{Cap 35} ~¿Ivy? ~

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CAPÍTULO 35

Hayden sintió una mezcla de alivio y tristeza tan intensa que casi le resultaba abrumadora. Apenas hacía unos minutos que Astrid había salido de la habitación, y ya la echaba de menos. Era como si una parte de él se hubiera ido con ella.

En la oscuridad que envolvía sus ojos, no había nada que le brindara consuelo, solo un vacío silencioso y frío.

Lo último que recordaba antes de ser absorbido por esta oscuridad era la aguja que el médico le había insertado en la pierna. Dios, cómo odiaba las agujas. La sensación le había dejado una impresión extraña y punzante en la piel. Recordaba a su padre a su lado, firme y presente, sosteniendo su mano mientras la anestesia comenzaba a surtir efecto. Había sentido cómo el peso se apoderaba de su cuerpo, cómo cada sonido se iba volviendo distante, cómo las voces en la habitación se difuminaban en un eco lejano.

Era como caer en un agujero negro. Sentía que descendía más y más, perdiéndose en una inmensidad sin fin.

En ese abismo de silencio, una voz suave lo sacudió.

-Hiccup?- susurró, como una brisa cálida.

Con un gran esfuerzo, Hayden intentó abrir los ojos, pero la luz que lo recibió era tan intensa, tan hiriente, que tuvo que cerrarlos al instante. Un gemido débil escapó de sus labios al volver en sí, sintiendo el peso de la debilidad y el cansancio en cada parte de su cuerpo.

Luchó por abrir los ojos de nuevo, desafiando la luz cegadora que inundaba la habitación, hasta que al fin logró que sus párpados se ajustaran. Las imágenes y los colores regresaron poco a poco, hasta que una figura conocida y querida emergió de la bruma, al fondo de su cama. Astrid.

Ella estaba allí, y su sonrisa llenaba el espacio con una calidez tan reconfortante que le arrancó una débil sonrisa.

-¿Astrid?- susurró, extendiendo la mano hacia ella, como si quisiera asegurarse de que no era solo un sueño.

Ella dejó escapar una suave risa y avanzó hacia él, sus pasos resonando en la habitación con un ritmo reconfortante. Cuando se sentó al borde de la cama, Hayden sintió cómo su mano fría y suave se posaba en su frente. La frescura de su toque era un alivio en medio del dolor, un ancla en medio de la marea que amenazaba con arrastrarlo de nuevo al agotamiento.

Quiso girarse hacia ella, verla mejor, pero los tubos y cables que lo rodeaban tiraban de él, limitándolo, obligándolo a quedarse en una posición incómoda. Cerró los ojos, tratando de adaptarse, de encontrar la manera de quedarse despierto, aunque solo fuera para poder disfrutar de la presencia de su princesa un poco más.

-Hiccup?- repitió de nuevo, su voz resonando como una melodía suave en su mente.

-Te estás quedando dormido otra vez?- preguntó con una risita temblorosa.

Él pudo sentir cómo su mano se movía ligeramente en su frente, y sin pensarlo, hizo el esfuerzo de levantar la suya para atraparla, para impedir que se fuera. No quería que apartara esa mano; le daba la seguridad que tanto necesitaba.

La escuchó reír nuevamente, y luego sintió un par de labios suaves presionándose contra su frente en un beso cálido y protector.

El contacto era tan real, tan reconfortante, que por un momento dudó si estaba soñando. Tal vez, después de todo, esta cercanía no era más que un espejismo en su mente adormecida.

¿Estoy soñando... o ella realmente está aquí? Pensó con esperanza.

-Astrid... si de verdad ahí... quiero que te quedes conmigo hasta que despierte- murmuró, su voz apenas un susurro estás. El cansancio pesaba demasiado sobre él, y abrir los ojos se sentía como una tarea imposible. Pero aunque no pudiera verla, saber que estaba junto a él lo hacía sentir menos solo.

Ahogados en los recuerdos  |EN CURSO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora