, no podía sentir. El tiempo parecía haberse detenido en ese instante, atrapándola en una neblina espesa y asfixiante, hasta que, de repente, un destello de luz rompió la oscuridad. El calor comenzó a expandirse a su alrededor, envolviéndola suavemente.
Con esfuerzo, sus ojos comenzaron a abrirse. Al principio, no veía más que un resplandor borroso y blanco, como si estuviera rodeada de niebla. Gemía suavemente, luchando por adaptarse a la luz intensa que le agredía la vista. Mientras su visión comenzaba a aclararse, se dio cuenta de que estaba en una habitación desconocida, en una cama de hospital, rodeada de silencio.
Miró a su alrededor, y su corazón dio un vuelco cuando reconoció a sus padres junto a ella. Su madre tenía lágrimas en los ojos, y su padre la miraba con un profundo gesto de preocupación.
—¿Mamá? ¿Papá? ¿Qué pasó?— preguntó con voz débil, su garganta se sentía seca, y sus palabras se deslizaban con dificultad. La preocupación comenzó a instalarse en su pecho, convirtiéndose en una sensación de incomodidad que no podía ignorar.
Su madre le tomó la mano con una delicadeza conmovedora, acariciando el dorso con el pulgar en un intento de consolarla.
—Astrid, cariño, ¿cómo te sientes?— le preguntó su madre, su voz temblaba levemente mientras observaba con cariño el rostro pálido de su hija.
El padre de Astrid se acercó también, posando su mano fría sobre su frente, lo que le hizo darse cuenta de que tenía fiebre. Había algo profundamente inquietante en la forma en que ambos la miraban, algo que removía sus peores temores.
—No recuerdo nada... ¿Qué ocurrió? ¿Por qué estoy aquí?— susurró Astrid, mientras su corazón latía con fuerza, como si tratara de anticipar una respuesta que le temía.
Su padre intercambió una mirada rápida con su madre, como si ambos estuvieran buscando una forma suave de decirle lo que había sucedido.
—Tú... cruzaste la carretera. Estuviste muy cerca... —tartamudeó su padre, y sus palabras quedaron suspendidas en el aire, llenas de una angustia que se hacía cada vez más evidente.
Astrid lo miró, confusa. —¿Cerca de qué?— preguntó mientras intentaba enderezarse en la cama, pero apenas hizo el intento, un dolor agudo se extendió por su cabeza, obligándola a recostarse nuevamente con un gemido.
—Casi te atropella un auto— explicó su madre, y en su voz se percibía un tono de alivio y terror a la vez.
Poco a poco, los fragmentos de memoria empezaron a encajar en su mente. Las imágenes eran borrosas, pero una voz sobresalía entre ellas: la voz de Hayden, gritando su nombre, llamándola.
—¡Hiccup! —exclamó de golpe, mientras se incorporaba con urgencia. Una sensación de pánico la invadió por completo
—¿Qué sucedió? ¿Dónde está Hiccup?— preguntó, temblando al recordar el empujón que sintió en su espalda antes de que todo se volviera negro.
Su madre desvió la mirada hacia el suelo, y su padre suspiró profundamente antes de hablar, con voz grave y contenida.
—Hayden evitó que el auto te golpeara... se interpuso justo a tiempo— explicó, y se detuvo, como si estuviera luchando para encontrar las palabras adecuadas.
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Ahogados en los recuerdos |EN CURSO|
FanfictionSi quieres definirla con una sola palabra, esa sería, hermosa. ... Astrid es una joven atrapada en una vida sombría y sin salida. Criada en Oslo, Noruega, su belleza natural no ha sido suficiente para compensar la soledad que la rodea. Sin el apoy...