veintidos

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La vida puede dar un giro de 180 grados, inesperadamente, dándote vuelta todos tus planes.

Podría confirmar eso, tan solo pensando en el último mes, donde saqué mi primer proyecto que tuvo muchísimo éxito.

Y creo firmemente que sin importar cuán alto estés, siempre podés bajar de inmediato. Todo lo que sube baja.

Me dí cuenta de eso, cuando recibí una llamada perdida, de un numero demasiado familiar para mí. El número del orfanato donde crecí.
Terminé esperando a que llamaran denuevo para saber por qué me habían llamado, y cuando lo hicieron, la razón de su llamada no me sorprendía en lo absoluto. Es más, era lo que estaba esperando.

Mi madre quería saber dónde estaba. Se había puesto en contacto con el orfanato y había tratado de sacarles información acerca de mi paradero. Obviamente, la institución no tiene permitido brindar esa información a nadie, y mucho menos cuando se trata de alguien que ya no es parte del orfanato.

Pero sólo pensar en el hecho de que mi madre me estaba buscando, me derrumbó por completo.

Su ausencia en mi vida nunca me había importado, o quizás sí, pero nunca pensé en ella demasiado. Sólo tenía un puñado de datos sobre ella y eso me había motivado a que no me importara. Sin embargo, era imposible no pensar en cómo serían las cosas si ella no me hubiera abandonado. Si me parecía a ella o a mi padre. Si tenía más familia por ahí, algún abuelo, algún tío.

Todo eso había estado reprimido en algun lugar de mi cerebro durante toda mi vida hasta ese momento.

Después de recibir esa llamada, me encerré por completo y no quise salir de mi cuarto por días, con miedo de que esa mujer me pudiera encontrar si salía al mundo exterior. Esto por supuesto alarmó a la gente alrededor mío, incluyendo a Trueno, con quien me estaba viendo seguido.

Cuando me dí cuenta de la escenita que estaba montando, decidí armarme de fuerzas y salir de la casa y hacer todo lo pendiente que tenía en mi agenda, la cual iba creciendo cada vez más junto con el éxito del EP.

Se me ocurrió pasarme por el estudio, pero no para grabar algo sino para visitar a Trueno, que se encontraba preparando un proyecto enorme y no había podido visitarme.

Con respecto a los sentimientos que fueron confesados... Todo quedó en esa, lo único que cambió fue que dejamos atrás el bardeo constante y el contrato, y nos hicimos muy cercanos. Tan cercanos que por una semana entera, Trueno se quedó a dormir con nosotras.

Así de cercanos nos habíamos hecho. Pero nada romántico. Quizás no era el momento.

Caí en la discográfica, y pasé rápidamente por las puertas enormes de vidrio del edificio. Saludé a la recepcionista, quien ya me conocía de todos los días, y subí las escaleras hacia los estudios de arriba.

Nunca había estado en esos estudios, dado que siempre frecuentaba los de abajo, se me hacían más cómodos. Mientras que los de arriba tenían artillería pesada, cosas que solo los ingenieros de sonido y gente pro usaría, y yo no soy nada de eso.

Llegué al pasillo lleno de puertas negras antiruidos, y traté de recordar el número que Paulina me había dicho por llamada, ya que ella había sido mi agente secreto responsable de esta sopresa, siguiendo toda la mañana a Trueno para poder ayudarme con el plan mientras yo estaba en casa.

Piensa, piensa, Mara...

Miré los números de las puertas, 17, 18, 19, 20... Y de repente, un flaco que se me hacía re conocido salió de la puerta 21. Era Taiu, un productor de Trueno.

⎯ Hola, Taiu ⎯ le dije sonriendo nerviosa.

Me miro raro pero me sonrió devuelta y me besó en el cachete.

⎯ ¿Venís a ver a Trueno? ⎯ me preguntó señalando la puerta del estudio con el pulgar.

Negué rápidamente hasta que me dí cuenta de que no servía de nada mentirle. Terminé asintiendo y él se rió.

⎯ Quiero que sea sorpresa ⎯ le explico.

⎯ Está grabando unas voces, entrá nomás que no hay nadie.

Le sonreí y esperé a que él se marchara. Respiré profundo mirando la puerta negra con el número 21 y un escalofrío recorrió mi cuerpo entero, haciéndome sonreír. Estaba nerviosa y no sabía porqué.

Quizás era porque había pasado tanto tiempo sin verlo, que tenerlo en frente me daba nervios.

Suspiré y abrí la puerta lentamente, metiéndome por una rendijita chiquita. Al cerrar la puerta pude verlo de espalda en la cabina, rapeando con un flow que sólo él podría tener. Sus palabras resonaban por toda la sala, acapella, dejándome derretida de amor y admiración contra la puerta.

Sí, me gustaba. Me gustaba mucho.

Lo único que quería era cruzar el estudio y abrir la cabina de grabación y darle un beso en toda esa trompa hermosa que él tiene y decirle que me encanta y que quiero ser su novia y que no me importa nada, pero me limité a mirarlo desde la puerta con una gran sonrisa cruzándome por el rostro.

Sus palabras cesaron y salí de mi ensoñación para verlo mirarme a través del vidrio de la cabina, con los auriculares en sus manos.

⎯ ¿Hace mucho que estás ahí? ⎯me preguntó sin moverse.

Caminé hacia el teclado de mixing y apreté una teclita que me dejaba hablarle sin que él saliera de ahí. Me incliné al micrófonito y sonreí.

⎯ El tiempo suficiente como para decirte que sos el pibe más lindo que existe.

Me sonrió.

⎯ Sos una mentirosa.

Me reí y lo miré acercarse a mí. En cuánto llegó a estar enfrente mío, a menos de diez centímetros de distancia alzó una mano y corrió un mechón de pelo de mi cara.

⎯ Te extrañé ⎯ me susurró.

Agarré esa misma mano que me peinaba, y la dejé apoyada en mi cachete dejando que su calor y tacto calmara todos los nervios y mariposas que reinaban en mi estómago.

Lo miré a través de mis pestañas y le sonreí.

⎯ Yo a tí.

𝙏𝙍𝘼𝙋𝙋𝙀𝙍; 𝘵𝘳𝘶𝘦𝘯𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora