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Ernesto's Pov.

-Es un nuevo día, pequeña.-le digo mientras acaricio su cabello.-¿No quieres desayunar? o bueno, almorzar.-le digo mientras veo la hora en mi reloj de mano.

Erin no me responde, todo esto es mi culpa. Debí decirle que no cuando me dijo que quería entrar en el negocio, es mi pequeña ¿cómo pude permitir que ella entrara en esta vida de mierda? Perdí a mis abuelos, a mis padres, a mis hermanos, a mi esposa, no quiero perder a mis hijos también por este maldito negocio. Debí decirle que nunca dejaría que ella entrara en el negocio, debí decirle...pero no lo hice. En cambio, se lo permití y la volví mi mano derecha, sabía que ella iba a lograr mucho, sabía que iba a triunfar y no me equivoqué. Pero se me olvidó que para triunfar en este negocio debes sufrir y mucho. Y mi pequeña ha sufrido demasiado, pero ya no puedo pensar en el pasado, ya cometí el error, ella es valiente, fuerte y sé que podrá levantarse como siempre lo ha hecho y es lo que más me enorgullece. Este negocio trae muchas cosas malas pero también cosas buenas.

-Esto no es tu culpa.-susurra Erin, como si leyera mi mente. Ella se acomoda en la cama y se sienta al frente mío.-No pienses que esto es tu culpa.

Su voz sonaba tan delicada, estaba a punto de llorar.

-Sí lo es, yo te metí en esto.-le digo acariciando su mejilla.

-Tú no me obligaste.-me dice bajo.

-Nunca debí permitírtelo.-le digo, ella me da una leve sonrisa.

-Papá, de alguna forma me hubiese metido en este mundo, así que fue mejor haciéndolo a tu lado.-me dice pero yo niego con la cabeza.-Aunque no lo creas hay momentos en los que no me arrepiento de nuestra vida. No me arrepiento del poder que tenemos.

-Ya dejemos de hablar de eso ¿sí?-ella asiente con la cabeza y me abraza.-Te amo, Erin. Nunca lo olvides, eres mi mayor tesoro y todo lo que haga será por ti y por tus hermanos.

-Yo también te amo, papá.-me abraza más fuerte.-Por favor, prométeme que nunca te irás de mi lado, te necesito en mi vida.

-Nunca me iré.-mentí.-Pero recuerda que tienes a tus hermanos y un hombre que te quiere mucho, él es tu futuro, él va a ayudarte a seguir adelante.

-Lo sé.-susurró.

-Todo va a mejorar, pequeña.-le digo, Nate entra a la habitación, le doy un beso en la frente a Erin y me levanto de la cama.-Tengo que salir, cuídate y prométeme que no vas a dejar que esta pesadilla te consuma.

-Te lo prometo.-me dice mirándome con esos ojos verdes que tanto amo, sentí cómo mis ojos se llenaban de lágrimas así que salí rápido de ahí. Llegué a la sala y me encontré con Eric y las chicas.

-¿Vas a salir?-me preguntó Eric.

-Sí, tengo que resolver un asunto.-Le digo y él asiente con la cabeza.-Cuida de tus hermanas.

-Claro que sí, papá.-me da una leve sonrisa.-Siempre las protegeré.

-Estoy orgulloso de ti.-le digo, miro a las chicas.-Estoy orgulloso de todos ustedes.

-¿Pasa algo?-me pregunta Riley.

-No, princesa. Solo...solo quiero que nunca olviden lo mucho que los amo y lo mucho que me enorgullecen.-ellos me dan una sonrisa y todos se acercan para abrazarme.-Cuídense entre ustedes.

Salí de la casa, me subí a mi auto y comencé a manejar. Llegué al edificio abandonado, cargué mi arma y la guardé en mi cinturón. Salí del auto, me adentré al edificio y él ya estaba ahí esperándome con un lujoso traje de color crema mientras miraba su reloj de mano impaciente.

-Por fin llegas.-me dice Alberto.-¿De qué quieres hablar?

-Tenemos que parar esta guerra.-le digo, él muestra una sonrisa burlona.

-Esto no es así...

-¡Acabas de perder a una hija, Alberto!-le grito para que recapacite.-¡Tu hija murió por esta maldita vida! ¿Acaso quieres perder a Sofía también?

-No es tan fácil.-me dice.

-¿Crees que no lo sé? ¿crees que no he querido que mis hijos salgan de este negocio?-le pregunto.-Es casi imposible, pero debemos luchar por nuestros hijos, por ellos nada es imposible.

-Tu hija mató a mi hija.-me dice molesto y saca su arma.

-Tu hija no era una santa, ella mató al esposo de mi hija, tenía sus razones.-le digo.-No es una excusa, pero tú y yo sabemos las reglas de esta vida, ésto las está dañando.

-Y yo tengo mis razones para matarte...

-Piensa en Sofía, Alberto.-le digo.-Vamos a hacer una tregua para que este infierno termine, esta guerra nos ha hecho perder demasiado.

-Quiero que mi hija sea libre.-me dice y yo asiento con la cabeza.-Pero, ella está tan cegada de poder, no quiere salirse del negocio, ella solo piensa en matarlos a todos ustedes para quedarse con su lugar. Y yo estoy con ella en lo que sea, tú debes entender eso.

-Te entiendo pero...

-No, esto se va a acabar aquí pero solo uno vivirá.-me dice y carga su arma. Yo saco la mía y le apunto en la frente.

-No quieres esto, Alberto.-le digo.

-Tú no sabes qué es lo que quiero.-me dice acercándose a mí.

-¿Qué es lo que quieres, entonces?-le pregunto.

-Quiero todo lo que tú tienes.-me dice y se abalanza sobre mí, mi arma cae al suelo pero no tan lejos de mí. Trato de empujar a Alberto para que se quite de encima mío pero no puedo.-¡Quiero todo tu maldito poder!

Alcanzo mi arma, le apunto en su abdomen y justo cuando aprieto el gatillo, él también lo hace. Él cae a mi lado, escucho su respiración lenta, paso mi mano por mi abdomen y puedo ver mucha sangre, debió herirme algún órgano importante.

Pienso en esos hermosos ojos verdes, la primera vez que la cargué, la primera vez que la regañé, la primera vez que la vi llorar o la primera vez que la vi amenazar a alguien, Joder. Pienso en mi hijo, la vez que fui a su primer partido de fútbol, la primera vez que me presentó a una novia o la primera vez que lo vi disparar. Pienso en el cambio de look de Riley, cuando se pintó el cabello de rojo, cuando la acompañé en su primer juicio, pienso en el día que la adopté, moriré y ella nunca me dijo de su relación con Isaac. Y Sam, con su actitud rebelde y ruda, no podré volver a verla corriendo de un lado a otro en la oficina con carpetas encima, no volveré a ver su sonrisa, recuerdo cuando lloró por sus padres, no quería separarse de mí y sobre todo no podré conocer al chico que soporte su mal carácter y que le recuerde todos los días lo maravillosa que es. Voy a extrañar mucho los cumpleaños, las navidades, las cenas familiares, las risas, los llantos, los gritos, hasta los ataques de pánico de Erin. Voy a echar de menos todo eso.

Solo puedo pensar en mis hijos, ellos estarán bien, todo va a estar bien.

-Ernesto...-susurró Alberto. Traté de hablar pero no tenía las fuerzas, me volteé a ver a Alberto pero él tenía sus ojos cerrados y su pecho no se movía ni un poco.

Mis hijos...los cuidaré desde el cielo con su madre, no se preocupen. Y por favor perdónenme, perdónenme por darles esta vida de mierda.

La Mafia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora