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Eric, Ernesto y Nate han despertado así que es hora del espectáculo. Tomo el balde de agua fría y le lanzo el agua a Erin, ella se despierta de inmediato.

-Joder.-suelta cuando me ve, Dios es tan hermosa.-Riley...¿Dónde está Riley?

-Justo donde la viste la última vez, muerta en la sala de tu casa.-le digo sin importancia.

-No...-me dice y lágrimas comienzan a caer sobre sus mejillas.-Estás mintiendo.

-Nunca te mentiría a ti, hermosa.-le digo mientras me acerco a ella y acaricio su mejilla.

-No me toques, imbécil.-me dice y trata de apartarse pero no puede. Sus pies no tocan el suelo así que no es tan fácil moverse.

-Ni te atrevas a ponerle un dedo encima.-me amenaza su novio, suelto una risa, me acerco a él y le doy un puñetazo.

-¡Déjalo!-me grita Erin.-¿Qué es lo que quieres?

-A ti.-le digo volviendo a quedar frente a ella.-Y las pruebas que tienes en contra del gobernador.

-Já.-suelta una risa sarcástica.-Olvídate.

-Erin, no quiero ser duro contigo.-le digo, ella suelta una hermosa sonrisa.

-No pienso decirte nada.-me dice.

-No quiero hacerte daño.-le digo, rodeo su cintura con mi brazo y siento algunas cicatrices, es maravilloso.

-Suéltame.-me dice y hace énfasis en cada sílaba. Cuando no lo hago, me da una patada en mi parte baja.

-¡Mierda!-me quejo.-¡Dime dónde están las malditas pruebas!

-No pienso decirte nada.-vuelve a decirme, lanzo un puñetazo directo a su boca y ésta comienza a sangrar.

-¡Maldito imbécil, déjala!-grita Ernesto.

-Tápales la boca a esos tres.-le digo a uno de mis hombres y me obedece poniéndoles cinta adhesiva sobre sus bocas.

-Puedes golpearme todo lo que quieras.-ríe Erin, su risa es gélida pero a la vez hipnótica.

-A mi no me importa esas malditas pruebas, pero pasa que necesito de mi gobernador para pasar un cargamento que viene de Colombia.-le digo.-Así que haré lo que sea para que sueltes la lengua.

-Inténtalo.-me reta sonriendo, sus dientes están manchados de sangre. Vuelvo a darle un puñetazo en su hermoso rostro.-¡Vamos!

Le doy otro y otro...y otro puñetazo en el rostro. Ella solo ríe mientras veo sangre escurrir sobre su rostro.

-¡Vamos! ¡Que aún puedo aguantar otra golpiza!-me grita, escucho como los tres hombres forcejean.

-¡Maldita sea, Erin, dime dónde carajos tienes las pruebas!-le exijo.

-No pienso decirte una mierda.-me dice y me escupe sangre a la cara, me limpio la sangre, me acerco y sus labios se ven tan tentadores, ella sonríe provocándome. Agarro su cabello y estampo mis labios con los suyos, tiene un sabor metálico debido a la sangre pero como me encanta, joder.

Ella sigue mi beso, hasta que muerde mi labio inferior con mucha fuerza, seguía mordiendo hasta que saqué una navaja de mi bolsillo y se la puse en el cuello, ella soltó mi labio, pasé mi mano por mi labio porque me dolía, estaba sangrando.

-¿Lo disfrutaste?-me pregunta divertida,  hago presión en la navaja que está puesta sobre su cuello, ella retuerce su rostro debido al dolor, veo cómo sale sangre de su cuello.-Joder.

-Todo lo que venga de ti me encanta.-le digo y hago más presión, a ella se le salen un par de lágrimas.

-Ni siquiera...cortando mi cuello...vas a lograr que te diga algo.-trata de reír pero no puede por el dolor. Quito la navaja de su cuello y de la cortada más sale sangre.-Estás loco.

La Mafia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora