Él no me respondió pero comenzó a seguir la ambulancia, mis lágrimas aún no paraban.
¿Cómo carajos no lo vi venir? Todo esto fue mi culpa. Liam está muerto por mi culpa.
Llegamos al Hospital, me senté en una silla de la sala de espera, una que yo sabía que estaba dañada para que luego pudiera escapar y Halstead me quitó una de las esposas para luego ponerla en el brazo de la silla. No sé cuánto tiempo pasó, en todo momento mi mirada estaba fija en algún punto del suelo y Halstead estaba sentado al lado mío. Lo veía un poco nervioso y no dejaba de mirarme, estaba preocupado por cómo estaba, en algún momento estuvo a punto de quitarme las esposas pero luego se retractó.
-Doctora...-escuché, alguien se paró al frente mío, era el doctor Lou, me paré y mis piernas aún no paraban de temblar.-Lo siento tanto.-me dijo mientras negaba con la cabeza.
-Noo...-musité.
Tal vez ya lo sabía pero oírlo del doctor hace que sea un hecho, una horrible realidad y mis lágrimas comenzaron a salir nuevamente.
-Encontramos esto en su bolsillo.-me dijo, me entregó una caja pequeña de terciopelo de color rojo vino y luego él se fue. La abrí, había un precioso anillo de oro rosa, creo, con diamantes. Y fue lo que hizo que detonara, ahora sí vi mi mundo caerse en pedazos, caí de rodillas al suelo y comencé a llorar como una magdalena, comencé a golpear el suelo con mis manos, y la mano que tenía esposada a la silla no llegaba al suelo así que terminaba jodiéndome la muñeca.
-Calma...-susurró Halstead mientras se ponía de rodillas en el suelo para abrazarme, mis llantos resonaban en toda la sala de espera, las pocas personas que pasaban por ahí me miraban con pena.
-Esto es mi culpa...
-No, no es tú culpa.-me dijo sobando mi cabello.-¿Quién lo hizo?
-Los Morelli.-musité, él se despegó de mí e hizo que volviera a sentarme en la silla.-¿Puedes hacerme un último favor?
-Depende.-me respondió.
-Que entierren a Liam al lado de mi madre, por favor, si necesitan el dinero tómenlo de la empresa, pero que lo entierren al lado de mi madre.-le pedí sollozando y él asintió con la cabeza.
-¿Quieres que te traiga un té?-me preguntó, yo asentí con la cabeza y él desapareció de mi vista. Guardé la pequeña caja en mi bolsillo, pasé la esposa por donde estaba dañada la silla, en una rajadura, y la saqué sin ningún problema aún tenía la esposa en mi muñeca derecha pero estaban libres mis manos.
Salí del hospital, comencé a correr hasta que encontré un teléfono público y llamé a mi hermano para que viniera por mí. Después de un rato, llegó por mí, me subí en la camioneta, él no me dijo nada en el momento y se lo agradecí.
Llegamos a casa, antes de entrar a la casa, Eric me abrazó fuerte, entramos a la casa y mis hermanas y mi padre estaban en la sala esperándome.
-Cariño...-habló mi padre cuando me vio y extendió sus brazos.
-Papá...-corrí hacia él, lo abracé con las pocas fuerzas que tenía y no pude evitar llorar.-Murió, papá.
-Trae unas llaves para quitarle las esposas.-escuché a Riley.
Después de un par de minutos Eric tomó mi mano donde estaban las esposas y me la quitó.
-Él...él iba a...-titubeé.-A proponerme...matrimonio.-dije mientras sacaba la pequeña caja de mi bolsillo.
-Lo sé, pequeña.-me dijo papá sobando mi cabello.-Él estaba muy emocionado.
-¿Por qué?-susurré para mí.-¿Por qué él? Tuve que haber sido yo.
-Lo siento tanto, pequeña.-me susurró papá aún sobando mi cabello. Después de un buen rato de llorar en el hombro de mi padre, Riley y Sam me acompañaron a mi habitación, me metí a la ducha, demoré más tiempo del acostumbrado es claro el por qué, seguí llorando. Al final me puse una pijama, me tiré en la cama a seguir llorando, Riley y Sam se acostaron cada una a un lado mío, me abrazaron y así nos quedamos hasta que me dormí.
Me desperté, comencé a parpadear para acostumbrarme a la luz del día, sentía mis ojos hinchados. Riley y Sam seguían durmiendo, yo no me moví, me quedé ahí pensando en Liam y nuevamente comencé a llorar. Alguien entró a mi habitación, yo no me moví, Eric se asomó para saber si seguía durmiendo y cuando me vio despierta me dio una pequeña sonrisa.
-Pequeña, ¿quieres comer?-me preguntó sentándose al pie de la cama, yo solo negué con mi cabeza.-Está bien, me avisas cualquier cosa.-asentí con la cabeza y él salió de mi habitación.
La pequeña caja aún estaba en mis manos, me quedé un par de minutos viéndola, Riley se removió y terminó despertándose.
-Hola.-me susurró, yo solo mostré una sonrisa.-¿Quieres levantarte?-negué con mi cabeza, ella se acercó a mí y me abrazó, un abrazo cálido lleno de amor.
No sé cuánto tiempo ha pasado, un par de horas tal vez, yo aún no me levanto de la cama, no tengo ánimos ni mucho menos fuerzas para hacerlo, las chicas fueron a bañarse y a comer, ahora quien me está acompañando es mi padre.
-Todo va a estar bien.-me susurró, estoy envuelta en sus brazos, quisiera quedarme aquí toda la vida.
-No, ya nada va a estar bien, él es mi vida, papá.-dije sollozando.
-Lo sé, pequeña. Pero un día vas a levantarte y a seguir adelante, tienes un futuro no puedes estancarte en el pasado.-me dijo.
-¿Cómo superaste a mamá?-le pregunté.
-Ay, me tomó tiempo, cariño, mucho tiempo. Pero al final, me levanté por ustedes, tenía que seguir adelante, ustedes son mi futuro.
-Yo no tengo a nadie que sea mi futuro.
-Si crees que nosotros no lo somos, no te preocupes, llegará alguien y ese alguien va a ayudarte a seguir adelante y pronto tu futuro será él.
-¿Y si no lo encuentro?
-Pues, no te preocupes, tú eres una Falcone, eres fuerte y lucharás por ti.-me dijo y me dio un beso en el cabello.
-Gracias, papá.-y lo abracé más fuerte.
-Yo siempre estaré aquí para ti, pequeña. Nunca lo dudes, tú eres mi mundo.-me dijo en un tono tranquilizador.-Entiendo por lo que estás pasando.
Solo cerré mis ojos y dejé que el calor del abrazo de mi padre me calmara.
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La Mafia.
ActionDos familias... Un territorio... Una guerra... Una historia llena de acción, romance y muerte.