diecisiete

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Lo miré directamente a los ojos, con la sonrisa más grande que podía entrar en mi cara.

⎯Yo nunca quise bardearme contigo tampoco ⎯le dije agarrándolo de la mano, para seguir caminando⎯, fuiste tu el que apareciste siendo todo un hater.

Una carcajada salió de su boca y lo acompañé con la risa mientras llegábamos al local de comida que tanto nos gustaba.

⎯Sí, tenés razon. Pero en mi defensa-

⎯¡¿Ese es Trueno?! ⎯interrumpieron a mi raperito lindo, desde el otro lado de la calle.

Nos giramos y un grupo de chicas con uniforme de colegio señalaban al morocho, esperando a que se pusiera en verde el semáforo para cruzar.
Quería saludarlas y esperar a que vinieran hacia nosotros para sacarles fotos con Trueno, pero él me agarró del brazo y se metió rápidamente en el local lleno de gente, tratando de perderse entre los clientes que hacían fila.

⎯¿Qué pasa? ⎯le pregunté, sin que dejáramos de caminar.

Mi brazo seguía atrapado en una de sus manos, y estábamos subiendo las escaleras del restaurante.

⎯Mateo, te estoy hablando ⎯le volví a llamar la atención.

Me miró, sin detenerse, y se metió al baño de mujeres conmigo, empujándome contra un cubículo, aún sin decirme nada.

⎯Si empiezo a saludarlas y a sacarnos fotos ⎯susurró, tirándome su aliento caliente en la garganta⎯, van a caer más y más wachinas y créeme, no es lindo.

Estábamos apretados en el cubículo chiquito, sus manos estaban apretando mi cadera, mientras miraba como un loquito paranoico a todos lados, con miedo de que alguien entrara.

Sonreí al darme cuenta de la cercanía, y pasé uno de mis brazos por su pecho, mirándolo con mi mejor cara de inocente. Seguía sin darme pelota, hasta que acerqué mi boca a su cuello, rozándola contra su piel.

Giró su cabeza lentamente y miró hacia abajo con una pequeña sonrisa torcida.

⎯No es buen momento para hacer esto acá, Mara... ⎯susurró sonriéndome pícaro.

Me río levemente y subo mis manos a su cuello. Mordí mi labio inferior y me acerqué a su cara. Agarré con mi dedo uno de sus rulitos fritos por la tinta.

⎯¿Sabés algo? ⎯le pregunto, sin dejarlo responder. Lo que estoy a punto de decir puede que no sea lo mejor, pero no pienso ser cagona y quedarme con la duda de lo que podría haber pasado⎯, me volás el bocho, pa.

Mateo me miró intensamente. Pasaron los segundos más largos de mi vida hasta que su boca se estampó contra la mía en el mejor beso de mi vida.

Sus labios suaves me estaban volviendo loca con cada beso que me daba. De repente sentí sus dientes en el labio inferior, abriendo mi boca para introducir su caliente lengua. Un gemido se me escapó y me apreté a un más contra él.

La puerta del baño se abrió y los dos aguantamos la respiración, como si eso nos fuera a hacer desvanecer.

⎯ ¿En dónde se habrá metido? ⎯  preguntó una chica.

Al decir eso, miré a Mateo y me confirmó con su mirada que eran las chicas de las que nos estábamos escondiendo.

⎯ No sé, boluda ⎯ contestó otra⎯ , pero, ¿viste que estaba con una mina?

Abrí mis ojos. Estaban hablando de mí. Ojalá no dijeran nada malo sobre mí porque saldría del cubículo a cagarme a trompadas con ellas o lloraría por no caerles bien, una de dos.

⎯ Sí, era Mara Miller ⎯ intervino otra voz femenina.

Se pusieron a hablar de que era linda, pero que era raro que estuvieramos juntos si nos llevábamos mal. Concluyeron que no éramos nada más que amigos, y se marcharon del baño cancelando la busca de Trueno.

Cuando la puerta se cerró, Mateo y yo nos separamos y salimos del cubículo.

⎯ Deberíamos irnos ⎯ me susurró bajito, con miedo de que alguien nos pudiera escuchar.

Asentí sin decir nada, y salimos rápido del baño del local de comida. Bajamos las escaleras vichando que ninguna fan nos estuviera esperando y al no ver ningun moro por la costa, corrimos hacia fuera.
El frío de la tarde me golpeó en la cara, haciéndome temblar de inmediato.

⎯ Nos quedamos sin comida al final ⎯ le dije desilusionada, mientas mi pancita rugía.

Me miró y se rió. Pasó un brazo por mi hombro y empezamos a caminar hacia el estudio.

⎯ Pedimos algo para comer, ¿querés, chanchita?

Lo miré mal y le pegue en el brazo. Yo no era ninguna chanchita. Prefería el término "amante de la comida".

Caminamos al estudio en un silencio para nada incómodo, con su brazo todavía pasado por mis hombros, lo que me hacía pensar en lo que las chicas aquellas habían dicho en el baño.

¿Tan obvio era que no estábamos juntos? Quizás era obvio porque Mateo nunca se fijaría en alguien como yo.

Al pensar en eso suspiré, y empujé suavemente su brazo, para sacarlo de encima mío. Habíamos llegado a la entrada del edificio de la discográfica. 

Trueno me miró raro, y sacó un porro de su campera para empezar a armarlo.

⎯ ¿Qué pasa que tenés esa carita?

Lo observé encender el faso sin decir nada. No sabía qué tenía que contestarle. Tampoco sabía cómo formular las frases, y me sentía una boluda, por pensar en cosas en las que no debería pensar.

Pero tenía que contestarle algo, y un vómito cerebral cruzó por mi cabeza antes de que pudiera reaccionar.

⎯ ¿Qué querés conmigo?

El cigarrillo de marihuana entre los dedos del morocho amenazaba con caerse, y su cara parecía coordinar con la falta de movimiento de sus manos. Tenía una cara de duda, de confusión, como si no entendiera en qué idioma le estaba hablando.

Me dí cuenta de la pelotudez que dije y rápidamente cambié mi peso a una de mis piernas, y metí mis manos en mis bolsillos.

⎯ Pa, re tarde se hizo ⎯ me reí nerviosamente⎯ . Debería irme para adentro, Paulina debe estar preguntándose dónde carajo ando. Nos vemos, turro.

Me giré y caminé nerviosamente hacia la entrada pero una mano caliente me agarro antes de que pudiera llegar a la puerta doble espejada.

Miré hacia mi secuestrador y el morochito me miraba con sus ojitos marrones curiosos, y el porro entre sus labios. Me solté y lo miré de reojo, sin querer escuchar lo que me fuera a decir.

⎯ ¿Qué? ⎯ le pregunté ansiosa, cuando nada salía de su boca⎯ . No hace falta que digas nada, sólo ignora-

⎯ Si te dijera las cosas que quiero con vos, pensarías que soy un boludo importante ⎯ me interrumpió⎯ . Quiero bastante cosas contigo.

Lo miré a los ojos fijamente, tratando de encontrar alguna señal que delatara las mentiras que me decía, pero sólo encontraba sinceridad.

Tragué en seco y rasqué mi brazo.

⎯ Me parece que me gustas mucho, Mara.

𝙏𝙍𝘼𝙋𝙋𝙀𝙍; 𝘵𝘳𝘶𝘦𝘯𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora