siete

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Nos estábamos dando un beso caliente, con lengua y todo.

Yo seguía acorralada arriba del altavoz, y Trueno me estaba agarrando fuerte del culo, mientras me comía la boca como el mejor.

Hacía mil años que no garchaba y ese simple besito, estaba sacando lo mejor de mí, así que lo empujé.

—Para o sino te cojo —le dije, limpiándome la boca con una sonrisa.

Se rió, y volvió a acercarse, listo para seguir comiéndome la boca, pero apareció uno de sonido y le dijo que en cinco subía él.

Me miró divertido, y se alejó despacito de mí. Antes de darse la vuelta para subir al escenario, me señaló y me dijo:

—Esto no se va a quedar así.

Sí, así se iba a quedar, papito lindo. Solo andaba caliente y justo él me provocó y bueno, pasó. Pero no significaba nada más que eso, y no quería seguir dándome besos con él.

O sí.

Pero no, era mejor no darle más bola.

Se subió al escenario, y todas las chicas del público gritaron como loquitas. Pusieron uno de los temas más conocidos de él, y todos empezaron a bailar y a cantar sus canciones. Después, le pusieron una base y empezó a hacer freestyle.

Sonreí. Saqué mi celular y empecé a grabar desde de donde podía ver yo, para subirlo a mis historias.

Pau volvió y se me acercó para mirar a dónde yo estaba viendo. Inmediatamente me sonrió como boluda.

—¿Mirando a tu noviecito? —me preguntó riéndose, pinchándome un costadito con su dedo índice.

—Salí, tarada —le dije sonriendo, sacando su mano—. No sé por qué siempre me jodés con él.

—Bueno, puede ser porque tenes todo el labial corrido y andas mirando para el escenario como una nenita tarada.

Le pegué suave en el hombre y me traté de arreglar el labial corrido, porque sí, se me había corrido y no me había dado cuenta.

Cuando Trueno terminó con su performance, me tocaba a mí cantar, pero no quería cruzarmelo. Así que me subí por las escaleritas contrarias y esperé a un lado, a que él se bajara.

Los nervios habían vuelto de repente. Con todo lo del turro me había olvidado que tenía que cantar yo también y que estaba más nerviosa que la mierda.

Me fijé por un huequito y miré el público llenísimo de gente, que estaba esperando al siguiente artista (o sea yo) y no podía creerlo. Me giré y ví a Pauli sonriéndome, con sus pulgares hacia arriba. Y al lado de ella, estaba Trueno, mirándome sonriente también, pero una sonrisa sincera ésta vez.

Respiré hondo y subí los escalones que me faltaban para subirme al escenario. Cuando me subí allá arriba y todas las miradas se centraron en mi, los nervios se convirtieron en adrenalina y sonreí con mucha felicidad hacia la audiencia.

—¿Cómo la están pasando, gente linda? —grité hacia el público y una manada de gritos me respondieron. Me reí—. Se ve que la están pasando bien.

Empezó a sonar la instrumental de mi canción más popular y todos empezaron a saltar y a bailar. Me solté y empecé a hacer lo mismo, paseándome por el escenario mientras cantaba mi canción y escuchaba a la gente hacerlo también.

Canté dos de mis canciones y me bajé eufórica de ahí, corriendo hacia Paulina, que seguía esperándome en el backstage con una sonrisa de mamá orgullosa.

—¡Lo hiceeeeee! —le dije, abrazada a ella como un koala.

—¡Sí, lo hiciste! —me respondió ella, dándome vueltas.

Me bajó de su abrazo y me empujó hacia Trueno, quien no me había percatado de su presencia.

Pensé que se había ido, pero no, seguía allí y me miraba tambien muy contento, como orgulloso.

—Estuviste de lujo, chetita —me dijo, para encerrarme en un abrazo, el cual acepté gustosa.

Olí su perfume riquísimo y apoyé mi cabeza en su pecho, disfrutando del momento. Me hacía sentir segura por alguna razón y a pesar de que mi cerebro me estaba diciendo que me separara y me fuera de allí, solo quería quedarme un ratito más abrazada a él.

Me separé, igual, porque no podía quedarme media hora trepada al pibe. Quedaría como una loca sino.

Cuando nos alejamos, me miró con una sonrisa de lado, y me agarró de la mano, sin dejarme ni siquiera reaccionar, para caminar conmigo y Pau por el festival, hasta llegar a un grupito de pibes, que eran otros raperos del ambiente de Trueno.

—Hola —saludé a todos, un poco tímida, ya que me estaban registrando todos y me daba vergüenza.

—¿Qué anda? —me dijo uno sonriente, me parece que ese era Lit Killah.

Le sonreí. Los demás, volvieron a hablar entre ellos sobre las batallas que iban a dar cada uno. Y Pau estaba sentada con su celular, trabajando como siempre.

Pude divisar a Duki, que estaba medio apartado del grupo, prendiéndose un faso. Trueno estaba con él, hablándole de algo muy animado.

No quería interrumpir, pero quería saludar a Duki, porque era mi amigo más cercano en el ambiente de la música y sin él, no estaría tocando en el Lolla.

—Mi reinaaa —me dijo en cuánto me vió, se puso el faso a un costado de su boca y abrió sus brazos para poder darme un abrazo de oso.

—Dukito, ¿cómo estás? —le respondí sonriendo, aceptando su abrazo.

Nos separamos y me miró con una sonrisa pícara, aún con el faso entre sus labios.

—Yo ando bien, pero vos andas fresh, negrita.

Me reí, y volví a abrazarlo.

—Bueno, pero es gracias a vos todo esto —le dije sincera.

Lo miré y me estaba mirando como un papá orgulloso. Se separó de mí y volvió a prender su faso, que se le había apagado. Trueno seguía allí, mirándonos medio raro.

—¿Se conocían ustedes? —preguntó el morocho.

Duki se rió y yo me reí a la par.

—Sí, pa. Yo a ésta negrita, la encontré en Youtube, cuando subía covers y freestyles —le cuenta y yo me empiezo a poner roja de la vergüenza.

—¿Freestyle?

—Ay noooo, no le cuentes eso, Mauro —le digo a Duki, riéndome mientras tapaba mi cara roja.

Trueno se ríe y me rodea con sus brazos, sacudiéndome un poco.

—¿Así que la chetita hacía freestyle? —me pregunta divertido.

Me separo de él con cara de culo fingida. Detesto que me diga chetita.

Duki se rió, y le pegó un par de caladas a su faso, y me lo pasó a mí.

—De chetita no tiene nada ésta —dijo sonriendo—. ¿Te acordás cuando te traje al estudio? Vino toda chiquita y desganada, con una carita de culo impresionante, y fue derecho al estudio. Era lo único que quería ver ella, me dijo que no podía morirse sin haber pisado un estudio. Se pasó la tarde entera grabando y grabando, y eso que era la primera vez que estaba en un estudio.

Me reí acordándome también y le pase el faso a Trueno, que me estaba mirando con intensidad. Le fruncí el ceño, preguntándole qué le pasaba, y se acercó a mí hasta pegarme a un costado de él.

—Bueno, wachos, me tengo que ir. Se me cuidan —se despidió Duki, y nos dejó solos a un lado del grupo de amigos de ellos.

Lo miré de reojo, y esperé a que me dijera algo.

Me estaba incomodándo que me estuviera tocando tanto en público, se supone que él tiene que reservarse pila porque sino las fans se ponen locas y yo no quería que me metieran en nada de esos mambos.

—Cada vez que voy sabiendo un poco más de vos, me dan ganas de comerte enterita.

𝙏𝙍𝘼𝙋𝙋𝙀𝙍; 𝘵𝘳𝘶𝘦𝘯𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora