nueve

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—Te tiene como quiere esa piba.

Alcé la mirada y me encontré con Camilo, mi mejor amigo mirandome divertido. Fruncí el ceño.

—¿De cuál de todas me hablas?

Nos empezamos a reír y se recostó en el sillón conmigo, mientras yo armaba un faso.

—Dale, en serio —siguió diciendo—. Yo sé que la Mara esa te tiene re bobito mal.

—Cállate, salame —dije, concentrado en doblar el filtro de mi porro.

Mi amigo sopló y lo miré cansado, se ponía re denso cuando quería.

No me tenía de ninguna manera Mara. Bueno, quizás si andaba atrás de ella públicamente, algo que no solía hacer con ninguna piba, pero era solo porque me gustaba molestar a la chetita, que resultó no ser cheta.

Mi papá entró al living con expresión seria y se sentó en el sillón enfrente a nosotros y me tiró un encendedor en la mesa, para prender el faso que estaba lamiendo para asegurar.

—¿Qué pasa que tenés esa caripela? —preguntó Camilo a mi padre, riéndose.

Pedro suspiró sonriendo y se relajó un poco, aunque lo veía medio tenso aún. No era común verlo con esa cara, ya que siempre andaba sonriente y con la energía a full. Agarré el encendor y me quedé viendo a mi padre, esperando su respuesta.

—Nada, acabo de venir de una reunión —dijo, y me miró raro—. Es sobre un temita... medio raro.

Alcé una ceja, queriendo saber más del tema. Mi papá se sacó la campera y se estiró en el sillón resoplando estresado.

—¿Viste la nenita esta... Mara Miller?

Camilo me codeó y cuando lo miré, alzó sus cejas de arriba hacia abajo. Le pegué un zape como pude y le pegué un par de caladas al faso, para volver mi vista hacia mi progenitor. Asentí para que siguiera hablando.

—Bueno, la pendeja que la maneja dice que quiere hacer un trato —continuó.

—¿Trato de qué? —pregunté.

Mi viejo puso sus codos en sus rodillas y se pasó las manos por la cara. Verlo así de raro me estaba poniendo nervioso y le pasé el porro a mi padre.

—La manager me dijo que tu actitud está causando que la nena reciba hate online y quiere que hagamos algo al respecto —dijo y aceptó el cigarro y le pegó un par de caladas—. Quiere que usemos esto como una chance para hacer publicidad.

Me reí y agarré el faso, sin entender la situación por completo.

Yo soy el Trueno, no necesito de publicidad ni nada de esos mambos porque ya me iba bastante bien sin tener que hacer ningún escándalo.

—¿Y en qué nos beneficia eso a nosotros? —pregunté riendo.

Mi papá se encogió de hombros y se sonrió.

—Llegamos a un acuerdo, igual —me dice y lo miro expectante—. Quedamos en que se tiren odio de vez en cuando, para que se creen especulaciones, y eso llame la atención.

Me reí esta vez más fuerte que la vez anterior, sin poder creer lo que me decía mi viejo. Para tirarse de pobrecita honesta, le gustaba hacer publicidad barata a la nenita.
Pensé que era mejor que ésto.

—Si es lo que ella quiere, lo hago —dije, encogiéndome de hombros, con ganas de bardearla pero posta, porque ya me había caído mal todo este asunto.

(...)

Escuché la puerta de la entrada, y me asomé por la de la cocina, saludando a Paulina que volvía de una reunión.

—Estoy haciendo unos sándwiches que 'tas loco —le dije, como si hacer sandwiches fuera una obra maestra compleja.

Pau se rió y se sacó el saco, dejandolo colgado, para venir a la cocina conmigo mientras tomaba una copa de vino que se había servido.

—¿Cómo te fue? —le pregunté cortando en triángulos a los sandwiches calientes.

No me contestó y me tuve que girar para ver si me estaba escuchando, pero estaba parada, mirando a la pared como ida, sin darme bola.
La empujé y reaccionó.

—Ah, me fue bien, sí —dijo.

La miré extraña. Paulina era una rompebola siempre, hablando y hablando sin parar, como si le fuera la vida en ello.

—¿Qué te pasa, boluda?

Caminó hasta el living y la seguí con la comida en un plato, para sentarnos en el sillón a comer.

Me estaba preocupando esa actitud, y tenía miedo que le pasara algo grave y no pudiera contarmelo, pero no quería presionarla mucho, por las dudas.

—Es que... Hice un trato con el padre de Trueno —me dijo finalmente, cuando elegimos una película y todo.

Abrí mis ojos y me paré enfrente de ella.

—¿Cómo que un trato?

Asintió y se agarró un sanguchito, soplándolo.

—Le dije que si andaba haciendo mucho bardo con tu nombre, que mejor sacaramos provecho de la situación.

La miré con un signo de interrogación en mi cara.

—El trato es que llamen la atención bardeandose por internet y de paso, empezas a tener mas seguidores y eso —me dijo.

—¿Pero vos estás loca? —le dije—, ¿cómo vas a hacer eso?

Paulina me miró con una expresión de inocencia falsa que me hacía querer levantarme y arrancarle el pelo de la cabeza. Se metió un sandwich en la boca y se quedó masticando tranquila, como si no se hubiera mandando semejante cagada.

—Sos consciente que ahora me va a odiar, ¿no? —le dije, refiriéndome a Trueno—. Ya pensaba cualquier cosa de mí, ahora le dí razones para pensar más mierda. Seguro piensa que quiero sacarle plata o algo de eso.

Mi amiga, o deberia decir ex amiga, frunció su ceño y tragó apurada para poder contestarme.

—¿Y qué tanto te importa lo que piensa o diga el turro ese?

Me quedé pensando. Sí, por ahí no debería importarme lo que piense el pibe, pero por alguna razón, muy en el fondo, me importaba y quería quedar bien con él.

—Te recuerdo que fue él el que empezó bardeandote por Twitter —continuó hablando—, yo sólo estoy sacandole provecho a todo nuestro para nuestro beneficio, Mara. No te enojes conmigo.

Asentí distraída y me quedé en silencio pensando en todo el tema en cuestión. No sabía si realmente era correcto hacer eso, pero el trato ya estaba hecho y estaba en un contrato estipulado, al parecer, no podía no hacerlo. Ahora estaba obligada a hacerlo. Tenía que bardearlo en las redes y él me contestaría, ¿y ganaríamos plata?

No sé. No entendía nada y tampoco me sentía como para hacerle eso.

Paulina me pasó su celular y me mostro mi cuenta de Twitter abierta, lista para publicar un tuit.

—Hacelo.

La miré dudosa. Realmente no tenía ganas de meterme en bardos, no era lo mío. Quería tener una carrera musical libre de beef y esas mierdas.

La cara de Paulina, me convenció y agarré el celular resignada, escribiendo un buen insulto.

@mara miller: @truenooficial como se siente ser tan payaso? contame dale, así tomo nota

Me reí. Bien de nena de preescolar. Pero era lo primero que se me había ocurrido. Le devolví el celular a Paulina y se rió, pero publicó el tuit.

Que empiece el juego, supongo.

𝙏𝙍𝘼𝙋𝙋𝙀𝙍; 𝘵𝘳𝘶𝘦𝘯𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora