34.

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-Buenas tardes, Erin.-aparece Diego.

-¿Qué quieres?-le pregunto mientras me levanto.

-Te ves hermosa.-me dijo mientras me miraba de pie a cabeza.

-¿Te gustan los moretones que me dejaste?-le pregunto cruzada de brazos.

-¿De qué hablas?-frunció el ceño.

-No te hagas el imbécil, ¿si?-me acerco a él, tomo su muñeca derecha y subo la manga del traje mostrando el tatuaje.-Sé que fuiste tú el que me atacó en Gatlinburg y el mismo que le pagó a un juez para condenar a mi hermano.

¿Por qué me puse zapatillas hoy?, él es mucho más alto que yo y mi tamaño no me ayuda para ser amenazante.

Él soltó un risa sin humor y se soltó de mi agarre de forma brusca.

-Bueno, ya lo sabes.-dice.-Entonces puedes venir conmigo a las buenas.-solté una carcajada.

-Yo no iré contigo a ninguna parte.-le digo y me siento en el escritorio.

-No sabes de lo que soy capaz de hacer.

-Lo mismo digo, no me conoces y definitivamente no sabes de lo que soy capaz, no querrás meterte conmigo.- él sonríe, camina hacia mí, coloca cada mano a un lado mío y quedamos muy cerca.

-Tú serás un demonio Erin...pero yo soy el diablo.-me dice.

-Eso ya lo veremos.-le digo con una gran sonrisa.

-Justo ahora puedo llevarte a la fuerza...

-¿Estás seguro que quieres que te vean llevándome a la fuerza?-le pregunto burlona, ninguno de los dos quiere armar una escena aquí.

-Bien.-sonríe.-Cuídate y tu familia también.

-¿Qué quieres decir?-inquiero.

-Yo solo digo, no vaya a ser que salgan lastimados en este guerra que no les pertenece.-ladea una sonrisa y hace que explote. Lo empujo hasta que queda contra la pared y pongo mi brazo en su garganta.

-Ni se te ocurra lastimar a mi familia.-le amenazo.-No me importa quién seas, pero yo soy una Falcone y yo siempre gano.

-¿Estás segura de eso?-soltó riendo e hice más fuerza en mi brazo que estaba en su garganta.

-Muy segura, créeme lo de ser el diablo te queda corto a mi lado.-le digo con mi tono fuerte.

-Eso...ya lo veremos.-me dice alzando sus manos en forma de paz. Lo suelto y él pasa su mano por su garganta donde estaba mi brazo.

-Lárgate.-le digo, él acomoda su traje y sale de la oficina no sin antes decir algo.

-No vemos pronto, hermosa.-se despide guiñándome un ojo.

Minutos después aparece Sam.

-¿Qué ha pasado?-me pregunta mientras se sienta en el sofá.

-Diego es un descarado.-escupí molesta.-Tuvo el descaro de venir.

-¿Vino hoy?

-Si, acaba de irse.-le respondí.

-¿Y qué le dijiste?-me preguntó sin alterarse.

-Le dije que lo sabía todo.-le respondí.-Me dijo que me cuidara y que ustedes también deberían hacerlo. Él les hará daño, no puedo permitirlo.

-Estaremos bien.-me tranquilizó.-No te preocupes por eso.

-Sí, debo concentrarme en acabar con los Morelli y Diego.-le digo mientras comienzo a raspar mi labio inferior con mi uña, es algo que hago cuando me comienza a dar ansiedad, Sam lo nota y me da una mirada asesina.

La Mafia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora